Las Tunas.- Son muchos los jóvenes que, al igual que Julio Rafael Pereira Vegas, forman parte de la Brigada de Instructores de Arte José Martí (BJM) y, como él, hoy celebran el Día de estos hacedores de porvenir.
Formado en la especialidad de Teatro en la tercera graduación de la escuela Rita Longa, Julio Rafael integra el colectivo de la casa de cultura José de la Luz y Caballero, ubicada en el reparto La Yaya, municipio de Jesús Menéndez.
Con el inicio de los estudios en la Secundaria Básica se inclinó por el arte de las tablas. Junto a un amigo tocayo fundó un dúo bajo el sugerente nombre de Los Julitines. Montaron pequeños espectáculos de humor que llegaron a presentar en festivales de pioneros.
“Desde pequeño sentí motivación por el mundo cultural -dice Julio a 26 vía WhatsApp-, aunque en realidad no sabía nada, soñaba con ser cantante y en ocasiones hasta practicaba.
“Mi familia siempre me apoyó, mi papá y mi mamá, que hoy no están conmigo; y mi abuela materna, a quien le debo todo, es mi segunda madre, mi guía. Ella hizo un inmenso esfuerzo, junto a mi tía, para que yo creciera en el camino que escogí”.
Al preguntarle por qué eligió este rumbo, confiesa que “en un principio fue embullo, nada más habían pasado dos años del inicio de estas escuelas, y me pareció atractiva la propuesta. No tenía ni idea de lo que era ser instructor de arte, pero me gustaba actuar, el escenario, ver a la gente divertirse con lo que hacíamos Los Julitines y así lo decidí.
“En esencia, somos profesionales capaces de adaptarnos a los cambios que se presentan en nuestro desempeño. Asumimos los retos y los superamos, y todo eso lo hacemos con amor. Como dijera Fidel sobre los educadores, ‘es una labor en la que el trato con los niños y los jóvenes inspira toda la bondad que una persona pueda tener adentro’’’.
Su accionar le valió disímiles reconocimientos en el año 2021, porque él siente un apego infinito por este universo y no le importan los sacrificios: “No estoy satisfecho, se puede hacer más”. Desde el 2018 preside la Brigada en “Jesús Menéndez” y en ese cargo es uno de los mejores de la provincia.
El tiempo de pandemia le ha demostrado a este gremio en general que con el uso de las redes sociales se puede dar a conocer el trabajo de una manera más interactiva. Los muchachos de la BJM así lo aprendieron y su disposición a ayudar los llevó también a desempeñarse en otras funciones en centros de aislamiento, en las comunidades atendiendo a personas vulnerables, como brigadistas sanitarios y en tareas de mensajerías.
“En nuestro municipio tomamos diferentes medidas para no frenar el quehacer artístico y cultural, y más cuando el pueblo lo necesitaba en medio del aislamiento. Formamos parte de las cucalambeanas desarrolladas en las redes sociales, y activamos la Guerrilla 50 Aniversario para llegar a distintos asentamientos y efectuar actividades a distancia”.
Porque se consideran formadores, educadores y artistas, los instructores asumen que su faena es digna de ejercerse cada día con la mayor entrega. La recompensa radica en la sonrisa de los niños, los pasillos de baile de los abuelos y el aplauso del público.
Cuando Internet ha pasado a ocupar un lugar relevante en la vida, ellos también se sienten responsables de “sacudir” a los más jóvenes, demasiado imbuidos en el mundo virtual, y mostrarles a través de verdaderos valores éticos nuestra cultura autóctona, y la grandeza del pensamiento y la obra martiana.
¿Se imagina Julio Rafael ejerciendo otra profesión?
“No lo creo, fue el destino quien me puso aquí, y el pueblo nos necesita. Esta es la decisión más importante que he tomado, fuera por casualidad o embullo; estoy enamorado de lo que hago. Feliz y orgulloso me siento de ser instructor de arte”.