Las Tunas.- Aquella mañana el peso de la nostalgia lo traía indispuesto. Eran los primeros días fuera de Cuba y hasta el sabor del agua le producía una evocación a su Chaparra natal. Segundos después traspasó el umbral del hospital un niño con un cuadro clínico complejo.
En sus brazos inició una convulsión que activó el equipo médico. Allí, Jesús Ramón Chacón Ávila, dejó a un lado las distracciones.
Dos horas después, el pequeño ya se estaba alimentando en una sala y su mamá lloraba de la emoción porque de alguna manera había asumido que la enfermedad del infante lastraría con mucha seriedad el cuerpo delgado. Lloraba de agradecimiento a la misión médica en Bolivia.
Venían de una región montañosa de muy difícil acceso, donde la salud era un privilegio que solo unos pocos podían permitirse. Convulsionar era sinónimo de muerte, de despedidas… Aquel trueque de conocimientos y buena voluntad impactó a la mamá indígena. El enfermero cubano no pudo evitar conmoverse… Rememoró que fue esa urgencia por ayudar lo que, en primer lugar, lo vistió de blanco.
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Conversar con Chucho, como medio hospital Ernesto Guevara lo conoce, es robarle minutos preciados a su función de dirigir las consultas externas y los servicios ambulatorios, en la mayor institución médica de la provincia. Carga más de 30 años de servicio bajo en uniforme, y sobre él lleva el orgullo de hacer el bien, como filosofía de vida.
No es extraño que de muchacho quisiera estudiar Derecho, porque el sello leguleyo le sale muy natural, pero cuando se presentó una convocatoria masiva a estudiar Enfermería por la necesidad de apoyar los servicios de Salud Pública, no lo pensó demasiado. "Allá me fui".
"Me ubicaron en la sala de Cirugía General A3. Recuerdo que en 1989 se inauguró un cubículo de Terapia Intermedia; eligieron a los mejores enfermeros y, con mucho orgullo, comencé a laborar en ese frente tan complejo.
"Hacer el bien para mí lo es todo. Por eso escogí la profesión y no ha sido sencillo. Me gusta mucho enseñar a las nuevas generaciones. Y soy muy exigente. Tanto es así que a veces me enojo. Les digo que su trabajo no es vender papas ni arroz, que laboran con la sensibilidad, y que una mala contesta puede dejar marcas en esa alma, que de hecho, ya está en problemas, si no, no viniera al hospital".
Cuenta con los recuerdos a flor de piel que también fue seleccionado para formar parte del servicio de Neurocirugía, un equipo fuerte que lo comprometió, incluso, con la sección sindical y lo acorazó con otra familia.
"He disfrutado mucho y he aprendido en cada servicio. Me trasladaron luego para Angiología; trabajé como jefe de sala. En el año 2000, volví al Neurocirugía. Tengo como credo que la vida es de un constante aprendizaje y los retos te hacen mejor profesional y mejor persona".
Rojo por la modestia confiesa que ha sido escogido, en varias ocasiones, como el mejor enfermero, y ha resultado Vanguardia Nacional reiteradas veces. "En mi generación todavía pesa ese orgullo, pero uno no trabaja por reconocimientos, sino por la gente, por humanidad".
No solo Bolivia ha contado con sus pasos firmes. Al ser parte de la brigada Henry Reeve llegó a México, después del terremoto del 2017 en Oaxaca, como jefe de Enfermería de la misma. Rememora que quizás como nunca antes, lidiar con tanto destrozo y muerte, le trastocó como profesional y le dotó de mucha más empatía.
"Fueron jornadas muy difíciles, con más de 500 consultas, con pacientes de todo tipo. Mi labor también era organizar, pero jamás dejé de lado la parte asistencial que es lo que más disfruto. Los días eran interminables porque transcurrida una semana después del evento telúrico y todavía había gente atrapada.
"En el 2021 viajé a Angola para desempeñar una misión un tanto más tranquila, pero igual con mucha demanda. Allí uno lleva sobre los zapatos el prestigio de Cuba y hay que estar a la altura".
Chucho es querido en el "Guevara". Su maestría en Longevidad Satisfactoria ha tenido un impacto en los servicios. Hoy se debate como profesor auxiliar, investigador incansable y sus metas pujan hacia arriba.
"Tengo responsabilidades como docente, administrativo, pero me priva el manejo de los pacientes, la actualización de los protocolos; eso no se me puede olvidar… Estar al lado de alguien, calmarlo cuando hay que hacer un procedimiento complejo, dar fuerzas, optimismo, sentir que cuentan contigo, ese es el verdadero premio de la profesión. Y pega tan profundo que uno se compromete, para siempre".