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Las Tunas.- La de la ganadería en Las Tunas pareciera ser la historia de nunca acabar porque mes tras mes y año tras año se reportan numerosos y constantes incumplimientos de los planes productivos de leche y carne vacuna, dos renglones elementales para la alimentación, especialmente de niños y embarazadas.

El 2023 fue muy malo y el 2024 no comenzó bien, como consecuencia de problemas acumulados con el paso de los años, y eso se refleja en su poca disponibilidad para la entrega en tiempo y con calidad a diferentes sectores de la población.

Una de las causas es que no todos los tenentes venden el total de las producciones a Comercio o a la Industria Láctea, sino que las desvían a otros destinos, por un precio más elevado que el que reciben, o lo convierten en derivados que se cotizan a altas tarifas en el mercado informal.

En los ocho municipios tuneros también es notable la falta de control y exigencia de muchas juntas directivas de cooperativas de producción agropecuarias (CPA) y de créditos y servicios (CCS), unidades empresariales de base (UEB) y unidades básicas de producción cooperativa (UBPC).

Además, en un alto número de fincas privadas, estatales o en usufructo escasean el agua y las plantas proteicas y forrajeras, dándoles el protagonismo a los pastos naturales que poco a poco transforman su verde a amarillo por las altas temperaturas y las pocas precipitaciones.

Sin embargo, la principal razón por la que actualmente no son suficientes los volúmenes de leche y carne vacuna radica en la alta mortalidad, un fenómeno que en vez de disminuir crece, lo que ocasiona una sensible disminución de los rebaños y pone en riesgo el futuro de la actividad ganadera.

Por ejemplo, durante el pasado calendario en la provincia se registraron 21 mil 551 muertes por diferentes motivos; un índice del 9,2 por ciento del cuatro por ciento permisible. Los municipios que más incrementaron son Las Tunas, Jobabo y Manatí.

Hubo muchos fallecimientos por desnutrición, sobre todo en terneros, los cuales pudieron evitarse. No obstante, una de las causas fue el incremento de las ilegalidades; y por hechos de hurto y sacrificio de ganado mayor se afectaron nueve mil 500 cabezas, de ellas seis mil 35 vacunos y tres mil 465 équidos.

Para colmo de males, la natalidad descendió notablemente, lo que provocó un decrecimiento de 18 mil 550 ejemplares. Eso responde a los altibajos de la inseminación artificial y, por supuesto, a las dificultades con el manejo de los rebaños y la poca práctica de la monta natural con sementales de alta calidad genética.

Los problemas son serios y la búsqueda de soluciones se hace muy necesaria. A juicio de los conocedores del tema, se puede transformar ese panorama y no todo es responsabilidad de los ganaderos. El ejercicio de control al uso, tenencia y explotación de la tierra, el ganado mayor y los tractores arrojará más luz y ayudará a salir de los actuales aprietos.

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