Las Tunas.- Palomares, aun en las cuestiones cotidianas más sencillas, lleva la toga dibujada para sus coterráneos. No hay en el poblado de Delicias quien ignore sus dotes de abogado, uno que cuida sus acciones en cada faceta, "así sea en la bodega, en el barrio o al interior de la familia", esa que ha construido con el mismo apego al respeto de los derechos individuales.
José Luis Palomares Peña habla del Derecho con un orgullo que contagia a los más jóvenes que escuchan el diálogo y se han encauzado por los mismos caminos de la Ley. Llegó al Bufete Colectivo de Puerto Padre en el año 1990 y no ha habido caso, por difícil que sea, que le haya disminuido el amor por la profesión que no fue su pasión de niño, pero sí la vocación que definitivamente ha sabido defender.
"La influencia de un primo me llevó a acercarme al Derecho, y se dice sencillo, pero han sido 34 años de ejercicio en él. Los he afrontado siempre con mucho privilegio, pues agradezco la formación en el Bufete Colectivo, no solo como abogado, sino como el ser humano que soy hoy, que -puedo asegurarte- tiene mucho que ver con las decisiones y experiencias de mi día a día.
"Soy una persona que premia mucho la responsabilidad en el trabajo, más que el talento mismo, de hecho, creo que es el compromiso quien hace a un buen abogado. Por supuesto que es un trabajo complejo; no es sencillo representar a personas con conductas cuestionables como asesinos, violadores, ladrones, entre otras. El abogado no está ajeno al crimen cometido y es un reto grande.
"Tengo la satisfacción de contar con clientes a gusto que valoran mi desempeño y esto lo digo sin orgullo malsano, solo como una convicción que me enseña a ser mejor persona y me obliga a exigirme más en el trabajo. Asumo cualquier caso desde la perspectiva de que tengo un contrato con el cliente y le debo toda mi dedicación porque son sus derechos. Ese ha sido mi faro.
"A pesar de la experiencia te aseguro que la nueva legislación me ha exigido una preparación exhaustiva, estudios permanentes para su comprensión y poder ejercerla a plenitud. Ahora mismo, la legislación penal nuestra es una de las más avanzadas y amerita una mejor preparación y análisis en beneficio del servicio que presto.
"Nuestras leyes se tienen que adecuar a los cambios de la sociedad, eso hay que entenderlo. El objetivo es proteger la seguridad colectiva, defender la tranquilidad de las calles, de nuestros hijos. No hay nada más importante".
Palomares relata que lidia a diario con el compromiso de tratar de ser mejor. En su impronta destaca haber recibido la Condición de Vanguardia Nacional por más de 10 años, el reconocimiento de la Toga de Honor, las medallas Hazaña Laboral y la Jesús Menéndez.
Incluso así, asegura que su felicidad está en otra parte, lejos de soberbia. "La vida me dio la alegría de contar con dos hijos y el mayor de ellos se gradúa este año como abogado. En diciembre estará trabajando conmigo… ¡cómo explicarte la satisfacción que esto me entraña!
"Cuando me pongo la toga y entro a los salones de juicio, a pesar de la experiencia, los nervios hacen su aparición todavía. Te exiges muchísimo. Es tenso, pero apasionante cuando tienes un alto sentido de la justicia, porque no se trata de tu ejercicio, sino de lo que merece tu representado, de no violentar sus derechos, en primer lugar.
"Nunca hay medias tintas, tú das el máximo, sucede que defiendes a una persona que sabe que es responsable de un hecho y ha causado daños a terceros, ha incurrido en delitos muy graves, pero sigue siendo tu cliente y aceptaste el compromiso de defender sus derechos y tienes que hacerlo con calidad, siguiendo las fórmulas legales.
"Es bonito ser reconocido y distinguido por los jueces; esto se gana con la experiencia, con el respeto a todos los colegas, a la contraparte, la devoción al acto jurídico.
"Apoyar y ayudar a las nuevas generaciones es un deber que tenemos todos, en ellos está la fuerza de la juventud y desde sus perspectivas tienen mucho que aportar al sistema.
"Aquí es muy importante la transparencia en los operadores del derecho, asumir que los imputados a veces son inocentes que de cualquier modo requieren respeto, pues son seres humanos.
"Como profesor de Derecho les inculco eso a los estudiantes, el respeto por la profesión, el sentido de la justicia y la valentía de defender lo que uno considera que es correcto, y hacerlo desde la legalidad, con buenas argumentaciones, investigación suficiente y mucha entrega. Esa es la mejor fórmula posible".