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Las Tunas.- ¿La provincia de Las Tunas puede producir los frijoles que demanda la canasta básica de sus habitantes? La respuesta es sí. Pero la solución no llegará a corto plazo y tampoco será fácil porque se trata de un cultivo especializado que requiere de mucha atención.

Para lograrlo lo primero es identificar a los posibles productores, dialogar con ellos y comprometerlos con lo que es una necesidad y un deber moral, teniendo en cuenta los precios de ese renglón en el mercado internacional y la crisis económico-financiera por la que atraviesa Cuba.

Luego, se requiere establecer cuotas de compraventa que se correspondan con las inversiones que se realicen en los sembrados y el esfuerzo para producir en medio de una marcada carencia de recursos materiales y otras tantas amenazas como la sequía, que habitualmente afecta al territorio tunero.

Súmese que se impone un control exhaustivo de las posibles plagas de insectos dañinos, más ahora que se anuncia la presencia en Guantánamo del insecto Brachyplatys subaeneus (Westwood), conocido como chinche del frijol negro, y que en el territorio ya se reportaba la presencia del trip.

Sobre esos temas se debatió recientemente, en un encuentro de las principales autoridades políticas y gubernamentales de la provincia con los dirigentes del sector agropecuario, en el que Omar Yoel Pérez López, director de la Empresa Agroindustrial de Granos, explicó la estrategia que ya está en marcha.

Las proyecciones parten de una difícil realidad, expuesta por el gobernador, Jaime Ernesto Chiang Vega. En lo que va del actual año, solo se ha vendido frijol -como parte de la canasta básica- en los municipios de Las Tunas y Jobabo, y no ha sido todos los meses.

Agregó Chiang Vega que hay experiencias, pues la provincia llegó a autoabastecerse allá por los años 2014 y 2015, y estimó que para garantizar 10 onzas mensuales a un promedio de 528 mil personas se requieren mil 800 toneladas por año.

Por su parte, Pérez López informó que en el territorio se dispone de más de 800 sistemas de riego para la siembra de granos, entregados casi todos por el Proyecto de Desarrollo Rural Cooperativo en la Región Oriental (Prodecor), y que la mayoría de ellos tienen un buen estado técnico.

Acotó que esa tecnología cubre unas mil 735 hectáreas que podrían quedar plantadas entre los meses de septiembre a diciembre. Si se obtuviera un rendimiento de entre 1,1 y 1,2 toneladas por hectárea, las cosechas serían suficientes también para garantizar las semillas.

Dijo que, con el balance de áreas, el territorio puede asumir este nuevo reto. Y aseguró que hay varios elementos que auguran su cumplimiento como es la tecnología, la garantía de agua en los embalses y la existencia de una planta de beneficio de granos que ahora trabaja al 30 por ciento de la capacidad instalada, por no tener la materia prima requerida.

Pero -resumió- el éxito dependerá del factor más importante, los productores, responsables de mantener limpios los cultivos y de beneficiar el suelo, nutrir las plantas y combatir las plagas con alternativas naturales para tener mejores rendimientos en beneficio propio y del resto de los tuneros.

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