Las Tunas.- Luego de un arranque incierto, apenas tres triunfos y seis derrotas, los Leñadores deambulan en la inestabilidad. De un extremo a otro, los aspectos de juego, en cuestión de poco más de 24 horas, transitan de lo sobresaliente a lo penoso. Si bien la temporada resulta joven aún, los desempeños negativos se acumulan y el fondo de la tabla de posiciones en la II Liga Élite significa una compañía inusual para un equipo que viene de palpar la gloria con el título en la 62 Serie Nacional.
La principal arma de los tuneros: la ofensiva, ha ofrecido pistas de cuánto puede conseguir en plenitud de forma; sin embargo, para el pesar de aficionados y cuerpo técnico, los momentos de lucidez se agrupan en un mismo desafío y las angustias retornan al día siguiente. El comportamiento variable de los maderos conduce a la tropa de Abeysi Pantoja por la ruta de una baja productividad, mediante una estrecha frontera entre arcas vacías o repletas, de acuerdo a las brechas que concedan los lanzadores rivales.
Después de nueve duelos los bates han dejado desamparados en las almohadillas a 77 hombres, en tanto, la cifra de 55 ponches los ubica de líderes en este acápite adverso. Justo en ambas estadísticas se resguarda la vitalidad de una alineación, urgida por multiplicar opciones en aras de fabricar carreras cuando el batazo oportuno esté ausente. De igual manera, tal vez producto de esa ineficacia, en determinadas circunstancias la apatía encuentra cabida en varios jugadores a la hora de correr hacia las bases, lo cual habla por las claras del ambiente reinante cuando los hilos del choque toman la senda contraria.
El staff de lanzadores, a diferencia del cierre del torneo precedente, manifiesta innumerables dudas. Con la preocupación centrada en los 112 hits permitidos durante 317 turnos, lo cual se traduce en un average de 353, por amplio margen el más elevado en el certamen, constituye evidente la acumulación de martirios desde el box. Con alrededor de dos bateadores en circulación por entrada, más la cuantía de 13,50 imparables por cada nueve innings, acarrean al elevado promedio de anotaciones limpias de 5,67. Incluso las mayores virtudes de los brazos de Las Tunas, radicadas en localizar los comandos en la zona débil, además de concretar los outs importantes, han desaparecido en las ocasiones apremiantes.
Por si los obstáculos no fueran suficientes en el camino hacia los triunfos, la defensa también representa un escollo. No obstante, más allá del registro numérico, donde acumulan 15 pifias en 353 lances, en diversos casos los errores conllevan al peor de los escenarios. En esa mezcla nefasta de endeble pitcheo y mala disposición de los guantes recae un alto porcentaje de los tropiezos.
Con la ambición de revertir la dinámica grupal y encontrar el ritmo esperado, la novena de Las Tunas viajó hasta el “pantano” de los maleficios de postemporada para medir fuerzas con los Cocodrilos. Asimismo, las huestes del Balcón de Oriente buscarán retomar el idilio con el estadio Latinoamericano para disfrutar de la tranquilidad de los cuatro salvados. En tal empeño, directivos y atletas realizan ajustes en la preparación para borrar la preocupación dentro del debate de los parciales.