Las Tunas.- Desde aquel grito de ¡eureka!, antes e, incluso, después; la humanidad habita en el perenne anhelo de la celebración o el triunfo ante las tantas preguntas aún sin responder acerca de la vida y el universo. Nos hemos comprometido con el conocimiento, con la certeza de que "en algún lugar algo increíble está esperando ser descubierto". Esa pasión por aprender anida en las muchachas y muchachos del instituto preuniversitario vocacional de ciencias exactas (Ipvce) Luis Urquiza Jorge, que integran preselecciones nacionales y el equipo Cuba de las diversas asignaturas en las respectivas Olimpíadas.
"Para mí concursar es un placer y resulta tremendamente productivo", afirma Héctor Manuel Domínguez, estudiante de onceno grado que representará a la Mayor de las Antillas en el encuentro Centroamericano de Química, en El Salvador, en los primeros días de septiembre del actual año. Como él, orgullo rebosa Lianet Tamarit Tejas, quien será la exponente nacional en la Panamericana Femenil de Matemática y ha encontrado en su andar un camino libre de sesgos de género: "Generalmente son los varones quienes predominan en estas competencias y pienso que es muy bueno que las chicas participen y alcancen un desarrollo", expresó a 26.
Consustanciales a la ciencia son la belleza, la bondad y la verdad; esa es la senda de un saber que se construye desde la cooperación para hacer mejor la vida de las personas. De esa manera se percibe el entusiasmo de los concursantes de la asignatura de Física, el grupo más numeroso y el de mejores resultados en el país, marcado por la huella del profesor Alberto Mawad Santos, quien por décadas fue el entrenador de esa materia y formó a sus continuadores en tal labor.
Beneficiario de este método pedagógico es Adrián Arcenio Garcés Jiménez, quien desde la Enseñanza Primaria concursa y en la Media no ha detenido tal empuje. "Recientemente participé en la Mesoamericana de Física y me preparo ahora para la Iberoamericana", explica muy cerca de su compañero José Alejandro Romero Gil, otro de los apasionados por la ciencia.
De lo anterior hablan con locuacidad Anisbeth Vidal Orasma y Elizet Quesada Hernández; dialogan de cómo han dejado "todo" en el concurso y en los entrenamientos, también de cuánto han crecido como personas y del esfuerzo que las anima para tener "desempeños extraordinarios" en la actualidad y el futuro.
Y si de trazar porvenires se trata, así anda Mario Zaragoza Ricardo, quien fue miembro del primer grupo de estudiantes de noveno grado preparados en el Ipvce tunero para competir en estas lides del saber, e integró la preselección nacional por dos años gracias a sus óptimos resultados en la asignatura de Biología.
"Ahora mi perspectiva es realizar el año del Servicio Militar Activo aquí como profesor y entrenador de Biología", sostiene.
CENTRO PROVINCIAL DE ENTRENAMIENTO, PODIO LOCAL PARA UN OLIMPISMO CUBANO E INTERNACIONAL
Que el Ipvce continúe siendo la nave insignia de la Enseñanza Preuniversitaria en Las Tunas es, en gran medida, gracias al talento y al talante de educadores como Orestes Landrove Ramírez. Cubanos como él hacen, con su trabajo cotidiano, que sea el conocimiento el gran motor de una nación en la que no abundan las riquezas materiales, pero sí las inteligencias, oportunidades mediante, ¡claro está!
"Tenemos tres grupos en el Centro Provincial de Entrenamiento y buscamos alumnos que quieran estudiar, que deseen una preparación adicional, y que posean una conducta y un proceder social admirables. Por nuestros resultados en las competencias nacionales, en los últimos 15 años hemos estado en los primeros lugares y en el 2023, con 12 medallas de oro, 23 de plata e igual número de bronce ocupamos el tercer escaño a nivel de país", explica el coordinador de esta institución y entrenador principal de la asignatura de Química.
Con 24 estudiantes en la preselección nacional, el "Luis Urquiza" cosecha hoy la siembra de décadas, y exalumnos, disciplinados y entusiastas, son "los entrenadores más comprometidos que tenemos", afirmó el propio Landrove, quien anda a la caza de alumnos de alto rendimiento académico, pero con el signo del buen corazón.
En un país urgido de un hacer colectivo de la juventud, de la ciencia como motor del desarrollo y de la conciencia en cada acto, contar con estudiantes y profesores motivados por aprender, enseñar y superarse resulta la gloria. Por consecuencia, es, además, la garantía de sostener el sueño -realidad de que las producciones de la ciencia no sean presas del mercado. En el anonimato quedan los nombres de tantísimos maestros que han cultivado buena semilla en sus discípulos; cada medalla es culminación e inicio de una larga cadena de sucesos que les impele siempre a ser campeones del saber.