Las Tunas.- Exactamente 10 meses pasaron desde que la inquietud tocara su intelecto hasta que el profesor Alberto Mawad pudo tener en sus manos o mejor, en las de él y las de sus alumnos, el instrumento imprescindible para satisfacer aquella idea "científica".
Cuando el "bombillo" de la curiosidad se encendió no imaginó el veterano pedagogo que fuese tan difícil la travesía para obtener un termómetro infrarrojo, de extendido uso durante las etapas más difíciles de la pandemia de Covid-19; pero bastó tocar la puerta indicada para que la larga espera cesara y tuvieran, en menos de 24 horas, el maestro y sus discípulos, la necesaria herramienta en sus manos.
Previo al último acto para que todo se materializase con los ensayos y los errores que le son inherentes a la actividad científica, el mentor y sus aprendices habían estudiado, juntos y a profundidad, lo relacionado con la radiación térmica y ante la expansión del nuevo coronavirus concibieron los pasos para su investigación y el proyecto de calibrar un termómetro infrarrojo. Ya con el dispositivo en la mano, de manera empírica y con el debido cuidado, "descubrieron", al detalle.
"Lo primero fue conocer el equipo y comprender su manera de operar. Incluso, buscamos en Internet y no encontramos el manual, pero logramos solventarlo y entender la forma de proceder con estos. El plan era ver cómo se comportaba el instrumento en un local cerrado, bajo techo o una zona sombreada similar a la existente en los límites interprovinciales en los que, en buena medida, era empleado el artefacto.
"También medimos el comportamiento del equipo a diferentes distancias, cinco centímetros, 10... y así, sucesivamente, hasta llegar a 25. Determinamos que era posible una calibración y que debía hacerse ejemplar a ejemplar. Se utilizaron algunos instrumentos provenientes de las dotaciones de los laboratorios docentes del Ipvce Luis Urquiza Jorge, no eran los ideales, pero sí representaron una gran utilidad y lo destaco porque se demostró que con lo existente en las escuelas se pueden realizar trabajos de investigación si se planifica y se piensa bien la labor.
“Otra parte de los materiales la facilitaron las familias, pues teníamos que comparar el desempeño del termómetro con uno de mercurio, que resulta totalmente fiable; así, un abuelo prestó uno para medir la temperatura ambiente y otro construyó, a partir del diseño de Elisa Rodríguez, una de las alumnas, un sistema fijo para poner la barbilla, similar al empleado por los oftalmólogos en el proceso para el examen de la vista.
"Fue muy interesante y productivo para los estudiantes", manifiesta orgulloso y entusiasmado el entrenador de larga data a concursantes de la asignatura de Física y quien lista con detenimiento el nombre de sus pupilos: "Integraron el equipo Andrys Domínguez Moreno, Manuel E. Yero Hernández, Elisa Rodríguez Utra, Raúl D. Téllez Ramírez, Carlos J. González Téllez y Carlos E. González Carballosa".
“Es de destacar que para facilitar el posible uso práctico de la calibración obtenida, y como parte del trabajo científico, Andrys desarrolló una aplicación para celulares, que recibió el nombre de CalibraTIR-LUJ (la parte final del apelativo en alusión al Ipvce tunero)”, agrega y pondera la seriedad y el entusiasmo de los escolares al abrazar la idea y la investigación a partir de una experimentación construida en colectivo.
El afán de resolver misterios y de hacerse preguntas de gran belleza intelectual, ese sentimiento de admiración y de aprendizaje es mutuo; lo dice Carlos Eduardo quien hoy cursa el primer año de Medicina, aquí, en Las Tunas: "La interacción con el profesor Mawad es lo más grande que me llevo del preuniversitario y estoy seguro que no soy el único; cada clase que él imparte es una experiencia para recordar y de la cual uno se lleva muchas más enseñanzas que las relacionadas solo con la Física. Sí, aprendemos tantísimo acerca de la naturaleza, pero también acerca de cómo comportarnos. Nos enseña a pensar y, le digo, es lo más grande en cuanto a educación que he recibido".
Tanto esfuerzo se premia con la admiración, el cariño y las memorias de alumnos que hoy son profesionales de valía en Cuba y en otros lares del orbe; retribuciones que con humildad soberana asume el hombre con sus raíces asentadas en la comunidad de San Manuel en el municipio de Puerto Padre, donde nació y se formó con la martiana convicción de ser útil. Justo, uno de los más recientes reconocimientos llegó de la mano del Instituto Nacional de Investigaciones en Metrología (Inimet), institución rectora de la actividad de calibración en el país y ante cuyo Consejo Científico, el pasado 18 de mayo, tres de los estudiantes de Mawad expusieron los pormenores de la investigación y resultaron elogiados por su "excelente demostración de preparación y esfuerzo".
Desde La Habana; Elisa, estudiante hoy de Bioquímica y Bilogía Molecular, nos habla del trabajo en equipo en la rama científica, de la satisfacción compartida de haber aportado a la lucha nacional contra la pandemia y de cuán contentos e impresionados se quedaron en el Inimet: "Nos hicieron recomendaciones, pues nuestro trabajo se hizo con las herramientas que teníamos a mano, pero determinaron que estuvo muy bien desarrollada la investigación y nos manifestaron que justo comenzarán a desarrollar un estudio similar".
"El profesor nos ha enseñado más que Cálculo o Física. Tiene el interés de que no solo nos formemos como científicos, sino como seres humanos con una visión histórico cultural, lo que es importante para la sociedad en el momento histórico que vivimos", expresa la jovencita que, como bien le enseñó su maestro, busca ante todo ser mejor ser humano y encontrar el valor o la verdad última de las cosas, las esencias; motivada, como sus compañeros, por la certidumbre, de que tanto o más importante que el talento es el buen corazón.