Las Tunas.- Aunque aún no existe una placa que identifique a los creadores, con apenas preguntar un poco se llega a saber que fue Nover Olano el autor fundamental del mural escultórico-histórico que le nació a Las Tunas en lo que fuera el exterior del taller del Gobierno, muy cerca de la actual sede principal de Mercasa.
No trabajó solo; siempre insiste en el grupo de artistas locales, con el apoyo constante del Partido y el Gobierno en el territorio, que sacaron el proyecto junto a él, y destaca la entrega de los laboriosos Armando Rivero y Leandro Olano Carralero.
Este medio fue al encuentro de Nover, quien es, además, el presidente del Consejo Asesor para el Desarrollo de la Escultura Monumentaria y Ambiental (Codema) por estos lares; y eso, porque ya el deterioro comienza a hacer mella en la obra que no llega al lustro de creada.
“En aquel momento me pidieron inaugurar el mural sin el delimitador que llevaba delante, como protección, porque los materiales para hacerlo no estaban en ese momento disponibles y era lo único que faltaba.
“Me aseguraron que los trabajos no iban a detenerse hasta que se le pusiera esa especie de barrera, de un metro más o menos, y que tenía la finalidad de salvaguardarlo. Y, hasta el sol de hoy, eso nunca se ha hecho.
“Como consecuencia directa, ya la obra está con daños evidentes, pues la gente se acerca demasiado, recuesta bicicletas y hasta se suben para hacerse fotos. Ya tiene partes rotas, le falta una letra y cadenas caídas”.
Los vecinos del lugar hablan de botellas partidas, vidrios y hasta de una almohadilla sanitaria que amaneció un día colgada en una de las cadenas, en lo que parece el colmo de la grosería, el irrespeto y la falta total de higiene.
Nover insiste en su disposición para atender los trabajos que son precisos y rehabilitar la pieza, pero nada de eso será efectivo, ni siquiera a mediano plazo, si no se delimita el espacio, si quienes vigilan la seguridad de la zona se hacen los de la vista gorda ante las indisciplinas sociales y, si quienes transitan, siguen indolentes ante al arte urbano.
Esta reportera recuerda la polémica que recorrió la ciudad en la medida en que el mural cobraba vida; algunos criterios hablaban, incluso, de “derroche de materiales”. Y entonces, ¿no es peor ahora descuidar el trabajo que se hizo con tamaño esfuerzo logístico y con una valiosa concepción anecdótica de la historia local, y todo, por el desdén colectivo?
Supimos, además, que no se tuvo en cuenta el criterio de los artistas a la hora de ubicar las luminarias que, inicialmente, estuvieron cerca de la obra escultórica y también que la ornamentación no cumple lo plasmado en el diseño original, porque, si bien el verde siempre alimenta los espacios, este no debía estar ubicado restando visibilidad al mural desde la acera de enfrente.
Sin embargo, todo eso queda en un segundo plano ante la necesidad de cuidar lo que ya está hecho y preservarlo para las generaciones futuras de tuneros. Una responsabilidad que nos atañe a todos, sin distinciones, ni jerarquías.