Las Tunas.- Las Tunas, fundada el 30 de septiembre de 1796, se erige sobre un suelo donde están mezcladas la cultura taína, la colonización española y el afán independentista de un pueblo que luchó por su libertad. Fue quemada tres veces y resurgida de entre cenizas como un ave fénix que se niega a rendirse. Nuestro balcón cumple 228 años, y entre la algarabía de las celebraciones sus calles nos revelan deudas pendientes.
¿Cuántos jóvenes conocen la historia de la fundación de Las Tunas? ¿Cuántos saben del papel crucial que jugó esta ciudad en la independencia del país? ¿Cuántos sienten como propias las tradiciones que la identifican?
La historia no es para guardarla en museos y archivos. Es la memoria viva de sus habitantes, sus costumbres, leyendas, su forma de vivir y de sentir. Y es precisamente en este punto donde surge la necesidad de preservar y transmitir el patrimonio cultural.
Es una tarea de todos. Corresponde tanto a historiadores como a maestros divulgar los acontecimientos históricos y compartir trabajos de investigación, y a las instituciones del Estado y socioculturales promover proyectos que inviten al pueblo a respetar y honrar su legado, no solo cuando cumple su aniversario.
Es un llamado de conciencia para memorar aquello que la vuelve única, sus diversos nombres como el Balcón del Oriente Cubano o la Ciudad de Puertas Abiertas, por citar los más conocidos; escuchar las leyendas de la Fuente de las Antillas, del jinete sin cabeza o del toro Cornito que susurran sus caminos; admirar las esculturas, los parques y conservar los lugares de relevancia arquitectónica.
Es momento de querer y sentir orgullo de ser tunero, de continuar una historia que ha demostrado que su pueblo es una tuna, capaz de defenderla con las espinas y de mostrar belleza con sus flores.