Las Tunas.- Hace muchos años, el abuelo de Ulises Bueno Ligurvia le decía que cuando el día no le alcanzara, lo empatara con la noche. Y así ha hecho desde entonces ese campesino tunero, trabajar sin mirar el reloj, pero sin dejar asuntos pendientes en sus tierras.
Esa manera de actuar le ha dado resultado, aunque le ha costado mucho esfuerzo. No obstante, se siente realizado porque “para acostarse, el hombre del campo no tiene hora. Es muy duro, pero con el desarrollo y los bombillos recargables, usted resuelve”.
Junto a su familia reside en la finca privada Los Buenos, un espacio en el que todos contribuyen, tanto las hembras como los varones. Además, maneja 13,42 hectáreas que recibió en usufructo mediante el Decreto Ley 259 y que dedica íntegramente a la ganadería.
“En el área que poseemos en propiedad también hay bastante ganado mayor y criamos cerdos, aves, carneros y caballos. La nuestra es una de las fincas agroecológicas de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Josué País, de la zona de Barranca.
“Ahí tenemos una base alimentaria, que se destina al consumo de los que ahí vivimos y para hacer las donaciones a las casas de niños sin amparo familiar. Hay yuca, plátano burro, calabaza, mango, guayaba, níspero, marañón, coco, aguacate y otros renglones.
“De árboles maderables hay baría, cedro hondureño, bijagua y guano cana. Sembramos un cayito de café y garantizamos la alimentación animal. Para los monogástricos se dispone de una buena cantidad de yuca y para los rumiantes plantamos caña de azúcar”.
Ulises trabaja de sol a sol y apenas puede distribuir su tiempo para cumplir con todas las tareas, que son muchísimas. Siempre está ocupado con los animales, los cultivos, la elaboración de clavos y otros insumos y la producción de materia orgánica para fertilizar los suelos e incrementar los rendimientos.
“Es bonito, pero difícil. Desde que te levantas hay que echarle comida a las gallinas y los cerdos, ordeñar las vacas, llevar la leche a la cooperativa, voltear las cercas… Y en las noches prácticamente no se puede ni dormir, cuidando todo para evitar los robos.
“Por suerte, soy un rescatista de Bienestar Animal en Cuba. Tengo en mi finca unos 25 perros, que son centinelas biológicos. De ellos no quiero que me cojan a los bandoleros; prefiero que me despierten para entonces yo ocuparme de esos oportunistas.
“Y lo otro es que con el agua no tengo ningún tipo de problema. Las tierras en usufructo colindan con la costa de la presa y en las de la familia tengo un canal que pasa medio a medio. Además, no me he confiado y ya tengo tres pozos, con buenos manantiales”.
Junto a su familia, este productor del municipio de Las Tunas tiene mucho que agradecerle a la Revolución Cubana porque -entre otras razones- la mayoría se ha formado como profesionales. En la familia hay cinco veterinarios y todos le aportan a la salud de los animales.
“Eso nos sirve de mucho. Tenemos unas 40 cabezas de ganado, casi todas hembras; y ahora estamos introduciendo novillas de línea de leche. Ante las dificultades con la inseminación artificial, trabajamos la mejora genética mediante la monta directa con sementales propios”.
En la finca, la protección del medio ambiente es una tarea primordial y, al ser agroecológica, no se usa ningún producto químico. Por eso hay muchas mariposas, sinsontes y zunzunes, y en los últimos días comienzan a verse varias cartacubas. Con razón Ulises dice que ahí la flora y la fauna están a salvo.
“Son muchas cosas y me agoto, pero no me canso. El agotado sigue y el que se cansa se tira para atrás. Lo que hace falta es que se le ponga un poquito de mano más dura a los bandoleros y que mejore la disponibilidad de combustible. De lo contrario, tendremos que sembrar con coa y picacho; pero sí vamos a cumplir”.