Cualquier escuela puede ser un exitoso escenario de inclusión, pero se requiere capacitación y unidad del claustro, más los debidos apoyos. |
Las Tunas.- Comenzó el primer grado con el reto inmenso de enfrentar cambios importantes: otra maestra, aula nueva y la exigencia más remarcada de tener que permanecer sentado, en un puesto “extraño”. Hubo resistencia, negativas, llanto y ahora hace las paces con la aceptación, aunque mantiene a veces todas las persianas del aula cerradas mucho tiempo, para que el lugar se parezca más a su zona de confort.
Cada día su jornada es un poquito más larga. La meta de aprender a leer y escribir está sobre la mesa, solo que sus horizontes requieren otras vías para alcanzar los mismos propósitos. Los padres añoran matricularlo en una escuela especial donde puedan encauzar sus potencialidades. Pero van a tener que esperar, porque hasta el curso próximo no habrá capacidad para asumir a otro pequeño con trastorno del espectro autista (TEA) en esa enseñanza.
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La maestra Yarelis Rodríguez Céspedes comenta a 26 que por primera vez ha sentido la necesidad de aumentar e incorporar renovadas herramientas al proceso educativo, por más que ostenta una licenciatura y posee una mezcla de juventud, experiencia y vocación en los avatares de la docencia.
En el centro escolar Jesús Argüelles Hidalgo dibuja el panorama que la obliga a multiplicarse delante del pizarrón. “Es nuevo para mí asumir un niño diagnosticado de TEA, con características peculiares que requiere una atención diferenciada. Mi deber es prepararlo y, a la par, enseñar a leer y escribir a otros 30 pequeños. Este es un grado crucial, a veces no me alcanza la jornada para dar todo el contenido.
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“Un alumno con TEA no se concentra, no se relaciona con los amiguitos ni con la maestra ni con la asistente -enfatiza. Su aprendizaje es de manera fotográfica y el mayor desafío es hacer que permanezca sentado en su puesto y no altere la concentración de los otros, tan proclives a entretenerse.
“Ya comenzamos a incorporar medios didácticos. Estamos trabajando con el pictograma, en el que él va identificando cada momento de su día, desde que llega a la escuela, el recibimiento, el saludo, la entrada al aula y lo demás.
“La verdad, constituye un reto grande. Afortunadamente recibo ayuda de la asistente; mientras estoy dando la clase, ella trabaja con el niño a través de conjuntos si estamos dando Matemáticas. Sola no puedo hacerme cargo, porque son dos frentes muy distintos que me exigen el máximo como educadora.
“He contado con la cooperación de la psicopedagoga y, la maestra de apoyo del Centro de Diagnóstico y Orientación (CDO) viene y me dice cómo ir avanzando, pero me han exigido mucho las singularidades de este curso. He buscado en Google para informarme más. Le preparo rompecabezas sencillos y la familia ha sido muy cooperativa. Sin embargo, siento que como enseñanza nos faltan más herramientas para asumir esta realidad, que late aquí, en nuestras aulas”.
La Enseñanza Especial refuerza la atención individualizada. |
ENTRE MEDIAS LUCES
Diana tiene a su niño en una de las instituciones escolares del municipio cabecera. Desde el curso pasado fue diagnosticado con TEA. Ella es de las que espera con muchas ansias poder llevar a su pequeño a la escuela especial. Habla con otros padres y con mucha alegría escucha que allí sus hijos aprenden a leer y escribir, aunque demoren más de lo normal.
“Solo esperamos que exista la capacidad para llevarlo hasta el sitio que necesita -remarca- por más lejos que nos quede. Nuestro niño, gracias a Dios, es muy inteligente y con la estimulación precisa podrá avanzar. Donde está ahora, por más que su maestra sea excelente, no es lo mismo, porque ella debe atender a otros alumnos y no puede dedicarle el tiempo que requiere mi hijo”.
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Yamila Sanabria Rodríguez, psicopedagoga del seminternado Jesús Argüelles Hidalgo (en el mismo plantel conviven un centro escolar y un seminternado), detalla que actualmente lidian, en este centro, con la educación de otros dos estudiantes con rasgos autistas, sin un diagnóstico definido.
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“En ocasiones tienen un comportamiento un tanto agresivo y no quieren entrar al aula. Los primeros días, como era de esperar, fueron de muchas perretas. Nosotros hacemos todo lo posible por incorporarlos al colectivo, trabajamos con las láminas, conjuntos -alega Sanabria Rodríguez.
“La misión mayor es que son de primer grado, año vital en el aprendizaje. Los dos pasaron del círculo no evaluados, porque no hubo manera de poderles realizar el ejercicio. Como es normal, en su condición, no atienden a la maestra, pasillan y no permiten que los demás se concentren. A veces ellas no pueden dar clases.
“Las dos psicopedagogas apoyamos en los salones, tratamos de evitar también que haya un accidente y se den un golpe. En reunión con el CDO nos orientaron y ahora nos apoyamos en sus recomendaciones.
“Debemos prepararnos más para asumir a los educandos con condiciones especiales; empezar a incorporar métodos y alianzas que les permitan aprender y, a la vez, faciliten la labor a los docentes, porque solos no pueden lograrlo. Laboramos de manera mancomunada y es vital hacerlo así”.
Por su parte, Doralkis Benítez Martínez, directora del centro escolar Jesús Argüelles, con su vasta experiencia en el sector, confirma ese criterio desde la visión del Sistema de Educación en general, que le falta más conocimiento para la atención diferenciada e individual a estos infantes.
“Tienen otra manera de aprender, fundamentalmente utilizamos el método global, pictogramas; poseen especificidades con la lectoescritura que debemos valorar. No se trata únicamente de preparar a los maestros, se requiere involucrar a todo el personal, desde bibliotecarias, psicopedagogos, logopedas, instructores de arte.
“Por fortuna pasé un posgrado sobre el TEA. Ahí estuvimos varios sectores, directivos incluidos, para atender este trastorno que no es nuevo, pero hoy su incidencia es mayor en las escuelas”.
PUERTAS ADENTRO
En contraposición con lo que sucede en los dos planteles antes mencionados, en la Enseñanza Especial se considera discreto el incremento de niños con esta condición. Por ejemplo, este curso en el municipio de Las Tunas solamente creció en tres la matrícula.
De los 19 estudiantes que en total hoy son atendidos en la demarcación capital, 10 están ubicados en escuelas especiales por poseer, además, discapacidad intelectual; el resto se distribuyen: uno en círculo infantil, seis en la Educación Primaria, uno en Secundaria Básica y otro en la Enseñanza Técnica y Profesional.
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Yoania Peña González, metodóloga provincial de Educación Especial, informa que de esa decena primera, tres asisten a la “Camilo Cienfuegos”, como parte de un proceso de experimentación, como exige el tercer Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación, a partir de las precisiones para la atención educativa integral de estudiantes con dificultades generalizadas para el aprendizaje.
La metodóloga no desconoce que en el panorama tunero hay otros pendientes de un diagnóstico y que existe un grupo en estudio en la Primera Infancia que presenta problemas en el área de socialización.
“En la Dirección General de Educación de la provincia existe la intención y el interés de ampliar las capacidades de matrícula. Llevamos varios períodos realizando estudios tendenciales sobre las especialidades de atención, como el TEA, los trastornos de la comunicación y la discapacidad intelectual. Sin embargo, no siempre ha sido posible atender la demanda creciente de alumnos debido a limitaciones en la infraestructura”.
La metodóloga explica que la mayoría de las escuelas son locales adaptados, muchas aulas cuentan con poca capacidad, por ser pequeñas, y ha habido carencia de recursos para la reparación y construcción de nuevos inmuebles.
“Sin embargo, eso no impide ampliar la atención a estos alumnos, gracias a que en las instituciones hay especialistas capacitados, así como representantes por cada comunidad educativa. Asimismo, los maestros de apoyo de las especialidades asesoran y capacitan sistemáticamente a los demás niveles educativos, como parte de la extensión del trabajo de la Comisión de Apoyo al Diagnóstico de las escuelas especiales”.
ENTRE RESPALDOS Y ALIANZAS
Desde el CDO Municipal de Las Tunas, su directora, Yilenia Prieto Delgado, enfatiza en que es cierto que en los últimos tiempos se percibe la tendencia al alza de los niños con rasgos o comportamientos de autismo en las escuelas, y, por tanto, perfeccionan sus rutinas profesionales.
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“Como institución, nuestro papel es contribuir con el diagnóstico de los infantes que requieren atención especial, y la orientación a los centros educacionales y la familia. No emitimos un diagnóstico de TEA, eso es netamente clínico y se lleva a cabo por un equipo de expertos, entre los que destacan psiquiatras, psicólogos, logopedas, neurólogos y demás.
“Actualmente tenemos diagnosticados con TEA en todos los niveles de enseñanza. Al inicio del curso escolar orientamos a psicopedagogas y a algunas maestras de varias escuelas primarias, como Toma de Las Tunas, Jesús Argüelles y Tony Alomá. Compartimos un plan de trabajo, sobre todo, para los estudiantes en grados iniciales que les permita a las docentes enseñarlos, evaluarlos, valerse de medios didácticos.
Alude la directiva que desde el CDO se han propuesto iniciar un levantamiento de los menores con TEA y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDH), y los que aún están pendientes de un dictamen médico.
¿ESCUELA ESPECIAL O REGULAR?
Martha es la abuela de un pequeño con rasgos de autismo. Desde sus albores en la escuela regular le han recomendado el traslado a la Enseñanza Especial porque su aprendizaje es muy lento, pero la familia se ha aferrado al calor con el que está creciendo, rodeado por sus mismos compañeros de aula.
“Mi nieto es un niño muy afable, que gusta estar con los otros, escucharlos y aprender sus comportamientos. Nos enorgullece que sabe comportarse bien; es educado, sus normas sociales son correctas y esa socialización que fomenta su empatía es más importante para nosotros que su ritmo de aprendizaje. En su aula él es feliz y queremos defender eso a toda costa”, subraya.
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Maricela Fernández Vega, licenciada en Educación Especial y directora del equipo técnico asesor provincial del CDO, comenta que una vez ofrecido el diagnóstico especializado, siempre la sugerencia de la institución es la escuela especial.
“Allí se hallan los recursos necesarios -pondera. El máximo de alumnos es 12; un aula de una primaria tiene alrededor de 30. Cuando no hay posibilidad de matrícula, el estudiante debe quedarse en el contexto donde está, y sale del CDO con recomendaciones, que llegan al centro educativo.
“A partir de esas ideas se debe diseñar en la escuela una estrategia de atención, en la que todos, desde el profesor de Educación Física hasta la bibliotecaria, tengan implicación. La opción de la modalidad de Educación Especial en el contexto de hoy no es una camisa de fuerza. Tenemos predios de inclusión educativa, donde el niño posee el derecho a una enseñanza de calidad en el escenario que la familia considere que su hijo va a estar mejor.
“Existe la preocupación real, desde varias instancias, de ampliar el número de capacidades, incluyendo el CDO, que debe sugerir la modalidad a partir del análisis de la situación concreta. Cada municipio cuenta con una escuela especial, a excepción del cabecera y Puerto Padre que poseen cuatro. Pero es un hecho que esta población ha crecido considerablemente”.
“En la localidad capital, la escuela Alberto Arcos Luque podría ayudar al respecto, porque es grande, pero está en la salida de Jobabo. Es difícil llegar hasta allá y las familias se niegan. Tiene una guagua, que apenas sale por el combustible”.
INCLUSIÓN, HACER PUENTES
Los planteles tuneros no pueden ser los de antes; se parecen a los niños y estos a su tiempo. Por ello, entre tanta riqueza y diversidad, deben aflorar estrategias concretas para asegurar que el proceso educativo, en el campo que nos ocupa, transcurra con efectividad, para los estudiantes y la maestra.
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Asumir la inclusión es un desafío que involucra a todo el centro, por tanto, la capacitación no puede suceder en el momento que urge, sino desde antes, anteponiéndose a la amalgama de actitudes y condiciones que brotan en los más pequeños y son un hecho en nuestros hogares.
Que logren su realización personal y sean útiles, un interés marcado de la Enseñanza Especial con sus alumnos. |
En varias escuelas regulares, hasta nuestros micrófonos llegó la recomendación de habilitar un local en cada centro para la atención diferenciada, con menos cupos y más cerca de logopedas y psicopedagogos; una opción que puede ser muy provechosa.
Si desde varias esferas se vislumbra un incremento de rasgos y comportamientos en la infancia que requieren atención especializada, la Enseñanza Especial en la provincia debe prepararse materialmente para hacerle frente a tal realidad, que presupone caminos difíciles para muchas familias y precisa acompañamiento, apoyo.
Al final, el peso de esta situación no debe estar en el tipo de enseñanza. La inclusión educativa promete que donde se encuentre el niño reciba una atención de calidad, que sus potencialidades florezcan en tierra fértil. En suelo tunero, tales garantías, no pueden ser solo una promesa.