Las Tunas.- Le envié un mensaje a través de WhatsApp, recordándole que aquí estoy para celebrar sus triunfos y también para ofrecerle un hombro en los momentos difíciles. Ella me respondió con un audio lleno de emociones: “¡Qué locura! Nunca imaginé que ser madre sería tan abrumador. Siento una mezcla de alegría y miedo constante, como si estuviera montada en una montaña rusa que no se detiene”.
Aún le queda un largo camino antes de cumplir 25 años, y Marta ya ha decidido que un solo hijo es suficiente. Cuando expresa su frustración con la maternidad, sé que esa misma intensidad refleja el profundo amor que siente por su pequeño. La he visto angustiarse ante cada resfriado, cada caída, cada diminuta crisis que nunca parece ser diminuta.
Sara, madre de dos, se siente agotada por las exigencias de su hija mayor, quien atraviesa la complicada etapa de la adolescencia. Ha probado todos los consejos que encuentra en libros sobre crianza consciente, pero nada parece funcionar.
El retoño de Tamara tiene casi 4 años y ella aún lucha por acostumbrarse al desorden en casa y a la nostalgia de las citas de fiesta con amigos. Mientras tanto, Licet se enfrenta a la incertidumbre de cómo organizar su vida laboral con las mellizas a su cargo, sintiendo que el tiempo y los recursos nunca son suficientes.
Cada noche, cuando llega la hora de acostar a su Enrique, Alina reflexiona sobre los últimos meses: el positivo en el test, las dudas sobre su relación, las decisiones difíciles y la llegada del nuevo ser. Aunque no se siente completamente lista para lo que viene, repite para sí misma: “Debo ser capaz, tengo que lograrlo”.
Los hijos de Claudia y de Raquel ya son adultos, pero la distancia física entre ellos y sus padres resulta abrumadora. Mientras ellos se aventuran en tierras lejanas, ellas se mantienen conectadas a través de mensajes y videollamadas, acompañándose mutuamente en la incertidumbre y el anhelo de tener a sus “pequeños” cerca.
Podría llenar páginas enteras con las historias, porque hay una gran diferencia entre la maternidad idealizada y la realidad. El mito de la madre perfecta está presente en cada rincón de las redes sociales, donde muchas veces se oculta el caos implícito en la crianza de un hijo. La transición de mujer a madre no es sencilla; está llena de desafíos y aprendizajes constantes.
No nacimos con un manual bajo el brazo ni con un instinto infalible que nos guíe en cada paso. La maternidad se aprende día a día, enfrentando errores y aciertos. Y aunque hay algunas certezas en el camino, invariablemente habrá tropiezos.
Como sociedad vamos entendiendo que ser madre no nos despoja de nuestras aspiraciones personales. Aprendemos a disfrutar cada capítulo: desde las risas compartidas hasta las tardes construyendo castillos en la arena.
Por suerte, o quizás por la fuerza de la comunidad femenina, el concepto de maternidad en red sigue cobrando aliento. A veces aparece una amiga o familiar justo cuando más se necesita; cuando el llanto del bebé se vuelve incesante y la casa parece un campo de batalla. Y son muchas las comunidades virtuales donde es posible compartir experiencias, consejos y apoyo emocional, donde celebrar los logros de los hijos o simplemente encontrar consuelo en palabras y emojis durante los días más complicados.
A todas las madres ¡muchas felicidades! Su valentía y dedicación son un testimonio de amor incondicional y fortaleza.
No temas, lo estás haciendo bien.