Las Tunas.- Pones las palabras "accidentes en Las Tunas" en Google, el principal y más popular motor de búsqueda en Internet en el mundo, y el corazón se encoge. Sitios web cubanos y foráneos detallan los sucesos. Luego, fatalmente, vienen las estadísticas. ¿Acaba así, en cifras, la tragedia? Jamás.
Nunca estoy convencida de si es bueno para algo comparar los números de accidentabilidad de un año a otro. O igual de un semestre o un mes con sus pares de calendarios anteriores. Cuenta para mí, honestamente, que esa imagen violenta del impacto se queda para siempre en la psiquis de hasta un simple y casual testigo de los hechos. ¡Imagine un segundo estar entre las víctimas!
Lo realmente importante, digo yo, es que no existan accidentes del tránsito, al menos aquellos donde la evidencia no deja dudas de que pasan por irresponsabilidad, por confiados, por baja percepción de riesgos, por creer que manejar es un hobby y, fundamentalmente, por violar lo legislado a conciencia plena, entre otros desatinados actos.
Le explico y ejemplifico. Acabo de leer que en Las Tosas, provincia de Sancti Spiritus, este 26 de julio murieron cuatro personas, entre ellas dos niños, porque una familia "que transitaba en un camión particular intentó cruzar el río crecido sobre un puente sin barandas. Como resultado de esta acción el chofer perdió el control, se salió de la vía y fue arrastrado por las aguas con 10 personas en el interior del vehículo", dice una información publicada en Cubadebate.
Son obvias las preguntas y respuestas sobre esta mortal tragedia. Lo mismo sucede cuando la lupa del dolor hurga causas y consecuencias. Todavía está viva la herida del accidente masivo ocurrido en el kilómetro 21 de la carretera "Amancio"-"Colombia", en enero de este año en el que se lesionaron 52 tuneros. Tenemos que pensar.
Nuestras conductas y decisiones no son tan nuestras como creemos. Repercuten. Afectan a la familia. Involucran. Dañan. Agosto es más que vacaciones. Muchas alertas penden del hilo de la vida, la tranquilidad social y el bienestar doméstico y comunitario. Junto a ellos se tornan no menos peligrosos el dengue y las radiaciones solares. Sin contar, por demás, que el covid-19 nunca dejó de estar ahí. Una amenaza real y cruda también son nuevas virosis que están en circulación y todavía no se conocen con profundidad sus manifestaciones clínicas y tratamientos específicos. La gripe y las diarreas son propias del verano.
En fin, agosto está lleno de alertas y advertencias. Si bueno es relajarse, darse un respiro espiritual y hasta "saborear" caprichos para romper rutinas y malas rachas, es imprescindible no quedar atrapados "en aires" que llamen a la desgracia personal y colectiva. Los padres no tienen derecho a arrastrar a sus hijos pequeños a esas aventuras potencialmente mortales. Si el peligro está a la vista, aléjelos y aléjese. Condenarse después no es el asunto. No hacerlo o evitarlo sí es su problema.
Cada momento da señales de que hay que repensarse los pasos. Bañarse en un río puede ser muy complicado si no se valoran riesgos y beneficios. Los rayos ultravioletas cobran su cuota alta con cáncer en la piel y las insolaciones traen serias consecuencias. El agua no anda muy clara, pero los infantes deben estar hidratados frente al calor sofocante y hay que tomarla con mayor frecuencia.
Sobre los adultos recae con fuerza evitarles enfermedades a los niños y ancianos. La Organización Panamericana de la Salud asegura que el cambio climático es la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI y puntualiza que ocurrirán 250 mil muertes adicionales por año en las próximas décadas por esa razón. Y ya está sucediendo la anomalía ambiental. El impacto directo de las altas temperaturas, la sequía, las tormentas fuertes y el aumento del nivel del mar son evidencias irrefutables.
Hay que relajarse y aprovechar los momentos agradables que borran el estrés y la sobredosis de tensiones que vivimos, pero no podemos dejarnos arrastrar por la pasión del ocio y la aventura. Divertirse hoy y enfermar mañana no tiene gusto. No desoiga las advertencias ni las alertas de agosto. Estar sano es paz y una inversión que no tiene precio. Seamos responsables, sobre todo con quienes dependen de nosotros. Cuidado si maneja. Los accidentes provocan heridas incurables. Pensemos por favor.