Las Tunas.- Ocurrió un colapso del Sistema Eléctrico… en España, y hemos tenido una sensación, cuando menos, interesante. Quizás por razones culturales -o porque teníamos personas a las que preguntarles cómo se la pasaron- estuvimos especialmente atentos al asunto, por más que en otros sitios como Puerto Rico y Angola acaecieron hechos parecidos en meses recientes.
Memes aparte, miramos desde la distancia algo muy similar a lo que hemos tenido acá cuatro veces en menos de cinco meses, y conviene sacar en limpio varias lecciones interesantes.
Primero: nuestros expertos tenían razón. “La generación de electricidad tiene que ser igual a la demanda en cada momento, porque esta energía no se puede guardar en un almacén, y es preciso generar a cada instante lo que a cada instante se demanda”, explicaba en octubre pasado Miguel Castro, docente de la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la universidad tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría, al venirse abajo nuestro Sistema Electroenergético Nacional (SEN) por primera vez.
“Cuando dicho balance no se puede lograr por la razón que sea, se producen fenómenos de inestabilidad muy peligrosos que hacen colapsar rápidamente los sistemas sin que ninguna acción humana pueda impedirlo”, indicó.
Si alguien lo dudaba, viendo lo que pasó en la península ibérica ya lo tenemos claro: no importa cuán desarrollado sea tu SEN. Puede ser como el nuestro, asolado por las carencias que en primera instancia provocan el asedio económico estadounidense, o con mejores prestaciones como el español; cuando se produce un brusco desbalance entre la demanda y la oferta de energía, no puede hacerse nada para impedir lo peor.
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Segundo: las fuentes renovables de energía no son el problema, son parte de la solución. Tras los sucesos del 28 de abril, la sociedad española debate sobre la pertinencia de continuar expandiendo la participación de las fuentes renovables de energía, pues algunos analistas opinan que su inestabilidad, sobre todo de la fotovoltaica, habría colocado al sistema español en situación de vulnerabilidad.
Sin embargo, el principal operador hispano del ramo ha sido enfático diciendo que es todo lo contrario. De hecho, en determinados momentos, el Estado español en pleno ha llegado a abastecerse de la energía generada con los paneles solares o los sistemas eólicos. A diferencia de la energía nuclear, defendida por los representantes de la derecha política. Resulta que, y eso los cubanos lo hemos aprendido bien, ante un colapso del sistema las grandes centrales necesitan que se les lleve energía para arrancar de nuevo, y las nucleares son de las que más la necesitan; por lo que, momentáneamente, fueron un obstáculo en el empeño de levantarlo todo otra vez.
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Restablecimiento del Sistema Electroenergético Nacional (cobertura en vivo)
Una avería en la subestación sería la causa de un nuevo colapso del Sistema Electroenergético Nacional (SEN) ocurrido en la noche de este viernes, dijo la Unión Eléctrica (UNE). Al filo de la medianoche ya se había restablecido el servicio en circuitos vitales en por lo menos 12 provincias, aseguró la entidad.
Tercero y no menos importante: lo privado no es el remedio, especialmente cuando se trata de sectores estratégicos como el energético. Resultó que en un escenario de ausencia de electricidad que paralizó al reino europeo, parte de Portugal y el sur de Francia, los que mejor respondieron fueron los servicios públicos de emergencia en el transporte, las comunicaciones y de seguridad.
En los foros de debate españoles aflora que la paulatina privatización de la que fue víctima su Sistema Eléctrico, desde finales de la década de 1980, habría labrado el camino del colapso del 28 de abril, pues las empresas operadoras, guiadas más por el lucro que por el servicio, no pusieron el esfuerzo debido en las inversiones en infraestructura.
“La caída del Sistema Eléctrico demuestra que necesitamos control público de la energía. No podemos seguir en manos de grandes energéticas a las que les da igual que se apague un país con tal de seguir llenando sus bolsillos”, denunció la diputada de Podemos Irene Montero. Y no andaba muy errada en su alerta, porque al día siguiente del apagón, automáticamente subieron las tarifas eléctricas en un elocuente intento de recuperar rápidamente las ganancias perdidas en la jornada anterior.
Puede que en apariencia el empuje del capital suene atractivo; sin embargo, es justamente ante contextos críticos cuando queda demostrado que lo público puede ser eficiente y también salvarnos a todos como obra en función del bien común.