Las Tunas.- Esta vez encontrar a Pedrito es mucho más sencillo, porque 26 sabe de su magia para aliviar el dolor ajeno y conoce ese don suyo de “inventar”, cuando el que espera del otro lado de su buró es un adolescente, un niño discapacitado o una mamá desesperada que no esconde su pena. Entonces, Pedro José Oliva Rodríguez se multiplica y la mirada le camina lejos.
Para robarle unos minutos de su tiempo hay que sortear, literalmente, a dos o tres pacientes que lo aguardan en las afueras del Laboratorio Provincial de Prótesis Ortopédicas, con toda intención de hacerle una encerrona. Cada cual carga con su limitación a cuestas; mientras, él sigue enfrascado en el diseño y elaboración de artificios ortopédicos mediante la utilización de tubos de PVC.
Me cuenta que hace más de cinco años el déficit de materias primas aqueja al servicio de ortopedia y los golpea a ellos, los rostros que lidian directamente con los pacientes que llevan escrito en un papel tratamientos que no están en existencia. Pero “que nadie crea que esas personas van a irse para su casa con las manos vacías”.
Pedro José Oliva Rodríguez derrama talento y amor en cada férula, corsé u otro artificio para aliviar a los pacientes. |
“Gracias a la inventiva logramos prestar servicio a niños y adultos. No somos los únicos, ni tenemos un gran mérito, otros colegas también han realizado dispositivos que sustituyen los originales, dice, desde la modestia, y apunta con el dedo hacia los tubos plásticos. “Ahí están las soluciones”.
“A falta de polietileno, que es lo óptimo para elaborar férulas, he buscado soluciones con tubos de PVC, remaches, con velcro doble cara y espuma de goma para que el paciente no esté en contacto directo con el artificio. Agarro una pistola de calor y después de un buen rato, mucho sudor, quemaduras en las manos y más, el PVC se convierte en una plancha y ahí empiezo a trabajar.
“Déjame decirte que gracias a esta alternativa hasta la fecha ya hemos confeccionado más de 100 corsés para niños y adultos. El trabajo es agotador, pero cada vez que llega una mamá y entra solo a dar las gracias y empieza “doctor, usted no se debe acordar de mí, pero gracias al corsé mi niña es otra y logró eliminar aquella curvatura tan grande, nosotros estamos muy agradecidos…”. Entonces Pedrito dice: “claro que los recuerdo” y sonríe bonachón.
Alega que gracias a una donación del Centro de Electromedicina hoy cuentan con PVC para laborar, aunque los mismos pacientes también llevan algún que otro pedazo para contribuir con la misión de Pedrito.
Además de los corsés para corregir la postura, usados para las escoliosis, las férulas que brotan de su inventiva son fundamentalmente para pie equino, permitiéndoles mantenerlos en la posición anatómica; en la mano para aliviar el dolor provocado por la tendinitis y en la epicondilitis, inmovilizando el codo.
Junto al aparato de plástico que pone Pedro en las manos de cada paciente van también sus mejores intenciones. “El servicio es muy sensible. La gente que me toca la puerta llega marcada, agobiada por una dolencia, discapacidad, por el dolor y el miedo de los padecimientos de sus hijos y esa carga yo la acojo también; esa urgencia me impulsa a trabajar, a buscar soluciones”.
Actualmente el técnico en prótesis prepara una donación de férulas pasivas de mano para los niños que permanecen en Terapia Intensiva del Hospital Pediátrico. A eso dedica el tiempo extra.
En su puesto de trabajo gasta las horas diseñando un artificio para facilitarle la vida a cierto paciente que se le cruzó hace unos días en la calle. “Vi a un niñito en silla de ruedas, amarrado para que no se cayera y ando enfrascado en lograr la confección de un cinturón cómodo para fijarlo y un separador para las piernas. Pienso no solo en él, sino en todos los pequeños que comparten la misma suerte”.
De más está decir que Pedro entremezcla el PVC con una dosis inusual de apegos para los tiempos que cursan. En el proceso no solo se involucra el cerebro o se queman las manos, hay también otro tipo de desgastes, de implicaciones… Con la mirada limpia lleva sus férulas, corsés y otros adonde puedan ayudar, aliviar los dolores que él entiende muy bien.