Las Tunas.- Recientemente el centro cultural Luanda acogió la presentación de la obra Trapito, del teatro guiñol Los Zahoríes, puesta de gran valor didáctico, que –entre otras lecciones- vislumbra la fealdad del egoísmo y la amistad como un tesoro al alcance.
Bajo la dirección artística de Yuri Rojas, la dirección general de Mayelín Batista y la actuación de Frank Herrera, Yosvany Maceo, Jessica Ochoa, Néstor Santiago y Lisandra Rivero (esta última a cargo del protagónico), más Richard Rubén en el sonido, la puesta cuenta la historia de un conejo que inventa que todos los días son su cumpleaños para que le den regalos.
Desde que se estrenó en el 2020, la pieza ha atrapado a los espectadores no solo por la trama y la calidad interpretativa, sino por hacer partícipes al auditorio del juego actoral. Y aunque no se ha podido presentar desde entonces como quisiéramos en la sala Raúl Gómez García (sede del colectivo escénico), por problemas infraestructurales de la institución, la obra se ha adaptado a espacios flexibles, tal sucedió en el pasado calendario en las Romerías de Mayo, con sede en Holguín. También se ha presentado en la Ciudad de los Tinajones, con buena aceptación por parte del público.
Matizada por títeres y actores en vivo, que cantan y tocan instrumentos musicales, la narrativa conmina a la reflexión sobre valores como la solidaridad y la fidelidad, que se imponen ante el egoísmo y el interés. Al final, Trapito (el títere-conejo) aprende felizmente la lección.
Tras los pasos de sus inspiradores en el arte de las tablas, aquellos que desde el 14 de septiembre de 1971 se entregaron al guiñol Los Zahoríes, el joven elenco renueva sus energías e intenta mantener vivo y activo su repertorio, a pesar de las vicisitudes. Ojalá que Trapito regrese pronto al tabloncillo de la sala Raúl Gómez García; ese sí sería un gran regalo.