Las Tunas.- Tomás Eugenio Escobar Ávila es médico de profesión, pero –como diría el amigo Armando López Carralero (quien lo impulsó a ingresar en las filas de la Asociación Hermanos Saíz)- también es "amante de la Literatura y, en específico, de la poesía, por vocación y misteriosa realización espiritual... ".
Con su poemario La numeración y el ojo, recién obtuvo mención dentro del Premio David, que incentiva a escritores jóvenes. Se trata de un importante certamen nacional, convocado por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba desde 1967 en homenaje a Frank País, cuyo seudónimo en la clandestinidad era precisamente David. En esta ocasión se convocó en cuento, ensayo y poesía, presentándose más de 50 autores noveles y resultando los máximos ganadores Nelson Pérez Espinoza, Cynthia Vargas Sarmiento y Joel Herrera Acosta, respectivamente.
La obra con la que obtuvo el lauro el tunero con nombre arameo consta de 50 poemas que, al decir de Mandy (sobrenombre con que se conoce al colega mencionado al principio), resulta "armoniosa avalancha de sucesos cronológicos, que evidencian su amor por la familia y sirven de testigos a disímiles conflictos cotidianos que bien podrían ser los conflictos de cualquier otra persona. Poesía a base de metáforas, astutamente elaboradas, con la sorpresa a punta de versos... ".
El periódico 26 no quiso quedarse al margen de la buena noticia y, más allá de la guirnalda en sí, cultivó el diálogo para conocer al autor. Acompáñenos.
- Tomás, para ti qué es la poesía y cuáles son esos derroteros que mueven tu creación.
Soy una persona un poco solitaria, digamos que he encontrado en "ella" una especie de compañía, refugio y liberación. Es también mi manera de exorcizar la rabia ante cuestiones cotidianas. Desde niño leo poesías y me ha marcado, como también me han marcado figuras y tópicos como mi padre, mi madre, la vejez, el temor por lo impredecible...
- Temas que también marcan el cuaderno laureado.
Sí, son precisamente algunos temas que se tratan en este cuaderno, dedicado a mi madre. En general, abraza la familia, la despedida, la propia forma de sobreponerse a las vicisitudes y otros asuntos. Es mi segundo libro como tal, pero el primero en enviar a concurso.
- Y el proceso, desde que caes en estado de catalepsia hasta que nace la obra, cómo sucede en ti.
Un poema puede surgir en cualquier parte, solo basta la necesidad de querer escribirlo. Trato de ser fiel a eso, pero disfruto más el nacimiento en soledad, donde pueda concentrarme. Trato de que la poesía ante todo sea honesta.
- ¿Cómo descubriste la literatura?
Comencé leyendo a autores tuneros: María Liliana Celorrio, Lesbia de la Fe, Armando López, Yuslenis Molina... Después me acerqué a escritores americanos como Emily Dickinson, Sylvia Plath, Poul Anderson... Luego a Alejandra Pizarnik y otros. Ahora estoy profundizando más en cubanos como Damaris Calderón y Liudmila Quincoses. A veces leemos cosas que son diferentes a lo que uno escribe y existen algunas cosas con las que hallamos puntos de contactos. Lo importante es nutrirse constantemente.
- Esperabas obtener algún galardón en el "David".
La literatura no se debe hacer esperando premios. En mi caso, el libro lo envié el último día. Más que todo, lo que quería era dar a conocer la obra, que llegara a manos de escritores experimentados y, de cierta manera, fue así.
- Qué géneros prefieres escribir.
Me siento mucho más cómodo con los versos libres y la prosa poética, lo que no quita que en ocasiones escriba décima, soneto u otra estrofa rimada.
- Eres médico de profesión, en qué medida se imbrican la Medicina y la Literatura en tu universo creativo.
Más que caminos diferentes, veo a ambos oficios muy complementados. La poesía me ha dado herramientas espirituales para entender, comprender y salvar, porque la poesía también salva. Y la Medicina me ha dado herramientas para plasmarlo. De hecho, tengo varios poemas que tratan sobre cuestiones médicas. Es interesante cómo una influye sobre la otra. Me gusta verlo así, una mano tendida sobre la otra. Incluso, en la tristeza existe un poema por contar.
- Proyectos actuales...
Ahora se encuentra en proceso de edición mi primer libro, titulado Una línea de mercurio, que saldrá publicado por la editorial Primigenios. Asimismo, trabajo en tres inéditos y me presento, en lo posible, en peñas con sede en la Casa del Joven Creador como Hojas sueltas y Sinestesia, además de otros espacios como la Feria del Libro. Me falta mucho por aprender, creo que eso siempre va así, una constante superación.
- Nos compartes algún poema del poemario La numeración y el ojo...
Sí, cómo no, el número cinco.
E= MC 2, repito una y otra vez hasta el delirio. Muerdo el pan con el que acaba el desayuno. Sólo pan y tristeza entre la masa inexistente para la compleja fórmula física y la otra historia. Einstein hablaba de la energía, de la masa y de la luz cuando era posible soñar, y llegar a descubrir el universo, las reacciones de la partícula, la bomba atómica, y aquella línea divisoria entre paz y ciencia. Einstein pensaba: E=MC 2. Lo mismo pienso yo, pero sin masa. He adelgazado en la oscuridad y mis hermanos van tras un farol de luciérnagas, persiguiendo la luz que los salva del tedio. Madre corre desde la vejez y su retina es igual que en aquella fórmula, algo increíble elevado a la 2, trascendiendo la visión humana que poseo con el argumento del milagro. Mi sobrina y mi padre cuentan en regresivo para volar, pero nada saben de la física o el tiempo. Nos hemos perdido en esa fórmula infinita como en una espiral de tragedias, sin masa, sin luz, sin energía. Nos hemos perdido en esa ecuación increíble de las guerras.
...
Acaba el diálogo y lo felicito nuevamente. Más allá de un lauro, Tomás sabe lo que verdaderamente importa: la superación, la honestidad, la modestia... Por esos senderos se cuela la luz y el lector lo percibe, agradecido, ese que termina escribiendo el capítulo final de esta novela compleja, pero hermosa que resulta la vida y obra de un escritor.