Las Tunas.- ¿Cómo medir los aportes durante tantos años de quienes se entregan en cuerpo y alma cada día por un bien mayor? ¿Cómo decir, gracias, de la mejor manera sin seducir egos ni triunfalismos? En el lobby del teatro Tunas, allí estaban la víspera rostros conocidos, almas necesarias. La cultura tunera les agradeció a través de condecoraciones, aun sabiendo que merecen más, pero que -como dijo Martí: "Honrar, honra".
Con la presencia del ministro de Cultura, Alpidio Alonso, el gobernador de la provincia, Jaime Chiang, y otras autoridades se realizó la solemne ceremonia. La Placa por el aniversario 195 del natalicio de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé) fue la primera entregada. Varios cultores de tradiciones la recibieron, creadores al estilo de Anais Ray (directora del Centro Provincial de Casas de Cultura), el intelectual Carlos Tamayo, el poeta y profesor Guillermo Castillo Ramírez, el repentista Dimitri Tamayo, Ramón Batista (director de la casa iberoamericana de la décima El Cucalambé), entre otros.
Asimismo, se otorgó la Distinción Raúl Gómez García, que estimula a trabajadores destacados por más de 20 y 25 años de labor ininterrumpida, en el sector de la Cultura. Este agasajo lo merecieron nombres ya mencionados como Anais y Dimitri, pero también otros como Julio Peña Ferrales y Ramón Carlos Leyva. Por su parte, amenizaron el momento los hermosos acordes del maestro concertista Félix Ramos y las criollas melodías del trío Entre Notas.
Como colofón de la cita se entregó la Distinción Por la Cultura Nacional a cinco personalidades de la cultura tunera: la escritora e investigadora Marina Lourdes Jacobo, presidenta de la Fundación Nicolás Guillén; el promotor cultural Ramón Batista, líder de la Casa de la Décima; la actriz Verónica Hinojosa, Premio Nacional de Cultura Comunitaria; Guillermo Castillo Ramírez, quien ha contribuido desde la docencia a multiplicar saberes decimísticos desde edades tempranas; y el músico Rolando Portillo, con casi 50 primaveras unido al mundo del arte. Emocionados, estos y otros presentes sonreían y se hacían fotos, dejando constancia gráfica de esa hermosa vivencia, premio al sacrificio.
