Las Tunas.- El evento Color Cubano, que recién culminó en la provincia, con el impulso de la Brigada José Martí (BJM), devino en su tercera edición una plataforma de confluencia y socialización, con la participación de creadores de diversas provincias del país, los trovadores Eduardo Sosa e Inti Santa, y la inserción de escritores mexicanos.
Casi al cierre de la cita, la Fundación Nicolás Guillén (FNG), acogió a los hijos de la tierra azteca, Said Vladimir Ramírez y Guadalupe Lezama, quienes presentaron en el contexto sus libros Los terribles blues de Guayaquil y No vendrá el armisticio, el primero del joven y el segundo, de la muchacha, textos que vieron la luz por la editorial La Tinta del Silencio. También leyeron obras de esos volúmenes y significaron la alegría de estar en Cuba por primera vez y nutrirse de nuestra cultura.
Asimismo, esa institución acogió la conferencia La música y las artes visuales desde la visión martiana, con la participación de los docentes Roger Gómez Ocano, Aleida Best Rivero e Irina Benítez Solís. Ellos, desde diferentes escenarios, se han acercado a la vida y obra del Apóstol, pasión que impulsa desde investigaciones hasta audiovisuales. Ocano, por ejemplo, realiza videos que nos muestran al Maestro a partir de las visiones de varios de sus estudiosos en el Balcón de Oriente.
Irina Benítez, en cambio, presentó allí Yo dibujé a Martí, libro que recoge el diario que escribió el adolescente Bernardo Figueredo Antúnez, entre diciembre de 1893 y enero de 1894, cuando fue compañero de viaje del Héroe Nacional de Cuba. El texto enuncia una serie de anécdotas que hablan de la sapiencia martiana con respecto a las artes.
En ese contexto, Aleida Best también conminó a acercar el autor de La Edad de Oro a las nuevas generaciones mediante proyectos y otras iniciativas. Además, exhortó a todos los presentes a defender -desde cada trinchera- esos valores que tanto enalteció el Más Universal de los Cubanos.
Más allá de un programa variado, que puso a disposición del público conciertos, exposiciones, actividades comunitarias, espacios teóricos y otras propuestas, la cita propició descargas informales, matizadas por la cubanía y el entusiasmo. Así, no es de extrañar que aparecieran los pies forzados, el punto cubano y la décima como estrofa nacional, en medio del intercambio.
Al dialogar con diferentes protagonistas, una frase salía a relucir con frecuencia: "Siento orgullo de ser instructor de arte", máxima que resume el sentido de pertenencia que distingue a un gremio, multiplicado en escuelas, casas de cultura, comunidades y espacios variados.
"Color Cubano tuvo su génesis en el salón 19 de Mayo, convocado desde Las Tunas. Años después incluimos el encuentro de trovadores y, por el impacto alcanzado, lo soñamos como evento", rememoró Baire Cartaya, quien formó parte durante 16 años de la dirección provincial de la Brigada José Martí (BJM), 6 de estos como presidente. "Una de sus particularidades es que, más allá de nuestra labor en diferentes escenarios, nos muestra también como artistas, y eso es importante", agregó.
En general, el evento festejó el cumpleaño 20 de la BJM y honró el quehacer del artista visual Alexis Roselló, así como del músico Delfín Ramos, tristemente fallecido. Sencillamente, devino un canto a la cultura cubana, porque -con "Color Cubano" -el Balcón de Oriente tuvo más color por estos días.