Las Tunas.- En cuanto raya el alba, Martha se levanta a preparar el desayuno y coloca, de forma instintiva, una palangana grande debajo de su fregadero. Hace más de seis meses adoptó esta rutina. Cuando la fosa de su casa está a punto de verter, ella elimina la conexión del desagüe, acopia los desechos y luego los arroja hacia "la parte menos transitada de su calle, para no ser tan desconsiderada", comenta.
Mientras dura el diálogo coloca en más de una ocasión dicho recipiente entre su rostro y la grabadora. Asegura que este proceder es la razón por la que tiene un dolor agudo en la espalda, que en la noche, con frecuencia, no la deja dormir.
“Ustedes no imaginan cuántas palanganas me toca botar, por eso no puedo ir tan lejos”.
La familia de Martha tiene una fosa de escasos metros cúbicos que suele llenarse en poco menos de un mes. Hace unos años estos vecinos del reparto Fernando Betancourt no cargaban con tal problema, pues hacían el reporte y en una o dos semanas el carro fosa iba y cumplía su cometido por solo 10.00 pesos. Pero desde que a principios del 2021 el servicio elevó su costo a 280.00, ya los números no cuadran tan fácilmente en el presupuesto mensual.
“Estamos pagándolo dos o tres veces al año, para más no podemos, porque yo soy jubilada y los ingresos dan apenas para comer -confiesa la sexagenaria-. En ocasiones la tenemos desbordada y no hay quien viva por el mal olor y las moscas. Toca hacer zanjas, echar petróleo y rezar para que no llueva”.
Como ella, otros habitantes en Las Tunas comparten realidades similares, máxime en una provincia donde 40 mil fosas se mantienen activas y, según los expertos, menos del 20 por ciento de los lugares cuenta con alcantarillado.
DESCOLORES DE LA COTIDIANIDAD
El alza del precio del mencionado servicio por parte de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado, en consonancia con el proceso de ordenamiento económico que ha vivido el país, vino a condicionar una nueva problemática que hoy deja sentir su impacto negativo en disímiles comunidades.
“Definitivamente ha habido una baja en los reportes -puntualiza Alcides Naranjo, director de Mantenimiento e Inversiones de la entidad en Las Tunas-. En el 2021 el total de solicitudes fue apenas el 33 por ciento de las recibidas el año precedente. Tuvimos seis mil 294 pedidos y solo se quedaron 35 fosas pendientes. En cambio, al cierre del 2020 no pudimos atender más de 300 y en el 2019 fue un número mayor a dos mil. Muchas veces teníamos entre 500 y 600 vertiendo, el panorama era más complicado.
“En el actual escenario han incidido cuestiones fundamentales -enfatiza el directivo-, hubo un incremento de la tarifa, a las personas les parece elevada y aún no la han asumido como un gasto de obligatoriedad para la higiene del hogar.
“Es cierto que algunas familias, por el monto superior, actúan de manera más responsable y se cuidan de no gastar agua y favorecer el llenado antes de tiempo, mas no siempre es así. En cuantiosas oportunidades, igualmente hemos observado que, a raíz de esta situación, hay pobladores que desvían los fregaderos para la calle y vierten líquidos, el desperdicio de corrales y demás desechos que conspiran contra la salud ”.
Kiuris Álvarez Batista, directora de la unidad empresarial de base Saneamiento Ambiental del municipio cabecera, subraya que lamentablemente en diversos recorridos han comprobado que existen fosas vertiendo sin que sus dueños hagan el reporte. Ante la visita de los inspectores, estos alegan que no tienen el recurso para pagar.
“Actualmente, la localidad tiene aprobadas 330 fosas reiterativas, que se llenan en alrededor de 15 días -detalla-. Ante ese hecho implementamos una estrategia, se cobra el servicio, pero lo dividimos entre el número de limpiezas anuales para colaborar con la economía familiar. A estos casos les damos una atención prioritaria.
“Hay repartos de la ciudad con cuestiones muy puntuales. En La Loma, la Calle 65 es de las que más vierten; también La Victoria tiene gran incidencia. Allí muchos residentes no hacen los reportes y por doquier sobran los ejemplos de cuatro o cinco viviendas conectadas a una fosa de cuatro metros cúbicos”.
Los expertos destacan que una de las principales causas de este fenómeno es la cantidad de reservorios de ese tipo que construye la población sin cumplir los requisitos técnicos y la hermeticidad necesaria, por eso cuando llueve se llenan con facilidad. Igual alertan que al conectarlas con corrales de cerdos se acortan los ciclos tradicionales de limpieza, que debe ser una o dos veces al año.
RETOS INMEDIATOS
El tema tiene un impacto importante en la cotidianidad de esta comarca. Una fosa que vierte y no se reporta puede complicar la situación epidemiológica de comunidades completas y eso no es, en modo alguno, asunto menor.
El director de Mantenimiento e Inversiones de la empresa en el territorio explica que en el presente le confieren relevancia a lograr la construcción de alcantarillados simplificados, como estrategia para eliminar las áreas que más dificultades presentan. En el calendario anterior se ejecutó un proyecto análogo en el municipio de Manatí y arrojó resultados muy favorables. A la fecha se planifica uno similar para la calle Camilo Cienfuegos, en la ciudad capital.
A través de la plataforma EnZona se pueden informar los vertimientos en Las Tunas. Hoy más de 80 solicitudes están siendo atendidas por esa vía en un plazo que, aseguran los especialistas, ronda las 72 horas.
La provincia cuenta con carros fosa en todos los municipios, salvo en Colombia, y los conocedores confirman que es suficiente para hacerles frente a las demandas actuales. Acueducto y Alcantarillado, por su parte, sigue dando prioridad a los casos reiterativos, así como a controlar que el aumento de los precios no sea excusa para las indisciplinas y ocurra un incidente sanitario.