Las Tunas.- Mientras el mundo, en especial el relacionado con el cine, se rinde a la grandeza deportiva y humana de Teófilo Stevenson, desde casa quedan al pendiente múltiples deudas con la memoria histórica del mejor boxeador amateur de todos los tiempos.
La complacencia parece rondar a partir del inicio de los rodajes del filme Teófilo, coproducción de Cuba-Rusia, dirigida por Alejandro Gil, además del reciente anuncio de una cartelera boxística este sábado por el cumpleaños 73 del gran pugilista. Nada más ajeno a la realidad, pues mucho resta por realizarse para gratificar a una figura que esquivó un cheque en blanco por encestarle al orbe ese golpe de valores y compromiso con la Revolución.
En Las Tunas no existe un sitio que sirva de homenaje, mucho menos uno que resguarde el tesoro patrimonial del más grande deportista en el territorio. Decirlo por sí solo avergüenza a cualquier tunero, sobre todo a aquellos relacionados con el sistema atlético. Sin embargo, la escasez de recursos y la limitada capacidad creativa, por dejar a un lado la falta de interés, tienden una mano, bajo el nombre de excusa, a los directivos de Deportes; en tanto, el dios Cronos sigue su paso.
El proyecto sociocultural en la casa de Pirolo (como le llamaban sus allegados), en Delicias, quedó en el limbo de alguna gaveta de oficina. Además del espacio de museo, el conjunto arquitectónico incluía un gimnasio de boxeo y un parque que, a través de su propia estructura, exponía la vida del puertopadrense. Por muy pretencioso que suene, la dejadez administrativa le ganó el pulso y en estos momentos su construcción luce inviable.
Situación similar ocupa la plaza honorífica que se edificaría al frente de la sala polivante Leonardo McKenzie Grant. Las bases de hormigón recuerdan, a quien pasa por allí y conoce de la idea, que el panorama supera el aspecto de lo material y sí radica en el factor humano, tal vez, con el categórico enunciado de falta de sentido de pertenencia. La obra, cierto, demandaría de una inversión importante, aunque, para ser honestos, simbolizaría migajas respecto a cuánto le aportó desde encima del ring Stévenson a Cuba.
Por si fuera poco, la copa de boxeo, con la disputa de carteles en la Villa Azul, también resultó relegada en el calendario de competencias y, por lo visto, a nadie perjudica, cuando en realidad es un nocaut, tan fuerte como los propinados por Téofilo, para cada uno de los lugareños.
La labranza del futuro de una sociedad pasa por el apego al pasado, para erigir desde el presente los valores con los cuales las nuevas generaciones se desarrollarán. Por lo pronto, el Balcón de Oriente se conforma con una gigantografía en la entrada de la ciudad, como si fuera suficiente resumir tanta gloria en una sola imagen.
El compromiso con la memoria del pueblo tunero constituye una misión de suma prioridad y así respetar a quienes han sido grandes a tal punto de situar en el mapa del orbe no solo a una provincia, sino a todo un país.