Las Tunas.- Una aceptable conducta ética y moral, tener la mayoría de edad y contribuir a obras de impacto social, distinguían entre las principales peculiaridades y reglamentos de la Unión Fraternal, la sociedad que unió a negros y mulatos durante la República Neocolonial en Las Tunas.
Situada en la populosa calle Francisco Vega, nació el 28 de noviembre de 1918 tras la mezcla de dos asociaciones -Luz Tunera y Juventud Renaciente-, como una evidencia palpable de las diferencias por el color de la piel durante el siglo XX, pero, sobre todo, como una necesidad de instrucción, representación y recreo.
Mirian Reyes, profesora e investigadora del campus Pepito Tey de la Universidad de Las Tunas, recuerda las historias contadas por su padre, un antiguo vendedor de periódicos que solía acudir a los predios de la llamada sociedad de color.
Allí los negros no solo se reunían para bailes, relata la docente, también lo hacían como búsqueda de soluciones a problemas que existían por aquellos años, a tal punto de crear instituciones educativas como la biblioteca Rafael Zayas González y una escuela en el horario de la noche, gratuita para grados primarios.
Fueron décadas de marcada discriminación, por eso Las Tunas tenía un Liceo para los blancos e, incluso, en algunas fiestas populares o privadas había costumbre de delimitar el paso entre salones con una soga para impedir la mezcla; la existencia de la Unión Fraternal no es más que un espejo de la Cuba estigmatizada, refirió la pedagoga tunera.
En su seno aglutinó de manera especial a miembros de la clase media y pobre como carpinteros, mercaderes, constructores, empleados y trabajadores de la prensa o el magisterio, lo que sirvió de acercamiento a la asociación de los barrios más empobrecidos y con ello también, a la gran popularidad que alcanzó por los lugareños.
El amplio paraje, con una arquitectura ecléctica al puro estilo de la urbe oriental, fue escenario de innumerables eventos y encuentros regionales y nacionales dada su prominencia dentro de la asociación racial, entre los que destaca con singular valía la IV Convención de la Federación de Sociedades de Color de Oriente, en abril de 1937.
Aunque hoy la funcionalidad del inmueble nada tiene que ver con la labor social de sus inicios, pues es sede de la Delegación Provincial de Ordenamiento Territorial y Urbanismo, aún quedan en la memoria de los tuneros la efervescencia de mulatos y negros en la lucha por la igualdad social y la eliminación de toda manifestación discriminatoria.