Las Tunas.- Hace una semana, la noticia del posible cierre de la cafetería Chito’s Coffee, en el reparto Buena Vista, en esta ciudad, despertó todo un revuelo en las redes sociales. Aunque, aclaramos, primó el respeto en los comentarios y, sobre todo, el deseo colectivo de defender el espacio, hubo consenso en que el sitio aporta más que lo contrario.
26 vuelve sobre el asunto, no para poner el dedo en la llaga o levantar, otra vez, la polémica, sino para sacar lecciones del suceso, porque a la vuelta de la esquina puede estar otro capítulo similar
AROMAS PARA UN COMIENZO
Melissa González Cruz y Enrique Hechavarría Hernández forman un matrimonio de jóvenes provenientes de esferas profesionales. Ella, de la Enfermería; él, del magisterio. Alentados por su amigo Anyer, echaron alas al sueño de montar un café. Es la génesis de la cofradía que hoy distingue al Edificio 33 del populoso reparto, ya con tres años de existencia.
Cuentan los emprendedores que no fue tarea fácil. Su primera cafetera no era la idónea, tocaron puerta en instituciones buscando directrices para materializar la encomienda y no siempre las encontraron; llegó la covid-19… Pero el sueño se mantuvo y, desde el portal de su casa, perteneciente al edificio, empezó a caminar.
Kike, como conocen al muchacho, tenía cierta experiencia acumulada, luego de trabajar un tiempo en un café que impulsó en la Asociación Hermanos Saíz (AHS) la actriz Liusmila Díaz. Siempre le fascinó ese mundo y, según confesó, con la llegada de la pandemia, al ver tanto dolor por doquier, cobró fuerza la idea; querían hacer algo para aliviar el estrés, aunque hubiera que ser estrictos con las medidas sanitarias.
Unas lucecitas aquí, unas cafeteras en la pared y otros accesorios marcaron sus inicios, pero el verdadero desafío -coinciden- fue aprender a realizar la bebida con calidad. Así, desde la teoría y práctica -recuerdan- indagaron por sus propiedades, beneficios para la salud, formas de cultivo y varios elementos; querían saber todo lo necesario. “Para nosotros el proyecto tiene un fin social, cultural y médico. Es nuestra forma de homenajear a la familia, a la cultura cubana”, resume el joven.
“Quisimos convertir el lugar en un espacio de la comunidad. Sumar principalmente a los jóvenes, pues no a todos nos gusta el tipo de diversión que lamentablemente se ha extendido, asociada al consumo de alcohol, drogas y otras cosas. Hay más formas de divertirse sin eso; nos gusta socializar, pero sabiamente”, agrega Kike.
Así creció el negocio hasta que la demanda, explican, les exigió otros accesorios. Hubo un tiempo que hasta se consumía el café de pie, con partes de árboles caídos a manera de apoyo; por eso, hay quien lo recuerda como “el café de los tronquitos”. Hoy la decoración sigue mostrando elementos naturales como sogas, plantas, gravillas…, pero todo en evidente armonía con el entorno.
ENTONCES… ¿QUÉ PASÓ HACE UNA SEMANA?
Según narran Melissa y Kike, hace alrededor de una semana, una inspectora perteneciente a la esfera de Planificación Física se presentó en el lugar y, sin negar sus intenciones de velar por el espacio público, les comunicó (parafraseado) que su establecimiento modificaba la fachada del edificio y, por tanto, para que pudiera continuar el servicio, solo podía funcionar la barra, ubicada en el portal de su casa.
No obstante, sin dejar de ser respetuosos (aseguran), no estuvieron de acuerdo. “Esa no es la concepción del café. Si cambiamos nuestra estética, perdemos la esencia. Por eso preferimos cerrar, y así estuvimos tres días (de jueves al sábado), hasta que se nos permitió abrir con todo nuestro diseño”, comenta Kike.
La concepción del establecimiento incluye la existencia, en parte, del jardín del edificio, de mesas y sillas elaboradas con troncos de árboles, adornos ecológicos, delimitación con soga a manera de cerca, plantas y elementos “portátiles”, pero sin afectar la entrada al inmueble, con la completa anuencia de los vecinos y sin agregos que impliquen construcciones adyacentes con hormigón, metal o similares.
“Antes de Chito’s Coffee, esta área estaba medio abandonada. Realmente era un jardín, pero -aunque los vecinos se esforzaban por limpiarlo de vez en cuando- personas inescrupulosas botaban desechos, los caballos de cocheros que andaban por el lugar se orinaban y usualmente parecía más un basurero”, rememora el joven.
VECINOS Y CLIENTES OPINAN
Luis de los Reyes Montiel, residente en el Edificio 33, vio nacer la iniciativa. Por entonces él fungía como presidente del Comité de Defensa de la Revolución (CDR), labor que asumió por alrededor de tres lustros. “Ellos siempre se han preocupado por el edificio. Nos ayudaron a pintar la escalera, que se mantiene cerrada para que nadie realice allí sus necesidades fisiológicas. Se puso iluminación. Ningún vecino se ha quejado por ello, y eso que la mayoría son adultos mayores. Tenemos dónde entretenernos, conversar; los precios son accesibles, es alegría”.
“La música, muy agradable, la ponen baja. Brindan un gran servicio a la comunidad”, agrega Irán Reyes, otro de los habitantes del lugar.
Por su parte, Yisel Jiménez Cruz, quien labora en una venta de garaje prácticamente al lado del recinto, comenta: “Este es un proyecto sano, que emana cultura. He visto a Kike hasta regalarle café a deambulantes. Toda la ambientación es rústica, pero artística, diferente y llama la atención. Cuando ha entrado alguien con una cerveza, ellos muy amablemente le explican que no es el sitio para eso. En esos tres días en los que estuvo cerrado, me puse triste, lo extrañaba”.
Josué Céspedes Olivera cursa el duodécimo grado en el instituto preuniversitario vocacional de ciencias exactas (Ipvce) Luis Urquiza Jorge y es uno de los estudiantes que, asiduamente, va al establecimiento. Sobre este, opina: “Aquí emanan emociones, conexiones, nos desestresamos…”.
QUÉ DICEN LAS LEYES
Estas y otras opiniones reafirman lo que representa esa cafetería para la comunidad, que ya no se imagina sin dicho “pedacito”. A nuestro juicio, mientras no se afecten las dinámicas comunitarias, el mapa infraestructural y, lejos de dañar, aporte, debemos alentar proyectos semejantes, siempre con la adecuada asesoría.
En busca de opinión especializada y para evitar que situaciones similares se repitan, conversamos con Rubén Hernández Medina, especialista de Ordenamiento Territorial y Urbanismo de la Delegación Provincial de Ordenamiento Territorial y Urbanismo (antigua Planificación Física).
Al respecto, él esclarece: “Son propiedad pública las zonas de uso común de los edificios multifamiliares, que incluyen tanto accesos como jardines, infraestructura eléctrica e hidráulica, patios interiores, elementos de alrededores… Eso significa que no deben ser modificados. Esto está comprendido, por ejemplo, en la Ley 145, legislación aprobada el año pasado sobre el ordenamiento territorial, el urbanismo y el uso del suelo.
“Se han hecho muchas modificaciones; la gente ha ampliado edificios multifamiliares, tanto para poner tanques elevados, garajes u otra habitación, y persisten otras indisciplinas. En Las Tunas se ve con frecuencia el adjuntar habitaciones a un edificio, los cambios de acceso, reformas de puertas y fachadas… Eso no debería ocurrir. Por ello, ante cualquier emprendimiento vinculado a un edificio, los interesados deben ir a las direcciones municipales de Ordenamiento Territorial y consultar la Ley”.
Luis Ernesto Núñez García, máster en Ordenamiento Territorial Urbano, con casi dos décadas de experiencia en ese campo y que hoy trabaja en la Dirección Municipal de Cultura atendiendo la esfera de Patrimonio, suma su criterio. “Ese café está enclavado dentro de un área jardín, pero -en este caso- no hay ningún adosamiento al edificio que pueda perjudicarlo constructivamente. Al contrario, lo que hizo fue mejorar la trama urbana de la zona.
“Todos los elementos utilizados ahí son ecológicos; no daña el medio ambiente ni la visualidad del inmueble. Ellos en su balcón lo único que tienen es un toldo, no una adherencia y, si vamos a normas urbanas como el Decreto 322, se autorizan pérgolas y otros elementos similares. Chito’s Coffee, desde el punto de vista urbanístico, no tiene ningún desperfecto. Ojalá que muchos espacios, en áreas tributarias de los edificios, se proyectaran así, en armonía con el entorno”.
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Las personas vuelven al remanso que, todo indica, representa Chito’s Coffee. El mal susto al parecer pasó, pero nos quedan ciertas lecciones. Por un lado, la necesidad de dominar a profundidad las leyes de ambas partes (entes privados e instituciones relacionadas), conocer las especificidades en cada caso (no todo implica una modificación) y sopesar, al final del camino, qué es lo mejor para todos.
No olvidemos que las políticas urbanísticas también buscan la armonía y calidad de vida de la población.
Y es esto último lo más complejo de lograr, lo que irremediablemente pasa en la contemporaneidad, por una mirada creativa sobre el urbanismo, alejado de lo rígido y encartonado. Por supuesto, siempre cumpliendo con la legalidad.