Las Tunas.- Con una calidez que solo se puede encontrar en quienes aman su vocación, Yanisbel García Ramírez cuenta su historia a 26. Recuerda cómo, al terminar el noveno grado, se encontraba en la encrucijada de no saber qué camino tomar.
“Fue el entusiasmo de mis compañeras lo que me llevó a inscribirme en la carrera de Bibliotecología en el instituto politécnico de servicios (IPS) El Cucalambé, un lugar que hoy es una secundaria, pero que para mí fue un verdadero hogar de aprendizaje durante cuatro años”, dice.
Con una mirada nostálgica, Yanisbel evoca a una profesora que dejó una huella imborrable en su vida. “Era una maestra en el arte de inspirar. Desde los trazos en la pizarra hasta la forma correcta de sentarse, cada detalle era una lección. Y cuando llegaba el momento de hablar sobre la Historia de Cuba, era como si sus estudiantes viajaran a través del tiempo”. Esa experiencia encendió su deseo de convertirse en educadora.
A los 19 años inició su carrera profesional en el seminternado Toma de Las Tunas, donde trabajó como bibliotecaria durante el Servicio Social. “Disfruté del bullicio infantil y de las risas que llenaban el aire. La frase ‘maestra, maestra’ resuena, aún, en mi corazón como un eco de orgullo”, confiesa.
Durante cinco años, tuvo la oportunidad de estar frente a aulas repletas de estudiantes con personalidades diversas, y cada nuevo curso le ofrecía la posibilidad de aprender de ellos y con ellos.
Yanisbel destaca que uno de los mayores retos que enfrentan los educadores hoy es lograr que el contenido llegue a los estudiantes utilizando su propio lenguaje. “Ser maestro es mucho más que transmitir conocimientos, es una vocación y un estilo de vida que trasciende las paredes del aula. Un educador no solo enseña, guía a sus alumnos en la adquisición de saberes y habilidades, crea un ambiente propicio para el aprendizaje, en el que la curiosidad y el pensamiento crítico florecen”, expresa.
La profesora también subraya la importancia del papel del educador como modelo a seguir. Su conducta y valores personales son reflejos de lo que se espera de un ciudadano en la sociedad. En este sentido, ser maestro es una labor compleja y demandante, pero profundamente gratificante.
“La paciencia es necesaria para ejercer esta profesión, así como la empatía y las habilidades comunicativas”, enfatiza.
Con una sonrisa llena de esperanza, concluye que cree, firmemente, “en el poder transformador de la educación y que cada día representa una nueva oportunidad para impactar vidas y contribuir al crecimiento individual y social”.