Las Tunas.- Con los codos sobre el mostrador de la bodega La Equitativa, en la localidad capital, Manolo formula lo que para él ha sido el mayor retroceso de estos tiempos: "No solo es que ya no podemos contar con 'el pan nuestro de cada día', sino que ya ni siquiera lo reponen, y hay que ver el hueco que hace su ausencia en la mayoría de los hogares".
Para Aliubis, en otro extremo de la urbe, Buena Vista, la intermitencia de este producto se ha venido afianzando con naturalidad, al punto de que los vecinos ya se preguntan si habrá pan hoy. Y, según la profesora, este contexto se presta para que en cada panadería se relaje el proceso y el compromiso de apoyar al tunero con "la bolita de harina".
"El cubano cuenta con el pan, a veces es el almuerzo de mucha gente, que nadie lo dude; y ahora, con lo dura que se ha puesto la vida, no lo tenemos, cuando nunca faltó ni en los momentos más difíciles del Período Especial. Lo que sí hay bastante es pan a 70.00 pesos, que no todos podemos darnos el lujo de comprar", enfatiza ante el micrófono Luisa, jubilada de Educación.
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En el mes de octubre, en 13 días alternos, faltó el pan que llega hasta los hogares tuneros mediante la libreta de abastecimiento. El mes de noviembre no ha sido diferente. Alberto Fonseca Rodríguez, director general de la Empresa Provincial Integral de la Industria Alimentaria, comenta a 26 que este panorama obedece a la entrada tardía de las materias primas, un hecho que ha marcado el panorama de los últimos meses.
"La elaboración no ha podido ser estable por los arribos irregulares de la harina, que debían llegar en el término de las 24 horas, y los estamos recibiendo en cualquier momento -enfatiza el directivo. Lo que sí garantizamos nosotros es el proceso de distribución con la mayor inmediatez.
"Siempre aclaramos que aunque la harina esté en Las Tunas, después debemos distribuirla a 84 unidades, diseminadas en los ocho municipios, y algunos lugares son muy distantes de la zona urbana de cada territorio; por lo tanto, eso se vuelve una tarea de titanes. Hay un grupo de trabajadores que son héroes anónimos porque intervienen en el aseguramiento para que este surtido llegue a las distintas localidades.
"La cobertura de harina establecida ministerialmente en el país dice que debemos tener como mínimo siete días de respaldo en nuestros almacenes. Sin embargo, hoy no se puede. Estamos por debajo, como sucedió el primero de noviembre, que no hubo abastecimiento a la provincia y para la jornada siguiente no estaba garantizada la harina requerida.
"Cuando esto sucede y llega a altas horas de la noche, se hace un esfuerzo inmenso en la transportación en función de que podamos cumplir el encargo estatal, somos conscientes de la necesidad de la población en medio de estas condiciones difíciles.
"El mes de octubre ha sido el peor en el suministro. Tuvimos una entrada del 62 por ciento del total del plan asignado.
"A nuestra entidad se le dejó de entregar por el suministrador 442,8 toneladas de harina, eso es una cifra representativa y, lógicamente, tiene un impacto negativo en el ciento por ciento de la población tunera. En estas afectaciones se incluyen organismos priorizados como Salud y Educación".
¿DE DÓNDE SALE LA HARINA DEL "CARO"?
Fonseca Rodríguez explica que el pan que se vende en las panaderías, no relativo a la canasta familiar normada, es parte de una prueba de mercado que actualmente realiza la empresa. "Ya la efectuamos en los municipios de Puerto Padre y Colombia en busca de alternativas y con materias primas obtenidas a precios mucho más elevados porque provienen de contratos con trabajadores del sector no estatal, como la mipyme Jara S.R.L., que se encarga de la producción de harina de yuca que empleamos como extensor, y radica en Yaguajay (Sancti Spíritus).
"También laboramos con dos mipymes de Las Tunas, suministradoras de harina. Se incluyen en esta prueba de mercado galletas de pan de 200 gramos, palitroques, pelly pan y fideo; vamos a elaborar una amplia gama de propuestas.
"El mes anterior consolidamos este proyecto que estaba a prueba, ya en este comenzamos con la venta del pan a la población. Tendrá una calidad diferente, mejor que el de la bodega porque la harina es de primera calidad. El precio tiene que ser más alto porque la tonelada nos cuesta 300 mil pesos".
Orlando Hidalgo Couson, director de Aseguramiento y Servicios de la Industria Molinera (ASIM), aclara que la provincia anteriormente tenía diariamente una asignación de 33 mil 450 toneladas de harina, pero en la actualidad los números han variado de manera considerable, "unos días llega un poquito más, pero hay fechas en las que no llega nada.
"En el caso del universo no estatal su suministro es independiente al que asigna la dirección del país -explica-, ellos la adquieren a través de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, y no tiene nada que ver con la designada para hacer el pan normado".
Adis Nubia Rodríguez Pérez, directora de la unidad empresarial de base (UEB) Cubana del Pan en Las Tunas, aporta sus consideraciones sobre la dualidad de harina con la que laboran varias unidades y que, además de diferenciar precios, confunden y preocupan a la población.
"A raíz de los problemas que tuvimos en cuanto al financiamiento para la elaboración del pan, comenzamos a trabajar con tres esquemas diferentes: la harina del balance nacional, la del mercado cambiario y la cooperada con las mipymes, argumenta.
"La harina que proviene del mercado cambiario es la que se compra con un financiamiento dado por la nación a la Cadena del Pan, que es el que vendimos en algún momento, llamado peineta, a 80.00 pesos. El que se elabora con la harina del balance es el famoso 'manzanita' de 4.00 pesos, y que tuvo gran aceptación por la población, y el de 10.00 pesos, es decir, un torcidito.
"Con las harinas que provienen de las mipymes tenemos, a su vez, dos esquemas, uno en cooperación, eso quiere decir que ellos ponen el surtido en consignación y nosotros asumimos el resto de los gastos y elaboramos el pan.
"La otra modalidad es cuando compramos la harina. Tenemos un tope de precio hasta el momento de 300 mil pesos la tonelada. Por eso es que salen los costos tan elevados, pero tenemos orientaciones de la dirección del país de bajar el importe todo lo posible y estamos trabajando fuerte en aras de lograrlo .
"Cuando laboramos con los actores económicos queda bien pactado que ellos son únicamente los proveedores, no tienen autoridad alguna dentro del mecanismo para establecer o variar precios. Nuestra proyección es lograr una tarifa que esté por debajo de la que actualmente pagamos al sector no estatal para disminuir el costo.
"Hasta la fecha hemos tenido pocos surtidos, como por ejemplo el pan criollo y el canilla, este último se está fabricando con extensores y son unos panes de 60 gramos con un valor de 16.00 pesos, que lo llevamos a proyectos comunitarios y tiene buena aceptación.
"Aún con los elevados precios, tienen gran demanda; apoyamos al Gobierno Provincial vendiendo pan por módulos a las bodegas, por libreta de abastecimiento. En este mecanismo es el Grupo Empresarial de Comercio quien decide la tienda que comprará y nosotros decimos la cantidad que podemos vender para ese día", detalla Rodríguez Pérez.
OTRAS MIRADAS
"Un día hay, los dos siguientes la panadería cerrada, nuevamente hay uno o dos días, y volvemos a tener un bache de tres o cuatro sin pan", describe un consumidor de avanzada edad, de los que no pueden comprar con su chequera de jubilado las ofertas caras de los privados y las propias panaderías estatales. Habla desde Jobabo, territorio donde el abastecimiento de este producto transcurre con más irregularidad que en la cabecera provincial.
Esta realidad ha sido uno de los principales cuestionamientos de los consumidores en ese municipio: "¿Cómo es posible que no haya harina para hacer el pan de la población, de instituciones priorizadas como Salud y Educación, y sí aparezca para hacer de menos gramaje a 25.00 pesos?".
Otra cuestión que indigna a los jobabenses es la nula comunicación de las bodegas con sus consumidores respecto a este servicio que es vital para el mejor desenvolvimiento de cada familia.
"Para enterarse de que no hay pan, tenemos que ir a la panadería cuando amanece, pues con antelación no se notifica y resulta difícil prepararse de último momento, sobre todo, cuando hay niños en edad escolar y debemos asegurarles la merienda. El problema es que uno se acuesta sin saber si habrá o no el alimento", destaca otro anciano que regresa de comprobar que por tercer día consecutivo está el cartelito en su bodega de: "No hay pan, no hay harina".
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Ante los micrófonos de 26, la totalidad de los entrevistados expresaron preocupación por la estabilidad del pan normado y disgusto por los actuales importes, en medio de un contexto visible de inflación que coloca en desventaja a una buena parte del pueblo, que vive con un salario fijo y, por demás, devaluado.
Alarma que en la búsqueda de nuevas alternativas para garantizar el servicio, la ecuación contemple precios más altos, una imposibilidad segura para muchos. Preocupa también que para lograr abaratar costos la opción que más se contemple sea negociar con los proveedores no estatales, en vez de otros mecanismos.
La dualidad de precios, proveedores y harina complejiza los procesos e, incluso, el entendimiento popular, díganselo a los puertopadrenses que recientemente se despertaron con la noticia de que la Industria Alimentaria local que elabora su pan normado no tenía materias primas para ofertárselos sin irregularidades, y sí para venderles uno a 100.00 pesos, fruto igualmente de alianzas con mipymes y algunas decisiones que ya hoy se analizan remover.
Algo sí va quedando como sentencia: cada vez resulta más evidente la capacidad del particular para mantener a flote sus negocios y la imposibilidad estatal para poner en los hogares tuneros el pan nuestro de cada día.