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Las Tunas.- La primera vez que Daniel Avedaño Ibarra visitó a Cuba fue en el año 2001. Desde ese entonces, asegura haber conocido el amor a primera vista. Y no me refiero solo a su actual esposa, sino al flechazo que se llevó al pisar el territorio caribeño, tanto así que al regresar a su hogar en México les contó a todos que en Cuba tenía una novia, y su nombre era La Habana. En ese tiempo aún se consideraba un viajero soñador, un hombre amante de la poesía cantada y la trova que juró regresar un día a la Mayor de las Antillas, pero esta vez no solo como su eterno enamorado, sino como el trovador que siempre quiso ser. Veintitrés años más tarde cumplió su promesa como si saldara una deuda con su propio corazón.

"Con el Proyecto Guitarra en Mano recorrimos casi todas las zonas regionales, hasta llegar a la Ciudad de México, sobre todo en Coyoacán, que es un vértice donde se interseca lo más importante del arte y la historia mexicana, luego llega nuestra gira actual, a la que le pusimos Por la libertad de soñar, que resume lo más puro y generoso de mis sueños. De ellos, uno de los más importantes y que pude hacer realidad fue visitar a Cuba en un recital, pues siempre me propuse que, si un día podía salir como cantante y trovador del país, que mi primera vez fuera en esta nación; ¿por qué?, eso no lo sé, quizás por el amor con el que me han tratado, o por su cultura. La realidad es que esa fascinación me hizo volver aquí, donde verdaderamente soy feliz".

Para Daniel, Guitarra en Mano surgió por accidente, y yo que acostumbro a ver más allá de la modestia, estoy seguro de que este será el accidente más disfrutable y melodioso que muchos conoceremos en la vida.

"El punto de partida fue en el año 2017, en Tepeji del Río de Ocampo, que es donde yo vivo, pues me gustaba escribir mucho y lo hacía hasta por costumbre, pero sentía que a las letras le faltaba algo, y pues dije: 'Vamos a vestirlas con música'. Pero yo no sabía tocar guitarra, a pesar de que tomé un curso básicamente lírico, busqué el apoyo musical de mi amigo, que me hace compañía con la guitarra y adorna todo lo que nace de esa confluencia entre los pensamientos, puño y letra".


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El diálogo con Avedaño se extendió, conocerlo se me hizo tan exquisito que me sentía embobecido como un pollo al que le dan maíz de comer, por eso quise irme más al cliché, quería saber por qué incursionó en la trova y no en otro género más comercial, cuando en estos tiempos muchos artistas apuestan más por la fama y los millones, que por el amor a la creación y la empatía con el público.

"En mi juventud me obsesioné con el rock en español de los 90 que era lo que más sonaba en México en aquella época; sobre todo, me fijaba en las letras, unas suaves y otras no tanto. De esta forma, desde nuestra percepción empezamos a romper paradigmas que tenían que romperse. Luego escuché por primera vez a Silvio Rodríguez, a quien en un primer momento no entendía, escuchaba sus canciones una y otra vez; realmente me quedaba en blanco, hasta que un día encontré una que me despertó el lado romántico y, pues ahí empecé a enamorarme de la trova, y comienzo a abrir el diapasón en este género.

"Después llegó Pablo Milanés, y con él la experiencia fue más tenue y potable, es decir, ya tenía un poco de claridad. Cuando descubrí a Noel Nicola, se me hizo un tipo increíble y extremadamente sencillo, a pesar de que no tuve la oportunidad de conocerlo, me transmitía una buena vibra y calidez con sus letras. De hecho, tengo un documental sobre su vida que lo he visto varias veces, y sentí en él una especie de imán que me atrajo fuerte e inconscientemente hacia la trova, y como mi objetivo claro era decir cosas sociales de mi país, pues esa era la vía idónea".

Dice que para crear tiene que escuchar a otros creadores, por eso desde que conoce la Nueva Trova cubana duerme, sueña, se levanta y se alimenta de cada representante, no solo los vanguardistas, también de las nuevas generaciones, entre las que destaca a Tony Ávila, Frank Delgado y Buena Fe. Uno de los nombres que mencionó y me llamó la atención fue el del joven trovador tunero Jesús Ricardo Pérez Cecilia, con quien experimentó una particular conexión.

Para nadie es un secreto que la trova es uno de los géneros que más afectados se ve en este nuevo entorno social, en el que los ritmos más contemporáneos, electrónicos, con muchos efectos y pocos instrumentos, y letras que van desde lo obsceno a lo ilógico son hoy una tendencia a nivel global, por tanto, creí oportuno escuchar su opinión. Yo como universitario quería saber su percepción ante tal fenómeno, o más fácil, necesitaba escuchar si él era de tirar la toalla o ponerse los guantes.

"Yo creo que primero hay que entender a los jóvenes, ponerse en sus zapatos y vivir un poco de lo que ellos están viviendo. Soy de los que piensa que el reguetón es un ritmo increíblemente hermoso, el problema es la letra con la cual se está comercializando, si la cambiaran un poco creo que todo el mundo lo apreciaría; con la trova pasa igual. Pienso que si comenzáramos a componer para los jóvenes actuales y, sobre todo, composiciones que se parezcan a ellos, a sus personalidades, eliminando estigmas y proponiendo la inclusión de todos, eso los puede atraer y yo estoy abierto a colaborar para que esto sea una realidad".

Al final de la conversación, ya cuando caminábamos hacia el teatro del campus Pepito Tey, sede principal de la Universidad de Las Tunas, donde realizaría su concierto para toda la comunidad universitaria, me hablaba de Cuba, ya sin cámaras, sin teléfonos ni grabaciones, me repitió una y otra vez que esta Isla se convirtió en su ciudad del amor. "Tuve la oportunidad de viajar varios a países de Europa, pero donde conecté de corazón fue aquí en Cuba, donde conocí a mi esposa.

"En mi día a día encuentro muchas personas, algunas enamoradas como yo de este país; otras, por el contrario, hablan mal, y yo a esas personas solo le pregunto de dónde son. Creo que los únicos que pueden hablar mal o bien de Cuba son los cubanos; nosotros solo somos aves de paso. Además, pienso que para hablar primero hay que conocer, vivir y enamorarse, tal como yo lo hice de mi primera novia, que hasta la actualidad sigue siendo La Habana".

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