Cada 10 de Marzo se celebra en Cuba el Día Internacional de las Juezas. En saludo a la fecha, 26 se acercó al Tribunal Provincial Popular (TPP) y conversó con una de las que más años de experiencia tiene dentro de esta instancia de Justicia en Las Tunas
Las Tunas.- "Nunca pensé trabajar en el sistema de tribunales. Al graduarme de la Universidad de Camagüey, en el año 1990, comencé a desempeñarme como abogada en el Bufete Colectivo, y en 1992, ante un llamado realizado por el Partido debido al déficit de jueces, vine para acá; ya de eso hace 32 años".
Nos cuenta Liliam Martha Batista Guerra, jueza profesional titular de la Sala Segunda de lo Penal del TPP de Las Tunas, quien con un halo de nostalgia rememora sus primeros pasos dentro del Tribunal Municipal de la cabecera provincial, donde estuvo por dos años y se enamoró de la labor judicial, del compromiso y la entrega.
"Es una profesión de sacrificios y más para una mujer que es madre, hija, esposa... Al tribunal sabes cuándo llegas, pero no cuándo te vas, porque los actos judiciales se pueden extender de la jornada laboral.
"Ser jueza es el completamiento de mi vida profesional; aquí encontré el camino de lo que estudié. Crecí humanamente, siempre apegada a la ley y desde el respeto a lo que le corresponde a cada uno dentro de los parámetros de la justicia".
Por 20 años laboró en la Sala Primera de lo Penal del TPP; ya en el 2018 llega a la Sala Segunda, donde se desempeña hasta la actualidad, y explica que algunas de sus funciones están en la tramitación de las licencias extrapenales.
"Aquí somos responsables de darles respuesta a aquellos casos en los que el sancionado se enferma y es inminente el peligro que corre su vida. También les damos la libertad condicional a las personas, teniendo en cuenta la gravedad del delito por el que fueron sancionadas y su reinserción a la sociedad".
Liliam Martha tiene dos hijos que no siguieron el camino de las leyes, pero que crecieron y corrieron por los pasillos del tribunal, que saben de los sacrificios y desvelos de su madre, de quien aprendieron de responsabilidad ante el deber. Y es que sus pupilos son médicos, una labor humanista que les exige y reclama de ellos siempre lo mejor.
Durante estos más de 30 años ha vivido en los salones de juicios experiencias que la han marcado. "Sabes que es un caso de los que se quedan en la memoria porque no paras de pensar en él, incluso cuando estás fuera del tribunal. Hay momentos en los que hemos estado en el estrado y tristemente hemos visto a una madre llorar por la pérdida de un hijo.
"Historias que te llegan, porque somos seres humanos. Es entonces cuando nos toca contener las lágrimas, aunque es difícil. Se nos han presentado casos que roban el sueño, pensando cómo se hace esa sentencia, cómo darles respuesta a todas las interrogantes que viste en el juicio.
"Y aun con los sentimientos a flor de piel, y una marca en la memoria para toda la vida, nos corresponde impartir justicia desde la transparencia que cada caso requiere, porque es nuestra labor".
