Las Tunas.- Como parte de su esfuerzo personal por marchar al frente de diversas tareas, el Comandante en Jefe prestó siempre especial atención a la zafra azucarera, por lo que visitaba los procesos productivos y empresas agroindustriales.
El primero de sus recorridos por la actual provincia de Las Tunas fue el 7 de junio de 1965, ocasión en la que fue al central Antonio Guiteras, en Puerto Padre, y cosió el saco que completaba los seis millones de toneladas producidos en esa zafra en el país. Este sábado se cumplen seis décadas de ese acontecimiento.
El proceso tuvo como antecedente que el 28 de marzo de 1965 el central estableció el récord de producción alcanzado en 1952, al elaborar en 24 horas 13 mil 520 sacos de azúcar. Cinco días después logró, en ese mismo tiempo, 14 mil 40 sacos de 115 kilogramos. Era la mayor cifra envasada hasta esa fecha desde su fundación, acontecimiento que puso sonrisas de júbilo en los rostros sudorosos de los trabajadores y de satisfacción en el pueblo que saludó con emoción la proeza.
El saco del millón fue cosido esta vez por el comandante Armando Acosta Cordero y donado por el colectivo al heroico pueblo de Vietnam, como muestra de solidaridad con esta Patria que luchaba abnegadamente por su libertad.
El país se encontraba enfrascado en el cumplimiento del plan de producción de azúcar y las motivaciones para ello se reflejaron en las palabras de Fidel en la conmemoración del Día del Proletariado Mundial de ese año en la Plaza de la Revolución, al anunciar los propósitos esperados. "En la semana de Girón se produjeron 103 mil toneladas más que el año pasado y este hecho contribuyó decisivamente a alcanzar y superar la meta de los cinco millones para el Primero de Mayo". El compromiso era producir para el 10 de julio seis millones.
El 7 de junio en el ingenio tunero Fidel cosió el saco 52 millones 173 mil 816, que representaba el número de envasados en todo el país hasta el día anterior, y el que marcaba la llegada en horas de la mañana al sexto millón de toneladas métricas de azúcar.
A las 6:45 de la tarde los sacos seguían corriendo por las esteras hasta la plancha que se encontraba en la línea del ferrocarril. Los obreros esperaban impacientes la llegada del Líder y hablaban continuamente de los seis millones.
De pronto se escucharon exclamaciones de: "Llegó Fidel, Fidel, Fidel… ¡Viva la zafra!, arribamos a los seis millones de toneladas…", eran las voces del personal del central que sobresalían entre la bulla de las pesadas máquinas que molían la caña, cuando vieron llegar al Comandante en Jefe, quien había entrado de repente, y se colocó junto a la comitiva que lo acompañaba debajo del embudo. Desde allí se trasladó rápidamente hacia el asiento de la máquina cosedora y se dispuso a aprender cómo se cosían los sacos. El obrero Israel Peña le explicó y el legendario luchador procedió a experimentar con dos sacos antes de sellar el del sexto millón. Eran los números 52 millones 173 mil 913 y 52 millones 173 mil 915, que representaban el número de sacos de azúcar envasados hasta ese día en toda la Isla.
Conociendo el modo correcto de proceder y bajo una lluvia de aplausos y voces de saludos, empezó a coser ante los reunidos el señalado saco. Entre aplausos, todos seguían el ritmo del acto. Se había colocado un micrófono sobre una plancha de azúcar que cargaron los obreros. El acto era en el batey, pero Fidel, al darse cuenta de que algunos de ellos no podían ir, por encontrarse trabajando, subió a la plancha para dirigirse a tan notable auditorio.
Junto a él estaban los comandantes Armando Acosta Cordero, Raúl Curbelo Morales, Eddy Suñol Ricardo, Dermidio Escalona Alonso, el capitán Antonio Núñez Jiménez, así como Jorge Risquet Valdés-Saldaña, Julián Rizo Álvarez y Antonio Borrego, entre otros.
Al hablarles a los presentes y ante la alegría por el éxito alcanzado, expresó: "Cuando lleguemos a los 10 millones de toneladas la emoción será mayor, ya que esta zafra ha sido de un incremento sin precedentes; no tenemos la menor duda de que llegaremos".
Estaba convencido de que el "Guiteras" superaría su récord. Con palabras sencillas y algunas veces propias de los hombres de campo, Fidel siguió la intervención, invitó a los presentes a participar en el acto, los felicitó y culminó con la consigna ¡Patria o Muerte!, ¡Venceremos!
En la tribuna levantada en el batey del central se habían concentrado desde horas tempranas miles de trabajadores del ingenio puertopadrense y del "Jesús Menéndez", más pueblo en general de Puerto Padre, Las Tunas y otros poblados de la costa norte de oriente.
A la comitiva que lo acompañaba se sumaron Lázaro Peña González, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), y Pedro Ross Leal, primer secretario del Partido en la región Tunas-Puerto Padre, así como los macheteros millonarios y Héroes del Trabajo Graciliano Rondán y Reynaldo Castro Yebra. En la cita estaban presentes todos los macheteros que habían cortado más de 100 mil arrobas de caña en la contienda.
Al hablar en el acto, el comandante guerrillero señaló: "Muchas veces nos hemos reunido movidos por múltiples razones, muchas veces se ha reunido el pueblo por distintas razones, en distintas circunstancias, en esta larga batalla revolucionaria, pero pocas veces como en el día de hoy con un motivo más justificado de alegría y de optimismo: con motivo de este éxito de nuestros trabajadores, para festejar un triunfo que se ha logrado con el esfuerzo y con el sudor de nuestro pueblo".
Anunció que ya Cuba estaba por encima de la meta señalada, pues se habían fabricado seis millones dos mil 245 toneladas, un millón 600 mil toneladas más con relación a la zafra anterior, sin que se afectara el paso por las consecuencias del ciclón Flora. Recalcó que este índice se había alcanzado a pesar de todas las amenazas imperialistas y de múltiples intentos de sabotear la economía.
"Esta victoria es demostración de que bajo el socialismo no hay nada imposible de hacer", expresó y añadió que ahora era que empezábamos, que en lo adelante los imperialistas iban a ver lo que era un pueblo avanzado. Reafirmó que se trabajaría en la producción de los 10 millones para 1970 y anunció que ya estaban muy adelantados los trabajos para ampliar los centrales, con mayor capacidad de molienda. Al tiempo que analizó la significación económica que traería para el país la producción de los 10 millones en varios renglones nacionales.
En su intervención hizo un análisis de la producción de azúcar y las circunstancias en las que se encontraba el país, además de esbozar la situación internacional. Llamó a imprimirles dinamismo a las reparaciones de los centrales, a prepararse para obtener el máximo de las instalaciones, atender las nuevas siembras y los cultivos.
En su discurso reconoció el aporte de los macheteros que habían cortado más de 100 mil arrobas, entre ellos al compañero Papi Ramírez, de esta región norte oriental. "Esos héroes de todos los días, trabajadores infatigables, callados, modestos", enfatizó.
Casi al concluir, hizo referencia al cálculo realizado para el cumplimiento de los seis millones. Había distintas ideas, pero todos estaban con un desbordante entusiasmo. Entre él y el ministro de la Industria Azucarera se hizo una apuesta personal; "no vayan a creer que era una apuesta de esas de las que están prohibidas", precisó Fidel. Y se apostaron el reloj. Antonio Borrego decía que a las 2:00 pm y el hombre de verde olivo que a las 11:00 am.
El hecho se produjo a las 12:16:06, el Comandante venció en la apuesta por 29 minutos y 48 segundos, por lo que ganó el reloj. "Pero -dijo Fidel-, yo no quiero volver a la costumbre de los dos relojes (como en la Sierra Maestra), porque no los necesito".
Pensando qué hacía con el objeto comentó que lo más justo era obsequiarlo a un trabajador de vanguardia. Del público le empezaron a decir nombres y entonces decidió entregárselo a Graciliano Rondán.
Después de este intercambio, expuso sus criterios sobre la labor por realizar para el incremento de la producción azucarera, el cumplimiento de los planes y la faena de los colectivos, los militantes del Partido, los cuadros y dirigentes.
Su amplio discurso concluyó con palabras de visión futura: "Cuando hablamos de nuestros triunfos, cuando proclamamos nuestros triunfos, cuando miramos esperanzados hacia el mañana, no solo miramos por nosotros, sino que miramos también por los demás; no solo deseamos esto para nosotros, sino que deseamos esto para todos los demás pueblos igual que nosotros. Cuando el privilegio, cuando la injusticia y la explotación y el abuso sean erradicados de todos los pueblos, como fueron erradicados de nuestro país, ¡todos los pueblos igual que nosotros marcharán adelante, y todos los pueblos tendrán derecho a aspirar, lo mismo que nosotros soñamos y aspiramos a un mañana mejor para nosotros y para todos los demás pueblos igual que nosotros!".