Las Tunas.- Los dolores en las rodillas a veces se tornan insoportables y las manos pierden fuerza lentamente a causa de la artritis; pero, el hombre no se rinde. Muchas veces escucha la voz de su hijo, casi suplicante, pidiendo llevarlo consigo a la ciudad de Las Tunas y siempre la respuesta es la misma.
“No. Quizás más tarde; pero todavía puedo ser útil para la familia y el pueblo”.
Él es Rigoberto de la Rosa Zaragoza, conocido como Rigo y radicado en la comunidad de Cuatro Caminos, pequeño poblado que ocupa una parte del municipio cabecera. Allá es propietario de una amplia extensión, en la que extrae su sustento y el de su familia.
“Son 13 hectáreas dedicadas casi todas a la ganadería, y otra parte a los cultivos varios. Realmente, a los frutales permanentes, porque ya casi ni puedo sembrar la tierra, sufro problemas muy serios con la artrosis.
“Tengo unas cuantas plantas de mango y este año entregué 20 quintales a la cooperativa de créditos y servicios Carlos Manuel de Céspedes, a la que pertenezco. De aguacate entregué cinco quintales”.
La gestión fuerte de Rigo es la explotación de sus rebaños e, increíblemente, para ordeñar, sus manos se portan muy bien. Tiene ocho vacas, cuatro toretes que pretende vender este año, una novilla, varios terneros…
“Atender los animales es mi vida y aunque sea domingo lo hago con placer. Me levanto todos los días a las 4:00 de la mañana para ordeñar las vacas. Luego tengo que sacar la leche hasta el punto de recogida, que está casi a dos kilómetros de la casa. Gracias que tengo mi quitrín.
“En el año 2020 entregué más de seis mil litros de leche, mediante la venta directa en la bodega, a razón de unos 500 litros cada mes. No hubo ningún problema para cumplir y en lo que va del 2021 ando bastante bien, por lo que creo que volveré a cumplir.
“Ahora en la seca estoy entregando entre ocho y 10 litros. Pero, a partir de mayo y junio aumentará esa cantidad cuando paran las hembras que están preñadas”.
En sus tierras también hay carneros, los que convenia con la Empresa de Ganado Menor. Y tiene gallinas, cerdos y otros animales para el consumo de la familia. Ninguno pasa hambre ni sed porque abundan los pastos naturales y eso es una ventaja, al igual que la disponibilidad de agua.
“Por la casa pasa un arroyo. A veces se seca en las zonas más altas, pero tengo una turbina y un tanque grande. Y eso para mí no es problema”.
Tampoco lo son los robos, aunque sentimentalmente todavía no se recupera de lo que le pasó en el año 2012, cuando uno o más ladrones le llevaron una vaca y un toro.
“Me dolió, mas mejoré las corraletas a la orilla de la casa y extremé la seguridad. Y completo teniendo el oído bien fino”.
Rigo no se siente viejo y para él la vida de campesino es todo, porque desde joven es lo que ha hecho y asegura que se sentirá muy mal el día que no pueda atender su tierra y sus animales.
“¡Nada más tengo 69 años, periodista! Me siento útil en el campo y hay que luchar, la Revolución nos necesita y yo quiero aportar todo lo que pueda. Si no fuera por la artrosis yo trabajaría como un hombre nuevo. Tengo fuerzas y deseos de vivir. Ese es mi orgullo”.