Las Tunas.- En tiempos en los que se habla y debate sobre el consumo de drogas por los más jóvenes, un aspecto esencial es el alto grado de conciencia que al respecto deben expresar la comunidad, las instituciones, las autoridades, la familia… Es un tema que nos compete a todos y que a veces dejamos pasar por debajo de la mesa.
Hace poco, desde Salud se alistó una charla interactiva en cierto barrio tunero de la cabecera provincial. Allí estuvimos para reportar el suceso como parte del seguimiento al tema que nuestro Periódico se ha trazado. Nos conmovió ver el esfuerzo de los especialistas por un lado para ser creativos en la intervención, y por el otro, el ínfimo apoyo comunitario y de las estructuras de la cuadra a ese momento que pudo cambiar percepciones, impactar sobre una vida, alertar lo preciso.
Como decimos en buen cubano: "Así no ganamos la guerra". Esta "contienda" se debe extender a todos los escenarios y no puede asumirse como "muela" o resultar agotador, y más cuando las principales víctimas son los adolescentes. En este asunto ellos caminan por una cuerda floja, pues por su edad, viven en la búsqueda constante de nuevas sensaciones y experiencias, sienten la necesidad de mayor libertad, así como de ser aceptados por su grupo de amigos o el nuevo amor.
La urgencia del verse bien ante otros los lleva, en muchas ocasiones, a adoptar conductas imitativas que pueden, sí, terminar en actos positivos o en toma de decisiones correctas, pero también, en episodios que desencadenan riesgos para la salud y su vida.
Pensar que consumir tabaco, alcohol o cualquier otra sustancia no puede terminar en daño grave constituye un mito; es la puerta de entrada, el punto de partida para algo que podría interferir en el desarrollo del cerebro, disminuir el rendimiento académico, perder el deseo sexual...
Algunos consumidores refieren que las drogas los han ayudado a escapar de la realidad, de los problemas. El lío gordo viene después. De un mundo pasan a otro, más convulso, enrevesado, incierto, que te va dominando mientras resta tu capacidad de reaccionar, de ser tú. Y enfermedades mentales como la esquizofrenia, varias formas de depresión y ansiedad no serán cosas ajenas, sino muy tuyas.
Para rematar, después de los efectos alucinógenos y de "relajación", los dilemas personales que te hicieron desear el escape aún estarán allí, posiblemente más grandes; y, con seguridad, tendrás menos energía para enfrentarlos. Las recaídas se convertirán en un círculo vicioso que solo tú podrás parar.
Sucede que detenerse resulta más sencillo, si comunidad, familia, instituciones… se erigen red de apoyo, de respaldo; si abren puertas y sienten como propia esa misión.
De tales contrastes, mientras realizan sus charlas y otras labores, saben los expertos de Salud en repartos, por ejemplo, como La Loma y México, y sus zonas aledañas; predios de los que procede el 23 por ciento de los pacientes adictos atendidos durante el 2024 y hasta febrero del 2025 en los servicios médicos aquí, según refieren las estadísticas. Y sitios, junto al "Santo Domingo", donde compran la droga alrededor del 80 por ciento de todas las personas que llegan a las instituciones sanitarias por esa causa en esta localidad, al decir de fuentes autorizadas.
El impulso a salir de ese camino pedregoso de la drogadicción tiene que latir en las casas, en los grupos comunitarios, las organizaciones políticas y de masas... Sumar los centros educativos, los parques… cualquier espacio que sirva para aportar un conocimiento salvador, compartir vivencias, mostrar las consecuencias de una decisión que siempre será mejor no tomar. Solo juntos nos libraremos de tamaña bestia de mil cabezas.