Las Tunas.- Para el doctor Pedro David Alarcón González los últimos 23 días han trastocado por completo su entendimiento del tiempo, y aquello de que al frente del servicio de Cirugía en el hospital pediátrico Mártires de Las Tunas, las 24 horas del día no solían alcanzar. Ahora, en suelo haitiano, se le torna una paradoja tremenda y las jornadas se confunden con meses.
De verde y en los salones del Hospital Comunitario de Referencia (HCR) AQUIN, perteneciente al departamento de Nippes, en la región Sur, opera entre 15 y 18 pacientes semanales. El resto del tiempo, que no es demasiado, practica el idioma para entender a los ojos grandes y asustados que se plantan frente a él y le apuntan con el dedo el lugar afectado.
Asegura que allí, cuando se tienen los guantes puestos, impera un respeto grande por la medicina cubana y cada profesional que llega no puede hacer menos que honrar ese “pacto” del que en muchas ocasiones se ha nutrido el pueblo haitiano.
“La gente es bastante apegada a la médicos cubanos, ya que la terapia que se ofrece no solo combate las enfermedades, sino también tiene el objetivo de llegar al alma.
“Palpamos una realidad muy distinta a la nuestra, marcada por inequidades y falta de atención primaria de salud, de un sistema que ponga al ser humano en el centro de atención.
“Aquí he tenido que prepararme doblemente, debido a que me sigo superando en el contenido propio de mi especialidad, y además de eso, debo estudiar el idioma, para así lograr una buena comunicación médico-paciente. Ha sido bastante difícil, ya me comunico, pero aún sigo esforzándome al máximo.
“Debo aprovechar el lenguaje porque los pacientes son muy comunicativos y, sobre todo, muy educados; a pesar de su pobreza y falta de estudios tienen una nobleza que conmueve".
Pedro, especialista de Primer Grado en Cirugía General, cuenta a 26 que lejos del terruño se valora diferente el Sistema de Salud Pública de Cuba, pues las diferencias son notorias. A su mente vuelven constantemente la preocupación de la entidad hospitalaria a la que pertenece aquí por la vida de cualquier niño, el seguimiento constante, las manos sobre la frente, el dolor cuando no se logran los mejores resultados.
“Desde lejos se percibe que hay una carga emotiva muy grande en la formación de los médicos de la Isla, y es compromiso, sensibilidad. La separación de la familia pega fuerte, pero regresas más completo, incluso, como ser humano, y lo haces, absolutamente seguro, de que para ti, no existe ninguna otra profesión en el mundo".