Las Tunas.- No fue la Enfermería el sueño que acarició desde niña ni tuvo nunca la certeza de que, invariablemente, colocaría esta profesión arriba, en su boleta. Tampoco se imaginó de blanco hasta que su mamá, de muchas maneras, la puso en el camino. Pero no hizo falta más de un semestre para enamorarse de una carrera en la que Yoandra Gutiérrez Velázquez se sabe en "casa"; y tanto, que ya no se imagina con otro propósito.
Reconforta verla multiplicarse dentro de la sala de Neonatología del Hospital General Docente Doctor Ernesto Guevara de la Serna, con la mirada fija en el monitor que resguarda a una criatura tan diminuta que casi cabe en una mano. Confiesa que ellas allí son como madres, rezan, le piden al más alto y no sueltan a los pequeños, porque de algún modo son como los hijos propios.
"Llegué a Neonatología por casualidad y de ahí no se sale, porque sientes que no hay un lugar más importante en todo el mundo que cerca de los niños con más riesgos, que no hablan, no saben explicar lo que les pasa. Solo te miran…, y esa inocencia es un motor casi mágico. Tú solo entras y te apasionas.
"Durante mi vida estudiantil nunca estuve en el servicio porque es una sala muy restringida. Crucé las puertas sin tener idea de a qué me enfrentaría. Mi día inicial dentro fue muy complejo. No se me olvida que el primer paciente que me impactó fue un niño con labio leporino y paladar hendido. Las manos me temblaron, aunque nadie se enteró.
"Tal vez, por esta experiencia, hasta la fecha me impactan mucho los pequeños con defectos físicos, más que con enfermedades graves. Es algo que guardo. En el día ves miles de afecciones, no hay marea baja ni respiros ni tranquilidad. Y te repito, allá dentro somos como madres, tratamos de cuidar a los niños. Incluso, cuando no está en nuestras manos, seguimos pidiendo por ellos.
"En cuanto llego al servicio recibo a mi paciente, pero yo visito la sala completa. Eso se llama sentido de pertenencia, y no soy la única que lo tiene. Somos una familia bien llevada; nadie falta sin avisar, nadie se acomoda. Y cuando un pequeño está al borde de irse a la otra vida, no quieras imaginarte el dolor que se siente ahí, la lucha que se libra".
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EL UNIFORME NO, LA SENSIBILIDAD
Para Yoandra la carrera ha sido una escalada de superación constante. Quienes la conocen saben que nunca termina de estudiar, de investigar procederes novedosos, de hurgar en cómo laboran sus colegas al otro lado del mundo.
En el 2007, en cuanto terminó la licenciatura, comenzó la maestría, luego el camino de la pedagogía y en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en máster en Atención Integral al Niño. Hace décadas que más que enfermera es profesora, y sus estudiantes tienen la suerte de verla desdoblarse desde el ejemplo.
"Una no puede estar al margen de lo que sucede ni vivir en la teoría cuando la realidad tunera nos está alertando. Hace tres o cuatro años que el servicio está marcado por un grupo grande de pacientes pretérminos y bajo peso, con una morbilidad alta. Estamos viendo niños extremadamente bajo peso, con menos de mil gramos.
"Lo que nos ha fortalecido es la superación constante, el trabajo con los expertos, las estrategias puntuales para defender la supervivencia a toda costa, pero tenemos una lucha difícil.
"Nos alarma el embarazo en la adolescencia. Las verdaderas secuelas las observamos nosotras. Esas niñas que comienzan su actividad sexual precoz, sin protegerse, traen al mundo a bebés con muchas complicaciones; no están listan para el proceso ni física ni mentalmente.
"El fenómeno me tocó tan de cerca que me he visto en la obligación no solo de educar y alertar a mi hija, sino a todas las muchachitas que de alguna manera tengo cercanas, a sus familias. El trabajo no termina cuando te quitas el uniforme, tienes la responsabilidad, la sensibilidad de alertar, cuidar y, sobre todo, prevenir".
"NADIE TE PREPARA PARA FALLAR"
Se le vuelve la mirada húmeda cuando rememora aquella guardia…, ese día aprendió que no puede darse por vencida, que hay una fuerza increíble en la fe.
"Veinticinco años en la Neonatología es demasiado tiempo, son muchas anécdotas. Pero sí hubo una niña que me hizo sentir diferente. Llegó casi fallecida, prácticamente sin presión arterial media, con latidos cardíacos muy débiles. Se acopló a un ventilador artificial. Solo creí que, si iba a irse, tenía que hacerlo con dignidad, y la empecé a acomodar. Pedí por ella…, y por dentro me dije 'déjame ponerla bien bonita para su familia', hasta en eso pensamos nosotras.
"Eso fue como a las 7:00 pm; a las 9:00 pm no había fallecido. Entró su mamá y la vio bien bonita. Me escuchó hablándole y eso la tranquilizó. A las 9:30 pm le apagué una bomba de epinefrina que tenía para ayudar al corazón a trabajar. Ya no la necesitaba. El corazón ya trabajaba de maravillas. Fue inexplicable, empezó a levantar y a levantar. Esa niña hoy tiene 11 años.
"Qué te puedo decir. Hay mucho de incierto en la sala. Igual hay algunos que están bien y de repente se complican, y tú dices 'pero qué pasó, si esto no tenía que haber sucedido'. Hay otros que dejamos con parámetros mínimos en el equipo y cuando regresamos ya no están. En Neonatología se hacen muchos procederes invasivos.
"¡Qué va! Una no se acostumbra a perder a un paciente. Mira, yo a veces no quiero salir y ver a la familia. Pero viene la dinámica del trabajo, llega otro niño y tienes que dar más y dar más. Un paciente no se parece a otro y no evoluciona igual; lo que falló antes ahora sí funciona. No hay de otra".
VEHEMENTE Y SATISFECHA
Yoandra ha participado en varios congresos internacionales, simposios y talleres dentro y fuera de Cuba. Asegura que es muy gratificante la superación. "Una adquiere conocimientos, pero también se relaciona con enfermeras de provincias y otros países; las experiencias son invaluables".
Me cuenta que la vida la premió con creces. "Mi hija llegó un día a la casa y me dijo que iba a estudiar Enfermería. Tenía los ojitos aguados. Yo le dije que esta, si no es la profesión más bonita, es la más humana de todas.
"Claro que le recordé que tendría una vida muy sacrificada, que me mirara a mí. Yo paso la mayor parte del tiempo en el hospital. Y a veces no me quiero perder un evento, un cumpleaños, pero igual tengo obligaciones y ella sabe eso. Me ve en casa trabajando hasta la noche, atendiendo a la familia.
"Me dijo que no iba a ser igual que yo, y ahí mismo le aclaré que ella puede ser mejor. De eso estoy segura".
Años después, se prepara para recibir a su niña, como colega, en la Neonatología.
LOS NUEVOS BROTES
"Estamos atravesando momentos difíciles en los que la gente quiere mejorar; y no podemos juzgar al que sale, porque los pueblos emigran en busca de condiciones económicas más prósperas. Los servicios se han visto muy afectados. Pero lo que nos toca es trabajar con el relevo y garantizarlo.
"Aquí intentamos educar a las nuevas generaciones lo mejor posible y a mí me toca la parte de Neonatología, pero también la sensibilidad humana hacia el recién nacido. Les digo a los estudiantes que tienen que ir aprendiendo porque por aquí pueden pasar sus sobrinos, hijos, los hijos de sus amistades, que llamarán con el corazón en la mano.
"La motivación es esencial y con ella trabajamos para que el enfermero entienda que no labora por dinero, porque este no le va a alcanzar, que su responsabilidad no tiene precio.
"Para mí la profesión es un regalo. A veces una está cabizbaja, desmotivada, pero cuando llegas al trabajo y ves que un niño depende de ti, que afuera están su madre, su padre, desesperados y no saben qué hacer…, cuando te reconocen y te dicen 'qué bueno que tú estás con mi bebé', ahí se te aligeran todas las cargas, porque allá adentro nunca se trata de ti, sino de los niños, de la vida. Estas pequeñas cosas me motivan y trato de que motiven a los que estarán después de mí".
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Actualmente, Yoandra se encuentra enfrascada en un evento singular de Puertas Abiertas, un espacio para intercambiar con los estudiantes de Medicina y Enfermería, y azuzar sus pasiones. Como ella dice, se trata de" trabajar en el presente para garantizar el futuro".