Las Tunas.- Un par de años, o lo que es lo mismo, 24 meses, transcurrieron desde que se diagnosticara en esta provincia del oriente cubano el primer caso de Covid-19. De entonces a la fecha, este territorio ha atravesado por lo que estableceríamos como cuatro etapas fundamentales, cuyo criterio de selección ha sido la severidad de esta pandemia.
LA PANDEMIA EN LOS NOTICIEROS
Entre marzo del 2020 y junio del 2021, Las Tunas, como el resto del país y el mundo, fue aprendiendo sobre la marcha qué significaba lidiar con la enfermedad, cuya fuente de contagio obligó a tomar medidas de distanciamiento físico que pusieron de cabeza todos los aspectos de la vida cotidiana tal cual la conocíamos hasta entonces.
Sin embargo, en este primer lapso se detectó aquí apenas el cinco por ciento de los positivos autóctonos diagnosticados en suelo tunero a lo largo de la pandemia y el 3,6 por ciento de los fallecidos certificados por Covid-19 desde marzo del 2020 hasta la fecha. En contraste, acapara más del 70 por ciento de todos los pacientes que llegaron del extranjero contagiados con el SARS-CoV-2.
Sin bien en esta demarcación acaecieron los mismos procesos que en el resto de la nación, yendo del cierre casi total de la actividad económica y la movilidad social entre marzo y octubre del 2020 a la flexibilización de la que disfrutamos entre noviembre de ese mismo año y, aproximadamente, febrero del 2021; los primeros focos de transmisión ocurrieron mucho después que en otras provincias y nunca alcanzaron la gravedad que distintos espacios de este Archipiélago. Así, el territorio disfrutó de una situación epidemiológica mejor.
El Sistema de Salud tunero concentró sus esfuerzos en la contención y vigilancia del probable contagio llegado desde más allá de sus límites territoriales o desde sus residentes procedentes de fuera de las fronteras cubanas. Por aquellos días tomó fuerza dentro de la estrategia local de lucha contra la pandemia el principio de tomar medidas preventivas de enfrentamiento y no esperar al empeoramiento de la situación epidemiológica para arreciar los pasos de limitación de servicios, movilidad ciudadana o de prestaciones no esenciales. Dicha práctica se tornaría clave para afrontar escenarios posteriores mucho más agravados.
No obstante, desde el comienzo del 2021, y atizada por la llegada de variantes más contagiosas como la delta, la intensidad de la transmisión fue elevándose sostenidamente en toda la provincia. En mayo sucedieron los primeros eventos de transmisión local, tanto en la cabecera territorial como en el resto de los municipios. Con todo y eso, Las Tunas fue la última entre sus homólogas en abandonar el estadio de nueva normalidad establecido en noviembre del 2020. Hasta le alcanzó el tiempo para concluir el curso escolar 2020-2021, algo que no pudo lograr ninguna demarcación similar.
LA NOCHE MÁS OSCURA
Entre julio y octubre del 2021 fue, por mucho, el período más duro en esta lucha común contra el coronavirus. En esos cuatro meses se concentra el 75 por ciento de todos los positivos autóctonos diagnosticados entre nosotros y, lo más triste aún, perdieron la vida nueve de cada 10 tuneras o tuneros que lo hicieron por causas plenamente comprobadas e imputables a la enfermedad.
Todo lo anterior se expresó en el día a día de los habitantes de la tierra de Vicente García, quienes tuvieron que lidiar con pautas de confinamiento hasta entonces solo vistas en los noticieros, primero en la mayor urbe tunera y luego en el resto de los enclaves urbanos e, incluso, en asentamientos rurales.
Los engranajes de la atención médica sufrieron como nunca, pues a la elevación de la cantidad de casos activos (más de mil 500 diarios) se unió el colapso de la producción nacional de oxígeno medicinal, que solo pudo solventarse con una verdadera proeza protagonizada por trabajadores de empresas, instituciones estatales, organizaciones sociales, cuentapropistas y efectivos de las Fuerzas Armadas.
No obstante, en esos instantes comenzó a gestarse la semilla de la victoria en la pelea cubana contra el nuevo coronavirus, porque avanzó la protección de la población local con las vacunas anti-Covid-19 elaboradas por la Industria Farmacéutica nacional. La inmunización había iniciado en abril del 2021 con las intervenciones sanitarias a los trabajadores de Salud y otros sectores relacionados directamente con la lucha contra el SARS-CoV-2. Si en agosto únicamente cinco de cada 10 habitantes de esta comarca habían completado su esquema de vacunación, cuando terminó octubre lo había hecho más de la mitad de nuestros paisanos.
La robustez del trabajo de los científicos cubanos se notó rápidamente cuando comenzó a bajar la transmisión de la enfermedad en la ciudad de Las Tunas, al punto que esta perdió el estatus de epicentro de la pandemia, que había tenido desde marzo del 2020.
LAS VACUNAS HICIERON SU TRABAJO
En caída libre fue la transmisión del SARS-CoV-2 entre noviembre y diciembre del 2021. Apenas se diagnosticó el dos por ciento de todos los enfermos detectados aquí a lo largo de la pandemia y celebramos la no ocurrencia de fallecimientos atribuibles directamente a la Covid-19. En esas condiciones, al igual que todo el país, el Balcón del Oriente Cubano retomó la presencialidad en sus actividades económicas, de servicios y procesos de alta relevancia para la sociedad en su conjunto, como las ligadas al Sistema Educativo. Así las cosas, la cuna de los Leñadores del béisbol cubano reabrió sus escuelas de la Enseñanza General para iniciar el curso 2021-2022, mientras el resto del Archipiélago lo hizo para reanudar el período lectivo anterior.
EL REBROTE PARADO POR LA CIENCIA CUBANA, ESTABILIDAD Y LECCIONES
La irrupción de la variante ómicron suscitó el segundo brote de contagios en Las Tunas en enero del 2022, al punto de que esta etapa se quedó con el 13 por ciento de todos los positivos autóctonos y lo que es más interesante todavía, con el 11 de los importados. De nuevo, las vacunas cubanas nos salvaron a todos, porque antes de que terminara ese mes descendió la curva de propagación.
Desde febrero hasta la fecha, la tierra de Vicente García disfruta del control de la transmisión, aunque sin eliminar por completo el contagio y la ocurrencia de focos en varios puntos del territorio. Sin dudas, el Sistema de Salud respira mejor, concentrándose en los segmentos de la población no inmunizada o la que aun protegida sería particularmente vulnerable por padecer enfermedades crónicas.
Todavía está por saberse el impacto que tendrá esta pandemia en la salud de los tuneros a mediano y largo plazos.
Así, por ejemplo, un estudio llevado a cabo en el principal hospital de la provincia de Cienfuegos demostró que los recién nacidos de madres que estuvieron contagiadas o vacunadas, les aportaron a sus hijos niveles de anticuerpos que los protegen contra la Covid-19. En el otro extremo, adviértase que - para Las Tunas - a partir de ahora comenzarán a nacer los infantes que fueron concebidos en el lapso más severo de la pandemia. Convendría emprender un estudio amplio, profundo y multidisciplinario sobre qué repercusiones tendrá eso en los principales indicadores del Programa Materno Infantil en los meses por venir.
Igualmente, será sensato no pretender que todo regrese a marzo del 2020, porque semejante absolutismo significaría tirar por la borda las experiencias y sensibilidades humanas que, destaquémoslo, afloraron en los momentos más críticos. A las malas, la Covid-19 nos obligó a concentrar en los verdaderamente imprescindibles encuentros, reuniones u otros espacios de confluencia de varias personas, que quizás ahora sentimos innecesarios. Cabría pensar cuánto de ello es pertinente conservar, porque el trabajo y las acciones que ponen a andar al país no se concretan en las reuniones sino, precisamente, fuera de estas.
Similares lecciones cabría no engavetar en los engranajes de distribución de alimentos, promoción de la mensajería y los servicios a domicilio, y descentralización de los trámites; alejados, eso sí, de enmascarar la morosidad detrás del cartel de "solo para llevar".
Consultados desde estas páginas, los lectores de 26 convinieron mayoritariamente en que, mientras en nuestro modo vida y en los recuerdos ya está grabada en piedra la pandemia de la Covid-19; también será necesario, incluso imprescindible, llevar siempre, como el nasobuco, la solidaridad y el empeño de salir adelante que afloraron en estos 24 meses.