panorámica cementerio Vicente García

Las Tunas.- La rabia y el dolor de Daysi Aguilera Santiesteban fueron el detonante que devolvió los pasos de 26 al cementerio Vicente García.

No es la suya la única queja de la situación del lugar que tenemos sobre nuestras mesas de trabajo, y tampoco es esta la primera vez que tratamos la debacle que allí pervive. Pero su voz, la de Daysi, y la mezcla de impotencia y sufrimiento que descorcharon su llanto superan toda lógica posible.

Resulta, querido lector, que a inicios de agosto esta mujer de 69 años de edad dirigió sus pasos al camposanto local para exhumar los restos de su hermano, combatiente de la guerra de Angola. Por decisión familiar serían trasladados al cementerio de Jobabo y, con ellos, se irían hasta allá, igualmente, los de su padre (destacado en la Lucha Contra Bandidos) y su otro hermano muerto (también soldado internacionalista).

Tras el triste y necesario proceso exhumatorio quedaron las tres cajitas plásticas con la osamenta humana en el panteón de los combatientes, a la espera del carro que las llevaría al sitio del descanso eterno.

Solo que, al Daysi volver encontró un panorama de espanto: habían abierto la tapa del panteón, sacado los huesos de los suyos, que estaban desparramados por el suelo, y se robaron las tres cajitas mortuorias. Así de cruel, de tétrico, de inexcusable. Pero no fue menos lo que vino después.

Ella nos contó, mientras mostraba las fotos en su celular de "una cabeza por un lado y un hueso por el otro", del peregrinar tristísimo desde la Policía, los peritos, a Fiscalía, al Gobierno Municipal, al Partido.

Habló de maltrato en los predios mismos de la necrópolis, de poca sensibilidad y de los días que pasaban y sus muertos allí, tirados, a la buena de Dios; de los aguaceros que les cayeron encima, del clamor irreductible de su madre de 90 años, de su sobrina enferma, del porqué de esta vida.

Una Daysi destrozada logró, tras muchas más peleas y llantos de los que debieron ser necesarios, llevarse a sus muertos a un sitio mejor, menos ultrajado. Ya para esas fechas era 20 de agosto, el día en el que su hermano cumpliría años.

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Jorge Gordales Reyes administrador del cementerioJorge Gordales Reyes es, desde hace nueve meses, el administrador del cementerio Vicente García. Hablamos mientras atendía varios asuntos, marcaba con una pala la mezcla lista para un enterramiento y escuchaba una queja puntual.

Fue áspero y sincero al decir: "Después de las 5:00 pm, este lugar no tiene seguridad ninguna, y estamos enclavados en un barrio muy complejo, atendido constantemente por las estructuras del Gobierno y el Partido.
"Puedo asegurar que hacía mucho tiempo que este sitio no estaba como ahora. Usted puede recorrerlo y no verá escombros, hay limpieza y somos muy severos con las indisciplinas.

"Aquí mucha gente vivía del cementerio. Eso se ha ido acabando. Más de cinco trabajadores se han separado de sus puestos por violaciones y delitos detectados. Algunos de ellos con más de 15 años de labor en la institución".

En eso abunda Misleydis Fernández Jiménez, con 21 años de faena allí y su condición de secretaria del núcleo del Partido. "Hemos mejorado bastante, pero las condiciones en las que trabajamos son muy difíciles. Además, nadie quiere esforzarse por dos mil 527 pesos en medio de tantas carencias, sin iluminación y en una comunidad diversa y complicada.

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"Los niños vuelan sus cometas, se meten a correr y cuando les sales al paso o los regañas los padres entonces te caen arriba como si fueras tú la que estuvieras invadiendo un espacio sagrado, por ejemplo".

Caminamos por entre las tumbas. Es fácil notar que, a pesar de los esfuerzos, queda poco del añejo esplendor. Latas de cervezas vacías están dentro de algunos sepulcros, un par de panales de abejas crecen en la tapia trasera, losas se han arrancado de a cuajo, desvistiendo nichos; y varias personas pululan buscando los restos de sus familias que "se han perdido", un poco por descuido de los dolientes al guardar documentos, y otro por el mal trabajo acumulado por años en la organización y control de las tarjetas.

cementerio. panal de abejas

Los principales problemas llegan cuando la tarde cae y nadie cuida a fondo estos dominios. Lo sabe muy bien Ramón Nicolás Delgado Cruz, responsable del grupo de custodios del cementerio desde el pasado mes de abril, aunque insiste en que se cometen muchas indisciplinas durante el día, pues las tres féminas que cuidan no alcanzan para llegar a todas partes.

"El jefe de sector nos ha solicitado que las mujeres no hagan guardia de noche por temor a lo que pueda pasarles; esto está oscuro totalmente, existía una torre con focos hacia varios perímetros, pero ya no.

"El panteón de los combatientes, por poner un caso, tiene un chucho de 200 voltios y no se puede encender porque no hay un breaker. La entrada principal está oscura totalmente porque no se ha logrado sacar un cablecito para que el custodio tenga luz ahí.custodio cementerio

"Tampoco existen garitas para que se protejan, pues se han ido llenando de restos. Incluso, a la del panteón de los internacionalistas le quitaron las ventanas, la cerraron y está repleta, porque no hay espacio para toda la osamenta. La situación resulta compleja.

"Cuando llueve en la noche el custodio quita la bandera, coge el teléfono y se va a pedir a los vecinos que le permitan guarecerse. Y esto se queda solo, completamente solo.

"Se roban las jardineras, los libritos, las cajitas que la gente compra para los restos del familiar; muchas llegan a valer tres mil o cuatro mil pesos; las vacían y las venden otra vez", detalla Delgado Cruz.

Se siente fetidez en algunas partes del camposanto, los trabajadores no tienen almuerzo, merienda, guantes ni muchos de los otros utensilios que resultan vitales para su quehacer.

Los vecinos, pidiendo discreción absoluta, nos cuentan que también se sustraen partes de los cadáveres para trabajos de ocultismo. "Un resto humano puede costar desde 500 hasta cinco mil pesos. Eso depende del hueso que sea, y del muerto en cuestión, porque si es niño, extranjero o combatiente, el monto es de los más altos".

Nos hablan de prófugos que se esconden entre las tumbas en la madrugada sin que nadie se atreva a entrar por ellos, de policías lastimados en algún intento valiente y nos enseñan fotos crueles, de esas que nunca llegarían, con su dolor, a estas páginas.

cementerio indisciplina

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La sobreexplotación del cementerio local, el barrio que ha ido creciendo en torno y la oscuridad en la que la desatención ha sumido sus noches son tres factores que determinan que historias como la de Daysi sean más frecuentes de lo que debieran.

A ojos vista, la solución radica en darles mejores condiciones de trabajo a la gente y al lugar; sin embargo, urge en Las Tunas otra necrópolis. Husmeando noticias de hace un par de años, encontramos declaraciones de directivos que afirmaban que, tanto el nuevo cementerio como el crematorio y sus instalaciones estarían listos más temprano que tarde.

Al calor del tiempo parecen aquellos anuncios una suerte de "exceso de entusiasmo", porque la realidad, al menos así lo confesó a este equipo de prensa Eiser Prieto Pons, subdirector de Higiene y Necrología en la provincia, no es tan cercana o halagüeña.

losas cementerio

"El crematorio está parado por falta de materiales y lo tenemos contratado con la Empresa de Mantenimiento Constructivo. La obra civil se detuvo a nivel de anilla, le falta la placa. El incinerador de restos óseos (reduce a cenizas restos exhumados) lo instalaremos primero y ya el equipamiento está aquí; el de cadáveres (cumple igual proceso, pero con la persona que ha fallecido recientemente) se encuentra en La Habana, y disponemos de todo el presupuesto para la ejecución".

El joven directivo explica que lo referido al camposanto es todavía más enrevesado. "Estamos esperando una nueva ubicación para comenzar las faenas, porque la que antes teníamos, al lado del incinerador y donde ya habíamos comenzado los primeros movimientos de tierra, se la dieron a unos particulares".

Eiser no sabe muy bien por qué tomaron esa decisión, aunque sí conoce que no es esta la única problemática de tal tipo en el Balcón de Oriente. "En Puerto Padre, por ejemplo, su cementerio principal se encuentra igualmente sobreexplotado, están detenidas las labores por temas burocráticos; una pena, porque podríamos cumplir la norma de edificar este sitio al lado del vertedero con la distancia que requiere".

Trabadores cementerio

Hablamos del empeño en el universo necrológico de la provincia, de las indicaciones recientes del primer secretario del Partido en el territorio que han favorecido la fabricación en tiempo de ataúdes, de los recursos que han entrado, de los seis carros fúnebres activos en suelo tunero y los otros cuatro que pretenden sumar pronto… y hasta de los malabares para distribuir el cemento en las 64 necrópolis de la geografía provincial.

Mientras conversa, los patieros hacen una ofensiva de limpieza alrededor nuestro, un hombre casi nos alcanza al pasar con un botón de rosa en las manos y la mirada perdida, entre las tumbas; un perro trae hasta acá los restos de una paloma y la vida parece fluir entre la muerte, o viceversa.

Lo cierto es que existe una carga real de descuidos añejos que va pasando factura y cada día se hace más difícil controlar. No vamos a lograrlo, al menos no si permitimos que el dolor de otro deje de ser nuestro; que el llanto de Daysi se cuente mañana como una anécdota más, sin respuestas contundentes, de esas que no llevan análisis tardíos, sino soluciones a corto y mediano plazos, con nombres concretos y acciones definidas.

La muerte es el camino que llevamos todos y, quienes ahí reposan, que también son parte de nosotros, merecen un descanso eterno y con dignidad.

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