motoristas las tunas
Las Tunas.- Mientras unos dedos dibujaban siluetas encima de un mapa, las ideas se confabularon para hacer realidad un sueño en común. Annia Labrador González y Eliezer González Hernández, cómplices de vida y afición por las motos, rodaron su amor a lo largo del país y convirtieron su historia en una mezcla de sanación y adrenalina. Las Tunas, mediante Caballeros por la Vía y Clásicos de Cuba, tiene un espacio reservado dentro de las vivencias de la doctora general integral y el ingeniero eléctrico que desafiaron la opacidad de los tiempos actuales con los colores de la aventura.

“Iniciamos desde Pinar del Río hasta el cabo de San Antonio, para luego emprender viaje hacia la punta de Maisí, en una travesía de 34 días. Salimos el 11 de noviembre y llegamos el 14 de diciembre”, confiesa Eliezer, a sabiendas de regresar al punto de partida con diversas lecciones concebidas y la certeza de ser alguien afortunado al compilar kilómetros con la mejor de las compañías.recibimiento motorista 1

“Teníamos planificado llegar algunas fechas antes, pero surgieron varios imprevistos como las malas condiciones del clima, carreteras intransitables que nos obligaron a reajustar el itinerario y roturas en los motores”, señala Annia, en fiel reflejo de cuánto se complementan uno al otro.

Aunque el cansancio asoma en la voz de los protagonistas, los vínculos de hermandad les renuevan energías y, al mismo tiempo, consolidan el agradecimiento.

recibimiento motorista 2“Gracias a los clubes de motoristas completamos el recorrido. Recibimos ayuda en muchos lugares, a través de múltiples grupos, por lo que la solidaridad nos ha acompañado por toda la Isla”, dijo González Hernández.

En cada conversación irrumpen en la memoria distintos relatos, ahondar en ellos resulta misión imposible por estas jornadas, solo la sobriedad del tiempo y la recopilación digital calmarán el cúmulo de anécdotas.

“Personas desconocidas por las calles nos han reconocido y brindado su apoyo, incluso al ofrecernos combustible. ¡Increíblemente! También nos invitaron a sus propias casas. Han emergido muchas experiencias”, refrenda Labrador González.

Con la más cuerda de las locuras, apuntalada por los afectos de pareja, Annia y Eliezer regresan a Pinar del Río con un hogar construido por la guía de las pasiones y la rudeza del pavimento.

 

 

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