Las Tunas.- Ernesto Carralero Bosch tiene 80 años de edad y más de medio siglo desandando el camino de las letras. Confiesa que todavía siente un poco de pena cuando alguien le dice "historiador" en plena calle, a viva voz, pero no niega que en el fondo de sí la satisfacción reverdece por aquello que habla de utilidad de la virtud. Con este profesor, investigador y escritor de la Villa Azul, a quien se le dedicó la recién concluida Feria del Libro y la Literatura (junto a Maritza Batista y Pablo Armando Fernández), conversó 26.
- Carralero, ¿cómo recuerda su infancia?
Nací en Juan Saéz, un poblado alejado de la urbe puertopadrense, un poblado mágico que hasta se tragaron las aguas, una especie de Macondo. Imagínate a un niño campesino totalmente atípico. No montaba a caballo ni jugaba pelota, como los demás. Solo leía, incansablemente. Luego crecí y, por cosas de la vida, conocí a figuras como Jesús Orta Ruiz y Pablo Armando Fernández, del cual fui amigo.
- Ya entiendo de dónde viene su pasión por las letras. Hoy, con alrededor de 20 libros publicados, ¿qué significa para usted la literatura?
Es mi expresión fundamental. A través de ella recreo la realidad y vierto mis sentimientos. Es una necesidad espiritual. Tengo publicados libros tanto de poesía como de narrativa e investigación, más textos para niños.
- ¿Y prefiere alguno en especial?
Amo a todos mis libros, pero atesoro de manera especial Poesía puertopadrense y Crónicas de Puerto Padre, ambos publicados por la editorial Sanlope. El primero se acerca a 34 poetas de Puerto Padre de los siglos XIX y XX, mientras el segundo recoge hechos históricos, culturales, pintorescos y folclóricos de la ciudad.
También por el sello local salió el infantil Fieragata; siempre he amado a los gatos. Y, por Gente Nueva, vio la luz mi novela, Jíbara, para adolescentes. Actualmente tengo tres novelas inéditas.
- La historia también le apasiona...
Sí, es otra de mis grandes pasiones. Siempre me interesé por la historia y la investigación. Fui, incluso, fundador y director del museo del municipio. He aportado Síntesis histórica de Puerto Padre y otros libros de corte investigativo.
- ¿Y qué otras ramas mueven su corazón?
Entre mis orgullos está haber sido maestro. Fui makarenko, estuve cinco años impartiendo clases en las montañas de la Sierra Maestra, trabajé en diferentes enseñanzas…
- ¿Qué representa Puerto Padre para Carralero?
Puerto Padre siempre está latiendo en mí, incluso, ha marcado a varios de mis personajes, tanto reales como ficticios. Caminar mi ciudad, sentir sus calles, eso me identifica. Por eso en la literatura también me gusta atrapar el espíritu de la ciudad. Cuando era niño vivía lejos de la urbe, pero me encantaba visitarla porque, aunque nací en el campo, aquí vivían varios familiares.
De adulto pude defenderla mejor desde diferentes planos, pues, además de abrazar la escritura, fui el presidente fundador del Comité Municipal de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), me desempeñé como especialista de literatura en la Dirección Municipal de Cultura, entre otros cargos.
- Y..., ¿cómo recuerda a Pablo Armando?
Era un hombre culto, con un sentido del humor peculiar, un gran amigo. Era un amante ferviente del arte y la naturaleza. Me tocó atenderlo varias veces y, gracias a todas mis lecturas, pude intercambiar criterios con él. Ser un lector incesante, esa es la vía para adquirir cultura universal.
- ¿Cómo recibió la noticia de que le dedicaran esta Feria?
Agradezco que se me dedicara la Feria, pero eso no me preocupa mucho. Solo me importa aportar. No tengo la intención de que me reconozcan, solo creo para el porvenir.
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Así habla el hijo de "Juan Sáez", el amigo de Pablo Armando, el niño campesino que se convirtió, para suerte nuestra, en un investigador incansable, en un creador de los buenos. La historiografía tunera, la literatura y cada pedazo de esa Villa de los Molinos tiene su huella necesaria. Hoy afirma convencido: "Jóvenes, defiendan su historia", y es que el autor de El coloso Delicias-Guiteras sabe bien de lo que habla, lo ha vivido a plenitud.