Las Tunas.- En septiembre de 1971 comenzó, oficialmente, la Enseñanza Preuniversitaria en Las Tunas.
Un grupo de muchachos entusiastas, dirigidos por la destacada profesora Nelva Rosario Peña, están en los inicios del pre urbano Luis Urquiza Jorge, un centro que, trasladado de sede primero y convertido en instituto preuniversitario vocacional de ciencias exactas (Ipvce) después, marca todavía el paso de los buenos bachilleres de estas tierras.
Cuentan que todo se debió al esfuerzo del comandante Faure Chomón Mediavilla y que las familias tuneras quedaron más que contentas porque, antes de que se concretara el acontecimiento, los muchachos que se decidían por hacer el bachillerato tenían que irse para Holguín o La Habana a realizar sus sueños.
Se les designó el local que había sido antes el Ayuntamiento de la comarca, y allí muchos estudiaron los cuatro cursos de la Secundaria Básica y los tres del Preuniversitario. Los varones, con sus pantalones de caqui azul y camisa blanca; las hembras, con sayas azules y luciendo en la manga de sus blusas blanquísimas una especie de galón de tela que se correspondía con el grado académico.
Hace poco más de un año se reunieron los alumnos de la primera graduación en esta ciudad. Dio gusto verlos entonces abrazar a la profe Nelva, llegada especialmente desde Estados Unidos para la ocasión, también recordar a "los del grupo" que por muchas razones no pudieron acompañarles, repetir motes de sus días escolares y compartir anécdotas, algunas sacadas de gavetas muy bien cerradas por años.
"Faure Chomón visitaba mucho la escuela, a cualquier hora. Una de esas tantas veces salimos cuando él estaba dentro y le dijimos al escolta, que era además su chofer, que decía el comandante que nos llevara al Club Familiar a merendar. Y el hombre nos llevó para allá a esa hora.
"Nos aparecimos de vuelta en la escuela como a la 1:00 o las 2:00 de la madrugada y Nelva nos quería matar. Faure no, él lo que hizo fue reírse y decirle que nosotros éramos muchachos buenos, que nos dejara divertirnos".
Recordaron las noches que pasaron sentados en grupos en el parque Vicente García oyendo Nocturno, el programa de Radio que promovía la música de la década prodigiosa y les hacía felices, como tantas cosas simples a su alrededor.
"El Pre sí sonaba", aseguran y, para explicarlo, cuentan de la vida cultural en torno a la escuela, las veladas aquellas en las que paraban a la mismísima Blanquita Becerra de su asiento vernáculo para verla bailar y cantar para ellos, las galas que protagonizaban los alumnos que sabían lo mismo cantar en italiano, que tocar el violín y la guitarra, y de las actividades deportivas que los llevaban a Puerto Padre y otros sitios de estas tierras.
"Estábamos locos por crecer, romper barreras, estudiar. Luchábamos por sacar buenas notas y nos visitábamos en las noches para hacer grupos de estudio, porque nos sentíamos a gusto con nosotros mismos. Eran tiempos de mucha efervescencia".
Riquísima estaba la ensalada fría del encuentro, contagiaba la algarabía ante cada abrazo y hablaban de los nietos y la obra de la vida con la satisfacción del que sabe que fue protagonista de un nacimiento muy especial; porque con el "Luis Urquiza" le llegó a estas tierras un nuevo comienzo y la posibilidad maravillosa de avanzar desde el esfuerzo de sus hijos.