Las Tunas.- La historia se remonta a octubre de 1939, cuando el joven checoslovaco Jan Opletal fue asesinado por las fuerzas nazis tras la invasión a Checoslovaquia. Su muerte provocó una ola de protestas en las universidades. Miles de educandos se alzaron en defensa de sus derechos, y muchos fueron apresados y torturados.
Los hechos terminaron en la respuesta sangrienta del Ejército nazi, cuando el 17 de noviembre masacraron a nueve líderes estudiantiles y enviaron a más de mil 200 alumnos a campos de concentración, principalmente a Sachsenhausen. Luego cerraron las universidades checas.
En reconocimiento a la valentía y determinación de aquellos jóvenes, la Unión Internacional de Estudiantes, creada en 1941, declaró en ese propio año el 17 de Noviembre como Día Internacional del Estudiante.
Cuba se une al resto del mundo para recordar la fecha, una jornada que rinde homenaje a la lucha por una educación libre y de calidad. Este día en la Isla no solo es un momento de celebración, sino también una oportunidad para reflexionar sobre el papel fundamental que desempeñan los estudiantes en la construcción de sociedades más justas y equitativas.
Las instituciones educativas cubanas organizan actividades culturales, deportivas y recreativas que permiten a los colegiales disfrutar de su día y fortalecer los lazos entre ellos; son una oportunidad para que se expresen y muestren su creatividad.
El significado del 17 de Noviembre va más allá del júbilo y la alegría; es un recordatorio del compromiso de los estudiantes ante el desarrollo social. En un país donde la educación es un derecho primordial, los aprendices cubanos son vistos como agentes de cambio y protagonistas en la construcción del futuro. Su participación activa en la vida social y política es fundamental para el avance del país.
Sobresalen jornadas que incluyen desde actos culturales hasta debates sobre temas actuales que afectan a la juventud. Los alumnos tienen la oportunidad de expresar sus opiniones y compartir sus inquietudes, para fomentar un ambiente de diálogo y reflexión. Este espacio es vital para el desarrollo de habilidades críticas y el fortalecimiento de la democracia participativa.
La fiesta también incluye la entrega de reconocimientos a aquellos alumnos y profesores que han destacado por su rendimiento académico y su participación en actividades comunitarias. Estas iniciativas motivan a los jóvenes a superarse y a involucrarse en su entorno, lo cual fortalece valores como la solidaridad y el trabajo en equipo.
En un símbolo de unidad y esperanza. Se trabaja por un sistema educativo que fomente la creatividad, el pensamiento crítico y el amor por el conocimiento.