Las Tunas.- Las creencias arraigadas en la cultura popular marcan la idiosincrasia de los tuneros; historias contadas de boca en boca, generación tras generación, sobre algunos fenómenos o hechos que fueron temas de debate, curiosidad e, incluso temor, en los habitantes de la urbe oriental.
Cuentan los lugareños sobre relatos un poco fantasiosos, algunos incluyen lugares o pasajes históricos que definen leyendas muy identitarias, mientras otros prefieren los mitos al narrar acontecimientos puramente creados por el imaginario sin base de algún suceso real.
Entre las leyendas más sonadas por los hijos de esta tierra despunta una muy singular sobre la existencia de un jinete sin cabeza que recorría ciertas arterias de la ciudad y a su paso, causaba desastres mortales como accidentes de tránsito o alguna otra noticia muy desagradable o triste.
Es de suponer la incertidumbre que por años causó la creencia del decapitado personaje sobre su caballo blanco, ante todo respaldado por ciertas lenguas que "aseguraban" sentir los pasos del equino y mucho más que eso, aseveraban su presencia durante horas de la madrugada.
Pero la historia tiene su raíz en el apasionado enamoramiento de un aborigen hacia una joven española, en el entonces cacicazgo de Cueybá a inicios de la colonización ibérica; al enterarse el padre de la moza, mandó a que le hicieran la cacería al nativo y le cortaran la cabeza, cuyos restos, según narran, nunca fueron encontrados.
Desde entonces nació la leyenda y al fantasma del jinete le asociaron cuanta catástrofe ocurrió en la ciudad; tanto así que muchos lo relacionaron con el accidente ferroviario de 1945 donde murieron cientos de personas y la famosa granizada de 1963, registrada como uno de los fenómenos atmosféricos más intensos que han azotado a Cuba.
Tal resulta su alcance que la fantasía fue recreada en 1983 en una obra del artista de la plástica Rogelio Ricardo Fuentes en los predios del hotel Las Tunas y en las inmediaciones del bulevar Franciso Varona en un mural de Alexis Roselló Labrada, una forma de inmortalizar el hecho y hacerle honor al sentimiento local.
Otras historias definen el panorama real y maravilloso de Las Tunas, crónicas de seres ficticios, sitios, personas o animales que se catapultaron gracias al imaginario popular y que, aunque parezca algo ilógico en ocasiones, aún permanecen en las creencias de los hijos de esta tierra.
El fantasma del río Ahogapollos, sobre una misteriosa y extraordinaria luz que aparecía sobre las aguas del riachuelo, el famoso toro Cornito, cuyos bramidos algunos todavía afirman escuchar o el mítico poder de la hoja de la tuna contra "los malos ojos", son algunos de los dogmas que forman parte intrínseca de la identidad espiritual y popular del Balcón del Oriente Cubano.