Las Tunas.- Betty Sonia Jiménez tiene 41 años de trabajo como bodeguera en estas tierras. Y, aunque a algunos les puede parecer sencillo, a esta reportera su historia le parece un valioso recordatorio de fe.
Porque son muchos los tuneros anónimos, como ella, que han dedicado sus vidas a labores constantes, en las que han sido útiles y valiosos, sin remilgos ni medias palabras.
Cuenta que comenzó en esas faenas rondando apenas los 16 años de edad, siempre de la mano de su papá, que era administrador de "La Favorita" primero, y después pasó a "La Campana", el sitio donde ahora conversamos.
Betty llegó a esta bodega con apenas un año de trabajo activo y aquí, cerca del mostrador de madera buenísima que está desde que el sitio surgió, siendo la bodega de El Chino, ha visto correr los años.
Hablamos de los hijos, los nietos y de cómo va a trabajar mientras tenga fuerzas porque "lo de hacer mandados y quedar para eso no va conmigo, ¡qué va!".
Dice que es la vejez la etapa más dura de la existencia. "A veces una se cansa, es toda una vida de trabajo duro y ya las fuerzas no dan igual para cargar los sacos o ayudar a mover determinada mercancía, pero me gusta lo que hago, es útil y no me imagino en otra cosa".
Mientras lo dice nos regala una amplia sonrisa, de esas determinadas que no necesitan palabras altas porque llevan nobleza y aliento dentro de sí.