Las Tunas.- El desfile de este jueves en esta provincia del oriente cubano por el Primero de Mayo reflejó historias de gente común comprometida con un futuro más justo.
Litz Ruz Ramírez llegó a la Plaza de la Revolución Mayor General Vicente García González este Día de los Trabajadores recién luciendo la bata blanca. Como residente de Primer Grado en Ortopedia y Traumatología, carga la convicción de que Cuba vive un momento histórico, de fortaleza y resistencia.
“Estar aquí, de paso apretado entre tantas generaciones de profesionales de la Salud, es un orgullo -asegura la galena. Más cuando en el mundo se genera una campaña internacional de descrédito contra los médicos cubanos. Levantamos las banderas para reafirmar que seguiremos el mismo camino del humanismo, en cualquier parte del planeta.
“Actualmente, hay presencia del personal del hospital Ernesto Guevara en más de 31 países. Nuestro reto diario es honrar esos valores y a pesar de la escasez de recursos defender un servicio de calidad. Esta ocasión de hoy es un recordatorio de cómo ser mejores”.
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Jaime Rosselló trae sobre los hombros a su niño. Asegura que comienza con él una tradición que le hubiese gustado cuando era chico. El pequeño que lo mira muy fijo, en esta fiesta del proletariado, aprende también que hay un regocijo que le trasciende en los muchos que los saludan, entre banderas y globos.
Jaime es liniero de la Empresa Eléctrica de Las Tunas. El deber lo ha llevado a Pinar del Río en varias ocasiones, así como a Guantánamo y La Habana. Cuando el compromiso lo convoca tiene que alejarse de su familia y trabajar sin horarios para devolver la electricidad. En predios lejanos ha aprendido la fuerza que posee su colectivo, el valor de ayudar a las comunidades.
Con el hijo en brazos expresa su orgullo de pertenecer al contingente Vicente García y honrar esta condición. Habla poco, pero tiene una convicción genuina, un pálpito de pueblo.
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Detrás del micrófono le pone entusiasmo a todo el sector de las Telecomunicaciones. Bertha Zamora Velis, con más de 29 años en el medio, conoce al dedillo el quehacer sindicalista. Este Primero de Mayo ella reaviva a su tropa y la convoca a unir sus voces en el clamor colectivo.
“Sé lo que significa estar al lado de la clase trabajadora y el compromiso inmenso de luchar por sus derechos en estos momentos difíciles de tensiones económicas objetivas -alude. Nunca podemos perder de vista el hecho de que la clase obrera honra con sacrificio el llamado de la Patria”.
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Con gorras y pulóveres rojos llegaron a la Plaza de la Revolución. Vinieron desde Italia para vivir en Las Tunas la marcha del proletariado. Hablan el español escasamente, pero saben apreciar la fuerza del pueblo que llegó casi de madrugada para organizarse y representar a su centro laboral, a su barrio, a su escuela.
Roberto Vansulli y Donato Supino forman parte de la brigada de solidaridad Primero de Mayo, y aseguran que acá, en el Balcón de Oriente, han sentido un calor casi vívido; por eso regresan por quinta vez a marchar y disfrutar la experiencia.
Aseguran que lo que más les agrada es mirar a los niños tranquilos, confiados, al lado de sus familiares. “Ese ritual intergeneracional de Cuba es oro, es un faro para el resto del mundo, es vida” -aclara Roberto.
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Así, entre el rojo, el blanco y el azul, y tantos matices más, esta cita con el alma de la Isla irredenta se ha multiplicado en historias de gente común que sigue apostando por un país más próspero y justo.
