Las Tunas.- A las 2:44 minutos de este martes 22 de octubre el Sistema Electroenergético cubano volvió a tener carácter nacional, luego de que se sincronizaran las tres partes en las que se había dividido: occidental, central y oriental, en lo que fue el paso culminante de un difícil proceso de recuperación tras su colapso el 18 de octubre.
Sobre las 11:00 de la mañana del pasado viernes, la salida inesperada de la central termoeléctrica Antonio Guiteras, de Matanzas, provocó un desbalance en la potencia disponible y sobrevino lo que los especialistas llaman blackout. Tras cuatro días de labor titánica, y con retrocesos inesperados, los trabajadores de la Unión Eléctrica lograron restablecer un sistema sí sometido a una tensión extrema por la carencia de combustible y piezas de repuesto, al punto de obligar a las autoridades a suspender por varios días las actividades productivas y administrativas no esenciales y el curso escolar en todas las enseñanzas.
Para Las Tunas, como en todo el país, el suceso dejó a oscuras a la abrumadora mayoría de su población, así como al resto de sus engranajes económicos. Luego de sostener los servicios esenciales mediante grupos electrógenos, el Balcón del Oriente Cubano pudo ir recuperando los parámetros mínimos que le posibilitaron desde la madrugada de este martes, al menos, realizar rotaciones del servicio entre sus diferentes circuitos, pues aún no hay una generación suficiente para mantenerlos energizados a todos simultáneamente.
Tanto los representantes del Ministerio de Energía y Minas (Minem) como las máximas autoridades del país han denunciado que las causas objetivas del panorama extremo que atraviesa la nación con su Sistema Electroenergético Nacional se origina en los obstáculos interpuestos por el gobierno de los Estados Unidos a los intentos de Cuba de adquirir los insumos necesarios que aseguran su infraestructura, generación y transmisión de electricidad. Varios políticos estadounidenses coinciden en advertir la responsabilidad de Washington en el escenario sumamente difícil que vive el Archipiélago cubano en este sentido.
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EL "BLACKOUT"
"La generación de electricidad tiene que ser igual a la demanda en cada instante, porque esta energía no se puede guardar en un almacén, y es preciso generar a cada instante lo que a cada instante se demanda", explicaría Miguel Castro, docente de la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae). "Cuando dicho balance no se puede lograr por la razón que sea, se producen fenómenos de inestabilidad muy peligrosos que hacen colapsar rápidamente los sistemas, sin que ninguna acción humana pueda impedirlo", indicó.
El restablecimiento tras una catástrofe de esas dimensiones, argumentó el profesor Castro, "demora muchos días, porque para generar electricidad se necesita electricidad, y en el caso de Cuba (sin vecinos en fronteras que nos la puedan suministrar) hay que partir de pequeños microsistemas. Estos se van uniendo (sincronizando) entre sí a través de las redes, para darles la robustez necesaria", añadió el experto.
Y fue precisamente eso lo que se hizo cuando, tras el colpaso y en un esfuerzo supremo, la nación echó a andar baterías de grupos electrógenos a base de diésel o de fueloil. Estas "islas" de generación, junto a las máquinas más pequeñas ubicadas en diversos inmuebles como hospitales, estaciones de bombeo de agua potable o centros de telecomunicaciones, aseguraron en esos instantes tensos los servicios básicos a la ciudadanía.
Solo aquí entraron en operaciones unos 200 grupos electrógenos, así como los emplazamientos de generación distribuida existentes en la capital provincial y en la ciudad de Puerto Padre. Bajo una presión extrema por la gravedad de las circunstancias, los trabajadores eléctricos establecieron primero varios microcircuitos en los municipios de Las Tunas, Puerto Padre y Jesús Menéndez, que brindaron servicio a puntos vitales de este territorio oriental, como los principales hospitales y las estaciones de abasto de agua. El combustible para los grupos electrógenos de estas "islas" se aseguró, incluso, acudiendo a las reservas más preciadas.
Sin embargo, como advirtiera más tarde el académico de la Cujae, "un microsistema aislado es muy vulnerable y cualquier evento por mínimo que sea (aumento de la demanda, cortocircuito en la red...) lo puede hacer colapsar, y entonces hay que empezarlo todo de nuevo".
Justamente así ocurrió a las 3:00 pm del domingo 20 de octubre, esta vez por el efecto combinado del "disparo" de la termoeléctrica 10 de Octubre, en Nuevitas, Camagüey, que rompió los enlaces de transmisión de energía logrados hasta esos instantes desde Ciego de Ávila hasta Holguín; y un percance similar en los generadores sobre las patanas turcas en la bahía de La Habana, que desconectaron al occidente.
Frente a este nuevo contratiempo, el ministro del Minem, Vicente de la O Levy, informó que la estrategia sería entonces robustecer lo suficiente las "islas" de generación para luego intentar los enlaces de transmisión energética entre una región y otra; y poder volver a echar a andar a las grandes centrales térmicas.
Dicho propósito comenzó a concretarse a partir del 21 de octubre, al punto de que, al final de esa jornada en esta provincia, unas 150 mil personas tuvieron servicio eléctrico al menos durante tres horas y media. Frente al conjunto de la población tunera, la anterior era una cifra baja (menos de mitad del total), pero en días previos era mucho mayor la cantidad de habitantes de aquí que no había recibido electricidad por varios días seguidos. Especialmente en los municipios del sur, además de Manatí, Majibacoa y las zonas rurales del resto de nuestro territorio.
Tras lograrse la conexión energética con la zona central mediante la "10 de Octubre", en la noche del propio lunes, el servicio eléctrico llegó al municipio de Colombia y a partes de Jobabo; mientras ya se pudo también servirla a áreas de Majibacoa, Puerto Padre y del poblado de Chaparra. Otro enlace, pero desde el sur de la propia provincia agramontina, posibilitó energizar, por primera vez, a algunos circuitos en "Amancio".
El restablecimiento de la electricidad a todas las zonas que aún estaban apagadas en Las Tunas avanzó entre el 21 y las primeras horas del 22 de octubre, tras alcanzarse el enlace hasta la Unidad 1 de la termoeléctrica de Felton, en Holguín, clave para restablecer el sistema electroenergético en la región oriental del país. Sobre las 3:00 de la madrugada de ese martes, la Empresa Eléctrica de Las Tunas afirmó desde sus redes sociales que se había restablecido el servicio "a todos los clientes de la provincia".
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SÍ, EL BLOQUEO
Estos días de verdadera zozobra para decenas de miles de personas en esta provincia agravaron una situación ya de por sí difícil en la capacidad de generación de electricidad en Cuba. Fruto de la carencia casi crónica de combustibles, sobre todo diésel, así como de piezas de repuesto para las estaciones térmicas que ha sufrido la nación enfáticamente desde mediados del 2019.
De hecho, por esa causa, menos de 24 horas antes del blackout las autoridades cubanas habían limitado las actividades administrativas a solo las imprescindibles e incluso paralizado las actividades lectivas en todas las enseñanzas, en un esfuerzo para reducir el consumo de electricidad.
Habría sido ese contexto de profunda fragilidad el detonante para el colapso de la semana pasada, dijo el titular de Energía y Minas ante la prensa nacional y extranjera. Luego el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, denunciaría que esta situación energética es una demostración más de todos los problemas que le causa a Cuba el bloqueo económico estadounidense. Porque, detalló, la falta de divisas para pagar el combustible y otras necesidades de esta infraestructura es por la persecución financiera y energética de Washington.
Países como Rusia, México o Venezuela le dieron la razón al estadista, pues tras conocer la noticia de este apagón nacional le exigieron a la administración Biden que levante lo antes posible su entramado de sanciones unilaterales contra el Archipiélago antillano.
Aunque los voceros de la Casa Blanca intentaron desligar ambas cuestiones desde muy cerca, en el Capitolio norteamericano, el representante de la Cámara Jim McGovern afirmó que la actual política de su país contribuyó directamente a los problemas energéticos de Cuba. Por su parte, la también congresista afroamericana Barbara Lee apuntó a esa misma política estadounidense como la responsable de la crisis energética cubana y llamó a los líderes mundiales a brindar ayuda a nuestro pueblo.
Con la del pasado 18 de octubre, esta ha sido la segunda caída total de su sistema electroenergético que sufre Cuba en los últimos dos años. Una situación similar de "cero producción" acaeció en septiembre del 2022, luego de que el huracán Ian cortara las líneas de transmisión; y en febrero del 2023 un incendio bajo las líneas de alta tensión de 220 kilovoltios (KV) "desbalanceó" al sistema y dejó sin electricidad al centro y el este del país.