Las Tunas.- César Reyes Ampudia lleva más de medio siglo en el mundo de las ilusiones. La prestidigitación le sale por los poros y él, con modestia, se cree eterno aprendiz. Magia de Abril, Mi Villa Mágica y otros eventos han nacido bajo su égida. También Granmagia es fruto de su empeño, la compañía que creó hace más de un lustro.
Por ese camino, no es de extrañar que el pasado año le confirieran el Premio Turán, máxima distinción que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) a personalidades de las artes circenses, por la obra de la vida. Y es que su oficio transgrede los grandes escenarios, para ir allí, a la comunidad, a escuelas, barrios rurales..., donde sea más útil.
Por estos días, se encuentra en el Balcón de Oriente como invitado al Festival Nacional de Magia Ánfora, del cual es uno de los fundadores. 26, siempre presto al diálogo y la confraternización, conversó con ese señor elegante y diáfano que, entre los hechizos del evento, nos responde...
- Maestro, qué importancia le concede al Ánfora dentro del universo de las artes escénicas y para la sociedad, en general.
Todo lo que se siembra se recoge. Cuando educamos, tenemos el derecho de cosechar triunfos. Esa es la riqueza del arte, la continuidad de una manifestación que embellece la vida, el espíritu y hace grande a quienes la profesan. Y todo va en función de una enseñanza. Somos humildes maestros en el infinito huerto del arte.
Tengo el orgullo de figurar entre los fundadores del Ánfora, ese evento que impulsó desde Las Tunas José Reynerio Valdivia Valdivia (el mago Píter). Yo venía con la experiencia de Magia de Abril, que funciona en Río Cauto con carácter comunitario. Hoy también podemos hablar de Mi Villa Mágica, en Granma, pero nunca he perdido mi compromiso con el Ánfora, un evento en el que -además- he sido jurado, y nos nutrimos de saberes y conceptos de otros colegas.
- Qué recuerda de Píter...
Un maestro es evidentemente inolvidable. Píter sembró y recogió. Se fue del plano terrenal sabiendo que otros seguirían su camino. Él es un ejemplo. Nos transmitió esa intención de hacer magia hasta estando aparentemente dormidos. Muchos de los que hoy andan por el mundo pasaron por sus manos. Yo soy uno de ellos y, donde quiera que estoy, digo: Píter fue uno de mis maestros. Porque enseñar es sembrar eternamente, y el agradecimiento no muere.
- Qué cree que lo caracteriza luego de 52 años en la magia.
Desde mis inicios, incluso, cuando era alumno de Julio Ignacio César Leyva en el año 78, le imprimí humor. Me refiero a ese humor satírico, criollo, que usa el retruécano de palabras. Soledad Cruz, una periodista de Juventud Rebelde, me llamó "el embrujador alegre", y luego "el comediante de la magia". Me atrapa la magia humorística. Creo que eso me caracteriza.
- En ese sentido, Trompito seguro tiene un lugar especial...
Trompito Mágico es un personaje muy querido. Sin dudas marcó mi carrera. Se trataba de un mago que hacía todo lo que hacemos los magos, pero con intervención de niños, y se creaba una bonita conexión con el público, el cual disfrutaba siempre de las puestas. Como es un personaje que amerita de cierta movilidad, ha ido desapareciendo con los años, pero le tengo mucho cariño y me queda el orgullo de que aún se recuerda dentro del universo escénico.
- Cómo valora la salud de la magia en Cuba actualmente.
Aunque nos ha marcado el éxodo de varios artistas en busca de nuevos horizontes, se han incorporado jóvenes a este quehacer. La escuela no se detiene y eso es lo más importante. Tenemos el huerto donde sembrar.
- Qué significa la Reina de las Artes para usted.
La magia, como nos enseñó Píter, es el aire que respiramos. Cuando estoy de vacaciones (que nunca me lo creo), jamás he dejado de pensar en ella. El día en el que no trabajo, que no hago reír a alguien o no consigo el aplauso de un niño o adulto es un día perdido.
La magia posee una increíble capacidad para imantar a las personas. Nadie me puede decir "a mí no me gusta la magia". Eso no existe. Todo lo bello es mágico y todo lo mágico es bello. Y si usted quiere disfrutar de algo bello, ahí tiene a la magia.
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Con 73 años de edad, César Reyes Ampudia no pierde el toque mágico que le hace necesario. Bayamo lo convirtió en Hijo Ilustre, Venezuela y otras cercanías de Brasil y Colombia lo vieron sembrar en una misión cultural, tantas zonas rurales han disfrutado su arte... El Gran Premio de Magia Humorística de Cuba (2007), reconocimientos nacionales e internacionales, tantos lauros...
Todo él es una escuela en carne y hueso. Que el Ánfora lo siga trayendo de regreso, maestro. Que la huella de Píter, de usted y de tantos siga iluminando nuestro camino. La Reina de las Artes hoy le reverencia.
