joven educador foto Claudia

Las Tunas.- Un aire de emoción y gratitud se palpa en el ambiente cuando Junior de Jesús García Rivero, joven de 23 años, se prepara para compartir su idilio con la percusión en la escuela profesional de arte (EPA) El Cucalambé. Desde hace cuatro años, se convirtió en faro de inspiración para sus alumnos.

El maestro René Gorra OFarrilCreció en un hogar donde la música no solo se escucha, sino que se vive. Con un padre reconocido como uno de los mejores bajistas de la provincia y una madre profesora de Solfeo. “No es lo mismo tener un familiar músico que no respete el arte, a tener a alguien que ama su instrumento y lucha por ofrecer la mejor calidad musical”, explica con orgullo.

Su camino como educador comenzó tras graduarse del conservatorio José White, de Camagüey. A partir de entonces ha trabajado en diversos lugares, desde proyectos en el extranjero hasta la docencia en su escuela natal. “He tenido experiencias inolvidables”, dice, recordando su tiempo en Arabia Saudita; allá, incluso, tuvo la oportunidad de saludar al futbolista Cristiano Ronaldo. “Sin embargo, es en las aulas donde realmente encuentro mi propósito: formar a nuevas generaciones”.

Junior habla con fervor sobre su metodología de enseñanza. Para él, el cariño y la amistad son fundamentales. “Antes de ser buenos músicos, hay que ser buenas personas”, afirma con convicción. Su enfoque va más allá de las técnicas musicales; “busco inculcar en mis alumnos el respeto por aquellos que han hecho posible la música que hoy disfrutan. Quiero que amen a su instrumento”.

La música clásica es la base del programa docente, pero él también se adentra en los ritmos cubanos y caribeños. “Les muestro la magia de la música cubana, el jazz, el funk, el pop y más”, argumenta y refleja su deseo de que sus estudiantes sean versátiles. “Cada género tiene su propio secreto y magia, y me esfuerzo por que lo entiendan”.

En sus palabras resuena luminosa la influencia de su maestro René Gorra O’Farril. “No solo enseñaba a tocar; enseñaba a ser mejor persona. La memoria de René vive en cada lección que imparto, y su legado se siente en todos los rincones del aula. Realmente él fue quien me inspiró a educar”, confiesa con cierto halo de nostalgia.

En las clases, le agrada crear un ambiente en el que el aprendizaje se convierte en una experiencia compartida. “Me gusta tocar con ellos, compartir habilidades”, menciona y refleja la alegría que siente al ver crecer a sus pupilos.

“La música es un regalo. Estoy agradecido por poder compartirlo con los demás”. Y así late fuerte la promesa de un patrimonio que continuará floreciendo en las manos de aquellos a quienes encamina. Junior lleva consigo una herencia que trasciende generaciones, le viene de papá y mamá, lo lleva en la sangre.

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