Buenos Aires.- Devenido símbolo, el majestuoso y elegante Obelisco de Buenos Aires cumple hoy 85 años imperecedero y convertido en protagonista del día a día de la hermosa capital de los argentinos.
Al cumplirse esta fecha especial, el famoso ícono porteño se muestra más coqueto que nunca, tras una renovación completa de su fachada, impulsada por el Gobierno capitalino a través del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana.
"Es importante recuperar el esplendor de uno de los grandes símbolos de la ciudad. Realizamos tareas de mantenimiento y pintura", precisó la ministra de esa cartera, Clara Muzzio.
Para la puesta en valor, entre otras cosas, se restauraron las rejas que lo rodean con un tratamiento especial para recuperar su material original, además se realizó un hidrolavado de la estructura y se retiró la vegetanción y revoque mal adherido.
A 85 años de ser construida, esta monumental obra, niña mimada de los que aquí viven, se roba las miradas de la larga avenida 9 de Julio, en cuyo corazón se erige, a la vista de todos los transeúntes.
Aunque al principio tuvo muchos detractores que, incluso, lucharon por demolerlo, lo cierto es que hoy el símbolo más visible de Buenos Aires atesora miles de historias de lucha, de amores y desamores.
El visitante que a estas tierras llega, corre en busca de una foto, pero, sobre todo, para contemplar esta belleza construida el 23 de mayo de 1936 en ocasión del 400 aniversario de la fundación de la capital argentina.
Inspiración de poetas y escritores, el Obelisco en el pasado del tiempo ha sido cómplice del sueño de muchos argentinos, de parejas, de familias que a sus pies han dejado inmortalizada una postal instantánea en un momento especial de sus vidas.
También ha sido y es centro de miles de concentraciones y protestas de organizaciones sociales y de grandes acontecimientos.
Alberto Prebisch fue el encargado de dar vida a esta belleza arquitectónica, edificada en lo que fuera una iglesia dedicada a San Nicolás de Bari, que se decidió demoler para la construcción de la avenida 9 de Julio.
Con sus 170 toneladas y sus 67,5 metros de altura, la obra de Prebisch es hoy, gracias a la tecnología, resaltada en cada acontecimiento con colores y globos en su punta.
Cuando se gana un torneo mundial, cuando se dedica a un día concreto, se ilumina para recordar la fecha o el festejo.