Las Tunas.- Polémica está siendo la concreción o no de la bonificación de un seis por ciento, por cada operación de pago en línea realizada por los diferentes actores económicos en esta provincia del oriente cubano. Dicho incentivo, concebido para impulsar el uso de la vía digital en el comercio, no estaría teniendo los resultados esperados en tiempos en los que, precisamente, el empeño oficial busca ampliar la bancarización y la economía digital.
A VECES, SOLO A VECES
"Sí, me ha pasado en las mipymes. Pero mi primo presta servicio de reparación de equipos electrodomésticos y a sus clientes no se lo hace. En mi negocio en una ocasión tampoco y no entendemos por qué unas veces sí, y otras no", respondió una lectora cuando interrogamos a nuestros públicos respecto a sus experiencias sobre la recepción o no de la mencionada bonificación. "Yo he comprado en las mipymes y me ha hecho el descuento; he regresado al mismo lugar y no lo hace; y luego vuelvo a ir, y sí lo realiza; realmente no lo entiendo", comentó otra internauta.
Desde su columna de opinión, el colega Yaidel Rodríguez plasmó algunas de las teorías que rondan alrededor de esta situación: una, dijo, achaca "el problema a la no activación del servicio o función (bonificación) a la cuenta del actor económico, porque este a la hora de establecer los trámites puso su nombre y no el negocio". Otra, añadió el periodista de Radio Cabaniguán, sostiene que "se debe a la no activación del servicio por error humano de quien opera ese paso en las cuentas vinculadas al QR de pago"; y la tercera, relató, asegura que "cuando el pago en línea es a una cuenta de tarjeta común y corriente no hay bonificación. Debe ser a una cuenta fiscal, pero como los vendedores evaden el fisco te dan la cuenta personal".
¿QUÉ PASA?
La bonificación es un estímulo que pagan los bancos a las personas para incentivar el uso de los canales digitales de pago, confirma Magdelaine Rodríguez Otazua, subdirectora comercial del Banco de Crédito y Comercio (Bandec) en Las Tunas. Las entidades bancarias, explica, cubren una parte de precio del producto de cara al comprador; de manera que, el vendedor recibe la misma cantidad de dinero que estableció como cotización de su mercancía, pero el cliente en realidad paga menos.
Ese tipo de incentivos, afirma Rodríguez Otazua, existía en Cuba incluso antes del impulso a la bancarización desde mediados del 2023 y tiene razón. Con motivo de fechas festivas otrora estas instituciones ofrecían bonificaciones a los titulares de tarjetas magnéticas asociadas a sus cuentas, si las usaban en los terminales de puntos de venta (POS, por sus siglas en inglés) en las redes de tiendas que ofertaban sus mercaderías en el desaparecido peso cubano convertible (CUC).
También empresas como la de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (Etecsa) y las adscritas a la Unión Eléctrica (UNE) han estado haciendo lo propio con sus usuarios, al cobrarles un porcentaje menor por sus servicios si estos liquidan las facturas mediante las pasarelas digitales.
Desde el año pasado, el Sistema Bancario cubano lanzó, y aún mantiene, estas bonificaciones con la esperanza de que compradores y vendedores aprovechen sus ventajas; los primeros porque obviamente pagan menos por lo adquirido, y los segundos, porque, en teoría, harían sus ofertas más atractivas ante potenciales consumidores, quienes, además del ahorro monetario, se evitarían el uso del efectivo. ¿El resultado?, una aceleración de la transición hacia una economía más bancarizada y digitalizada.
¿POR QUÉ ENTONCES NO SE CONCRETA ESA BONIFICACIÓN?
Una de las razones, explica Rodríguez Otazua, es que los negocios, cuentapropistas o empresas, no están correctamente identificados como tales en la plataforma digital que soporta este servicio. Eso, argumenta, conduce a que "cuando el banco va a realizar la bonificación que valida los datos no los ve como parte del segmento designado a bonificar".
Adicionalmente, comenta, persisten fallas de interconexión entre los bancos. Si el actor económico posee cuentas en diferentes entidades financieras, describe, desde la que ocurre la transacción debe informarle a su homóloga o la plataforma con el fin de que lo tenga en cuenta para hacerle la bonificación. Desgraciadamente, eso no siempre ocurre, admite.
Añádase, señala la vicetitular de Bandec en Las Tunas, que también emprendedores y empresarios no estarían completando el trámite requerido para concretar la bonificación una vez firmado el contrato con Etecsa para acceder al servicio de pago en línea. Otra razón que no materializa el tan publicitado "seis por ciento" sería, dice, que, si por algún motivo los titulares cambian de cuenta bancaria, "ya ese código generado por la plataforma no funciona y, por supuesto, no le va a bonificar".
En nuestra investigación conocimos que no todos los actores económicos califican para la bonificación dependiendo del banco en cuestión. ¿Quiénes lo serían? Eso, según nos dijeron las fuentes consultadas, solo parecen saberlo los respectivos niveles centrales de las propias entidades financieras porque no todas usan los mismos criterios de calificación.
"Prácticamente, ninguno de los códigos de Transfermóvil de julio para acá y asociados a cuentas del Banco Popular de Ahorro (BPA) hacen el descuento", alertó el colega de la Radio en Jobabo en su artículo de opinión. Representantes de la institución aludida en el Balcón del Oriente Cubano confirmaron sus palabras. Los problemas, dicen, habrían comenzado desde esa fecha, cuando echó a andar una nueva plataforma digital para que los actores económicos formalizaran su contrato de la prestación de pago en línea mediante código QR, sin necesidad de acudir a las oficinas de Etecsa.
Señalan desde el BPA, y lo confirman en el departamento responsable de dichos trámites en la División tunera de Etecsa, que la mencionada novedad tecnológica ciertamente fue un paso de avance en pro de acelerar una diligencia que, en condiciones ideales, el solicitante podría completar, incluso, en un mismo día y desde su teléfono móvil. Empero, esta automatización no tuvo en cuenta incluir la bonificación; por ende, los titulares del servicio no advierten su ausencia. Paradójicamente, aseguran, cuando la tramitación era mucho más manual o cuando los especialistas bancarios o de Etecsa toman parte en la formalización de este acuerdo, ellos sí lo advierten y lo corrigen.
Sin embargo, todos los entrevistados subrayan que quienes establecen tal servicio vía Enzona no presentan esas dificultades al respecto.
SIN PERJUICIOS, PERO SIN BENEFICIOS
"Usar el QR de pago en línea implica un costo del 1,5 por ciento por cada operación, lo que se traduce en un impuesto efectivo del 11,5 por ciento por cada venta (10 por ciento de impuestos a la ONAT, más el 1,5 por ciento por uso del QR de Comercio). No hay incentivos para los empresarios más allá de cumplir con la Ley", fustigó un hombre de negocios al comentar sobre este tema. "En vez de ofrecer un descuento del seis por ciento a los consumidores, sería más justo cubrir el costo del 1,5 por ciento de la operación contra una bonificación del 4,5 por ciento al cliente, evitando que los empresarios tengan que absorber ese monto, al menos en estos tiempos de bonificaciones", sugirió.
Datos oficiales revelaron hace poco que en Las Tunas 200 millones de pesos emitidos por los bancos no regresan mensualmente a sus arcas. Una señal inequívoca de que el efectivo sigue primando en las transacciones comerciales de los actores económicos locales. Las bonificaciones bancarias a sus operaciones de pago en línea serían parte de la solución a ese problema. Sin embargo, las opiniones escuchadas sobre este asunto confluyen en la siguiente idea: este grupo económico ve el pago en línea, y por extensión la existencia o no de bonificación, a lo sumo como el antídoto de problemas con las autoridades. De ahí que ocuparse de instituirla sería a sus ojos como una "molestia", un trámite innecesario.
No parece, entonces, que se esté cumpliendo la aspiración de que empresarios y emprendedores devenguen gustosos el 1,5 por ciento de comisión por las operaciones de pagos electrónicos al bajar sus costos por manejo del efectivo y, más importante aún, ganar clientes.
En un contexto percibido de oferta deprimida, los vendedores no sienten la urgencia de mostrar como un atributo que les gane consumidores, ofrecer el servicio de pago en línea ni mucho menos la susodicha bonificación. En el imaginario común prima el "lo tomas o lo dejas", porque, a fin de cuentas, creen, ya aparecerá alguien deseoso de comprar.
Así las cosas, ver más desembolsos con bonificación sigue encerrado en la disyuntiva shakesperiana de "ser o no ser", con usuarios no sensibilizados como debieran sobre las ventajas que eso les trae y actores institucionales territoriales responsabilizados con la bancarización campeando el temporal.
Todo esto puede que no cambie mientras no desaparezcan los errores en la inserción de datos, y las falencias de interconectividad y de comunicación entre los diferentes proveedores de tales prestaciones. Quizás ayudaría incluir a la bonificación como un elemento sine qua non para contratar el servicio; o lo que sería más significativo: preguntarse qué puede hacerse para que los emprendedores y empresarios varíen, desde una real motivación, o por coacción, su actual postura indiferente.