Las Tunas.- Hacía poco que había entrado al mundo de Facebook y aún se aclimataba a esta nueva experiencia de la que escuchaba hablar a muchos. Muy buena la primera recomendación que vio en esa red digital: solo enviar y aceptar solicitudes de amistad de personas conocidas. Por supuesto, le encontró toda la lógica.
Pasó un tiempo y vio una misteriosa solicitud en su perfil. Por la fisonomía dedujo que parecía alguien de otro país, y su rostro le inspiraba desconfianza. Definitivamente le era desconocido, por lo que no tenía intención de aceptar esa petición, pero debido a su poca habilidad en las redes no supo cómo eliminarla.
A los pocos días un clic involuntario le llevó a responder la solicitud, acción que le costó minutos muy oscuros. Fue ese el comienzo de una amarga experiencia que, aunque ocurrió hace casi cinco años, no ha podido olvidar. No pasaron dos minutos de haber aceptado y esa persona comenzó a hacerle preguntas y propuestas indecentes. Ella ni siquiera respondió, pero, de alguna manera, se sintió atemorizada.
Su nuevo “amigo digital” no se conformó con el silencio y comenzó a enviar imágenes tan obscenas que casi la hicieron vomitar. Su inexperiencia en las redes y esos minutos interminables la pusieron tan nerviosa que le impidieron investigar cómo deshacerse de aquello por sí misma. Respiró tranquila cuando recordó a un amigo informático de toda su confianza que le ayudó a bloquear al inescrupuloso individuo. Fue tal el susto de esta joven que pasaron días para que volviera a abrir su página.
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Lamentablemente, no es este un caso aislado. Existen muchas personas en Facebook que se dedican a enviar solicitudes de amistad a cuanta cara bonita ven navegando en la red. Una vez que les aceptan comienzan a hacerles invitaciones con interés sexual, enviarles imágenes pornográficas y direcciones de sitios con este contenido; esto entre los peores ejemplos.
Una vez que se accede a esta plataforma, la misma te sugiere amistades que, a la vez, lo son de tus amigos, y no lo veo mal. Hay quien acepta sin conocer, pero lo hace porque asume que, al sugerírtelo Facebook, se debe a que algunos de tus amigos lo tienen y es alguien decente. Muchos, sabiamente, antes de aceptar miran su perfil y sus contenidos, y así determinan si dar o no este paso.
Sin embargo, además de casos como el de este comentario, existen los maleducados que desde el primer saludo comienzan las típicas frases: “Hola, bebé; “Qué tal, hermosa”; “De dónde eres”. Indignante. Es cierto que hay quien busca amistades y relaciones por esta vía, ¡y hasta les ha resultado¡, pero todo es mejor cuando se deja que fluya naturalmente y sin falta de respeto.
El ciberacoso existe, trae consecuencias psicológicas para quien lo sufre y, en varios casos, ocurre a partir de una aceptación de amistad a alguien que solo busca un fin pervertido. Los resultados pueden llevar a dañar la autoestima del afectado e, incluso, caer en depresión. Nadie tiene el derecho de obligar a otros a hacer o ver lo que no desean.
El aceptar solicitudes de desconocidos encierra un grave peligro. Se debe tener en cuenta lo que realmente significa agregar amigos a Facebook; y sobre todo entender que con ese paso estamos dando acceso a información privada, gustos personales, lugares que frecuentamos…
A la llegada de las redes sociales tenemos mucho que agradecerle, como el hecho de reconectar con amistades de las que hacía tiempo no sabíamos. Gracias a este “invento” no solo nos comunicamos y aprendemos, también representa un instrumento de trabajo, entretenimiento y aprendizaje, que vino para facilitarnos la vida. Para los medios de comunicación es un arma para difundir la realidad y contrarrestar a los difamadores.
Solo que es repugnante que varias personas lo utilicen para fines desagradables y que falten el respeto a la dignidad, sobre todo, de mujeres y adolescentes que carecen de experiencia y se dejan llevar por la “magia” de la red, la que, a su vez, oculta un peligro latente en la confianza excesiva.
El uso de las redes sociales debe hacerse con inteligencia. De ahí la importancia de educar a nuestros hijos en estos temas para que no caigan en trampas muy bien planeadas. Incluso, si quien nos envía la petición es amigo de alguno de nuestros amigos, lo ideal es no aceptar inmediatamente y esperar; podría tratarse de la entrada a un abismo horrible.
Por tanto, el llamado es a la sabiduría, a la capacitación en estos asuntos, a tener cuidado con lo que vemos y nos proponen, porque tristemente no todas las solicitudes que nos llegan son precisamente para amistad.