Las Tunas.- Ni benevolencia ni gesto, el anuncio por parte de la Administración Biden de cierta reversión de la postura confrontacional con Cuba heredada de su predecesor Donal Trump, es en el más puro sentido una victoria de la resistencia de la Revolución Cubana. De nuevo la Casa Blanca quedó huérfana de opciones frente resiliencia de este Archipiélago y tuvo que ceder.
Esta semana el Departamento de Estado de Estados Unidos dijo que permitirá el restablecimiento de vuelos comerciales a todas las provincias cubanas; añadió que retirará el actual límite de mil dólares por trimestre a las remesas desde EE.UU. hacia nuestro país. También anticipó el regreso del programa de reunificación familiar para futuros migrantes cubanos; así como el incremento de sus servicios consulares y de procesamiento de visas en su sede diplomática en La Habana. Igualmente aseguró que descongelará el Programa People to People de la Administración Obama, que permitía algunos viajes de ciudadanos estadounidenses a la Mayor de las Antillas al amparo de 12 licencias específicas.
Tal cual hizo notar la Cancillería cubana, el equipo del presidente Biden no ha hecho otra cosa sino ponerle fecha cercana a la concreción de su promesa de campaña, con dos larguísimos años de atraso. ¿Por qué ahora?
Hasta el momento, el Ejecutivo había optado por no buscarse enemigos dentro su propio partido, temiendo importunar a su correligionario el senador Bob Menéndez, veterano representante de la derecha de origen cubano y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores en la Cámara Alta. Desde ese estratégico puesto, Menéndez condicionó el mantenimiento de la línea dura republicana contra Cuba a la aprobación de los nombramientos del gobierno en el área de la política exterior. Si ahora desde la Oficina Oval optaron por molestarlo en cierta medida es, quizás, por el peso de otros hechos.
El primero ya lo mencionamos: poner presión a Cuba no condujo a la implosión del país a la que apostaron demócratas y republicanos con mayor o menor entusiasmo. Desde el pragmatismo más rancio Washington ha sacado lo peor de su estrategia de presión máxima. Análogamente tienen en sus manos el mismo resultado de las crisis migratorias anteriores, 1944 y 1980, la Revolución sigue en pie quedándoles un flujo incontrolado de cubanos en sus fronteras potencialmente explosivo política y electoralmente hacia lo interno.
Por otro lado, puede que hayan reparado en el hecho de que continuar con la hoja de ruta del Trumpismo solo los conducirá a servirles en bandeja de plata el estado de Florida a los del partido del elefante en las elecciones de medio término de este año y en las presidenciales del 2024.
Mantener el curso actual ha terminado por minar las posibilidades de los demócratas ante los votantes cubanoamericanos, porque, tal cual advierten los analistas más serios, este segmento del electorado se ha inclinado paulatinamente hacia candidatos partidarios de la normalización. De hecho, los aspirantes demócratas a la Oficina Oval más votados por el mencionado segmento del electorado estadounidense han sido Jimmy Carter y Barack Obama, quienes más lejos llegaron en la búsqueda de un modus vivendi con La Habana. Advirtiendo de paso que las decisiones de esos votantes ya no están determinadas por el tema cubano como repite una y otra vez cierta prensa.
Escoger este instante tal vez haya estado motivado por el estado crítico de la Cumbre de las Américas programada para junio en Los Ángeles, por el boicot de varias naciones del hemisferio tras saberse de la exclusión arbitraria de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Sin embargo, todavía está por ver cómo la Administración Biden concretará varios de estos ofrecimientos sin que haya señales, por ejemplo, de que pretenda retirar a Cuba de su particularísima lista de países patrocinadores del terrorismo, estatus que tiene serias implicaciones prácticas.
Bajo esas condiciones veremos cómo le hacen para, como dicen, ampliar el acceso de los emprendedores cubanos a aplicaciones de comercio electrónico. Recuérdese que, salvo algunas figuras prominentes de la contrarrevolución interna, el resto de los residentes en este Archipiélago no tiene acceso a las plataformas de pagos electrónicos de amplio uso más allá de nuestras costas con PayPal. Además, el Departamento de Estado aclaró que no habrá cambios en la lista restringida de Cuba que agrupa a varias empresas caribeñas de alto impacto en la economía como las asociadas al Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, ¿y entonces?
Este anuncio es, no lo olvidemos tampoco, un motivo de regocijo para esos cubanos de buena voluntad como Carlos Lazo que desde territorio estadounidense ha arriesgado mucho en pos de un clima civilizado y constructivo entre ambos lados del estrecho de la Florida.
Ahora bien, semejante noticia debe ser tomada con la debida cautela. Podría tratarse de un guiño a los partidarios de la normalización que acalle sus justos reclamos para dejarlo todo prácticamente igual: Moverse para no cambiar nada. Solo los acontecimientos futuros y especialmente su respuesta a la reacción de los extremistas, dirá si estamos ante una real intención de transformar el escenario actual que no beneficia a nadie, salvo al bando de los odiadores.