Las Tunas.- “Dedicarse al mundo de los libros es una vocación de servicio a la sociedad. Mi función ha sido orientar, porque el arte de vender textos exige saber qué tipo de literatura busca cada lector”. Así resume Sandra Álvarez Ramos su llegada al oficio, allá por el año 2000, cuando integró -desde “Amancio”- la red de instituciones pertenecientes al Centro Provincial del Libro y la Literatura.
Ella antes laboró en otros sectores y se graduó de Estudios Socioculturales. Pero hoy, cuando se piensa en la Feria como una fiesta de las letras, podría llevar el rostro de su emoción. “Hay quienes vienen para adquirir un título y, si no lo hallan, a nosotros nos corresponde proponer otros, comentarles el contenido… Debemos prepararnos. Una buena lectura te traslada hacia donde la imaginación lo permita; es compañía, da frescura a la mente. Nunca es tarde para adquirir esta afición. Y, cada vez que tengo oportunidad, sugiero acercarse a las librerías.
“Entre los temas más solicitados por estos días y, en general, se encuentran los que les facilitan a las personas lidiar con determinada situación: el cuidado de ancianos, eliminar una adicción…, pero, en primer lugar, los infantiles. Cada año se demanda La Edad de Oro, Había una vez, El principito, entre otros muchos de ese género”.
La experiencia de participar en cada edición del acontecimiento cultural invita a Sandra a comparar. “He disfrutado en esta oportunidad en particular del auge de escritores tuneros, mayoritariamente jóvenes; de los premios obtenidos, del reconocimiento en La Cabaña, de cómo el público pide sus títulos...
“Aunque no hemos podido complacer todos los gustos, sí hay resultados. Tenemos reediciones interesantes, con más calidad, de los clásicos y de otros volúmenes. La literatura para niños, por ejemplo, llegó con formatos vistosos, letras más grandes, ilustraciones. Es una novedad. La calidad del evento no lo medimos por la cantidad de personas asistentes, porque quienes se acercan a los puntos de venta se muestran enfocados en comprar libros. Han llegado muchos estudiantes. Una parte de la sociedad está interesada en la literatura.
“Esta profesión me permite relacionarme con personas de diversas edades y formación; y valoro ese intercambio. Soy feliz como librera, promotora de la literatura, no importa el vocablo. Disfruto mi labor y estoy orgullosa de ella”.
